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Columna Transversal: El dilema de Ucrania y Europa (II)

Los líderes europeos hubieran tenido que ser más insistentes. Era el momento de quitarse los guantes de seda y el lenguaje diplomático.

Paolo Luers columnista El Diario de Hoy

Por: Paolo Luers

Luego de la autoinfligida derrota de Trump ante Putin, en la cumbre de Alaska, ¿qué pasó en la cumbre en la Casa Blanca? Guy Verhofstadt, el ex primer ministro de Bélgica, lo describió así: “Everyone flattering everyone else …that’s what happening now in the White House …that’s not how we will end this war and defeat Putin!” – “Todos se están halagando mutuamente… Esto es lo que está pasando en la Casa Blanca en estos momentos… ¡Así no es que se va a parar esta guerra ni a derrotar a Putin!”

Es duro el juicio de Verhofstadt, pero es justo. No es diplomático, pero es claro. El problema en Washington fue precisamente el exceso de diplomacia. Todos casi cayeron sobre sus pies para quedar bien con Trump. Obviamente en negociaciones internacionales es necesaria la diplomacia, incluyendo el lenguaje diplomático, pero hay situaciones donde los jefes de gobierno tienen que llegar al punto. No se puede esconder las graves diferencias bajo un manto de cortesía y halagos, cuando hay en juego posiciones que ponen en peligro la paz en Europa y la existencia de Ucrania como Estado soberano. 

En esta cumbre en la Casa Blanca era indispensable decirle con claridad a Donald Trump que las naciones de Europa no van a permitir que se imponga una paz, negociado entre Trump y Putin, en la cual Ucrania tiene que renunciar al 20% de su territorio, incluyendo las partes de la región Donbas que Rusia no ha podido ocupar en 3 años y medio de guerra. Para no dejar dudas, Trump había reafirmado su posición en la noche antes de la cumbre en su network Truth: Dijo que Zelenski puede terminar la guerra con Rusia de inmediato, si lo quiere, o puede seguir luchando. Pero no va a recuperar Crimea ni va a entrar a la OTAN. Con esto marcó el terreno para las pláticas con Selenski los jefes de estado y gobierno que lo acompañaron a la Casa Blanca. Marcó su posición con esta radical sinceridad que Trump a veces tiene, cuando se siente omnipotente.

Con esto, los líderes europeos tenían que tener claro cuáles eran los dos puntos neurálgicos y calientes que había que tratar con Trump: las concesiones territoriales que demanda Putin y que Trump considera procedentes; y las garantías de seguridad que Ucrania necesita luego de un acuerdo de paz, dentro o fuera de la OTAN. Ahí la pregunta es: ¿Se compromete Trump que EEUU va a participar en el sistema de seguridad para Ucrania y Europa?

Sobre el segundo punto Trump ha dado en la cumbre promesas vagas – y nadie le ha retado a ser más preciso y asumir compromisos confiables. Sobre el primer punto, la integridad territorial de Ucrania, Trump se ha negado a hablar. Habló de esto con Putin, pero no con sus supuestos aliados. Ni una palabra. En este momento, los líderes europeos hubieran tenido que ser más insistentes. Era el momento de quitarse los guantes de seda y el lenguaje diplomático. No lo hicieron por el miedo de que el bully, que resulta siendo el hombre más poderoso del mundo, se podía encachimbar. No fueron claros en el cara a cara con Trump, y tampoco en sus declaraciones de prensa. 

En vez de insistir en claridad y compromisos en estos dos puntos esenciales, los líderes europeos se metieron en largas consideraciones sobre si hay que insistir que Putin primero acepte un cese al fuego, como precondición, para luego entrar en negociaciones de paz. 

La pregunta en cuál momento es posible un cese de hostilidades es importante, pero no tiene prioridad sobre la necesidad de aclarar la cuestión de la integridad territorial, las garantías de seguridad que Occidente debe asumir para Ucrania en la postguerra, la membresía de Ucrania en la OTAN y la Unión Europea y una nueva arquitectura de seguridad para Europa. El canciller alemán Friedrich Merz insistió tanto en la cuestión del cese al fuego que Trump se enojó. Pero hubiera sido más productivo provocar la ira del anfitrión, exigiendo a Trump que abandone su postura de aceptar la exigencia de Putin de concesiones territoriales. 

El peligro real es que Trump presente a Zelenski y su país con un “deal”: Si quieren garantías de seguridad para evitar que Rusia les ataque nuevamente en el futuro, yo se lo prometo, pero solo si aceptan ceder a Rusia los territorios ocupados y el resto de la región Donbas que Putin quiere incorporar a su país. Y este peligro, que Trump ni siquiera hace el intento de desmentir, los líderes europeos no han enfrentado. No se atreven a decirle a Trump que si Estados Unidos no participa en el sistema militar para garantizar la seguridad de Ucrania, ellos solos van a asumir esta tarea, porque Europa lo necesita para su propia defensa. Claro, tienen miedo que Trump les va a tomar de la palabra. No están realmente dispuestos a asumir la responsabilidad.

Escondiendo este conflicto debajo de discursos diplomáticos sólo lograron postergarlo. Trump preparará de manera bilateral con Putin la reunión trilateral con Selenski. Los dos van a dejarle sólo dos opciones: o aceptar las condiciones de Putin o seguir la guerra, pero sin poder contar con el apoyo financiero y militar de Estados Unidos. Saliendo de Washington, Selenski ni siquiera puede estar seguro de poder contar con la ayuda financiera y militar de Europa, si la cumbre trilateral fracasa y Selenski no se deja extorsionar. Ahora, lo mínimo que deben hacer los líderes europeos es reunirse entre ellos, incluyendo a Selenski, y firmar un compromiso de garantías militares para Ucrania.

Nadie se ha atrevido a poner en duda la propuesta de Trump de celebrar una cumbre trilateral con Putin y Zelenski. Lo digo yo: Es una mala idea. Serían dos contra uno. Los europeos deberían plantear una alternativa: una cumbre entre Putin y Selenski con participación de Trump y representantes de Europa.

No dudo en las buenas intenciones de los líderes europeos. Saben que la seguridad de Europa depende del desenlace de la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero tienen que perder el miedo a Trump. Ya hicieron todo lo posible, incluyendo humillantes halagos, para convencerlo, de jalarlo a su lado, es tiempo que asuman que no pueden contar con él. 

Paolo Luers
Paolo Luers