A los árboles y las plantas, al igual que a las flores y las mascotas, hay que verlos y hablarles con cariño.
A los árboles y las plantas, al igual que a las flores y las mascotas, hay que verlos y hablarles con cariño.
NOTA DEL DÍA
Hace un tiempo, un científico rodeó un árbol con instrumentos para medir si este tenía alguna clase de sentimientos y descubrió que los árboles y seguramente las plantas en general, como debe ser en todos los seres vivos, son capaces de emocionarse además de que, lo que se sabe desde hace largo tiempo, se comunican entre sí a través de plantas que cubren el bosque y, en particular, los hongos.
A esto se agrega que desde los insectos en adelante sienten dolor, alegría, lo que la mayor parte de nosotros ignoramos cuando se tiran crustáceos y particularmente langostas en agua hirviendo: siente mucho dolor, equivalente al de un hombre a quien queman vivo, la práctica de los tatas curas del Medioevo en Europa, que para reafirmar su poder quemaban vivos y aplicaban las más espantosas torturas a los «herejes», todo en nombre de «dios».
Voltaire, el insigne pensador francés que combatió todos los fanatismos y en particular «eclesiásticos», señalaba la incongruencia de los tatas curas españoles que llamaban «auto de fe» quemar vivos a quienes pensaban distinto a ellos, aun en pequeñas interpretaciones del Evangelio, como de igual manera hicieron Calvino y los protestantes en Suiza con Miguel Servet, quien descubrió la circulación pulmonar de la sangre.
No vamos a hacer de lado los horrores que esos trastocados mentales hicieron al gran genio renacentista Giordano Bruno, a quien quemaron vivo en el año 1600 de nuestra era por sostener no solo que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol sino que en el universo había un número infinito de estrellas.
La misma Biblia, en el libro de Proverbios, habla de cómo en tiempos antiquísimos el buen Dios creó el universo, separó las aguas, instaló la bóveda del cielo y la “esfera” de la Tierra. Pese a ello se creía que nuestro planeta era plano y que después de sus bordes se caía en un abismo infinito, algo que se mostró erróneo tras los viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo y las travesías de los vikingos a tierras remotas.
Un discípulo y amigo de Bruno, Galileo Galilei, escapó de ser quemado vivo pero fue condenado a prisión perpetua en su casa en Florencia, donde el gran genio descubrió los anillos de Saturno, el giro de la Tierra observando el péndulo en la Catedral de Pisa, en el proceso literalmente creando la ciencia, el conocimiento que se basa en las observaciones y el análisis, no en la creencia de que son «los dioses» los que manejan los fenómenos naturales, destronando de tajo a Zeus, Neptuno, Minerva, Eolo, Mercurio, cautivadoras leyendas pero leyendas y nada más.
Esas ingenuas creencias fueron material de mucha de la excelsa poesía y literatura que es el fulgurante fruto de la civilización.
¿Sienten, tienen afectos los árboles? Un apreciado amigo que dejó su tierra natal para vivir fuera cuenta que el gran tamarindo frente a su salón, un majestuoso árbol cuyo fruto era base de refrescos y mucha alegría, sentimientos, ante su partida fue secándose y murió a las pocas semanas…
A los árboles y las plantas, al igual que a las flores y las mascotas, hoy que verlos y hablarles con cariño. Es bien sabido que las vacas dan más leche cuando oyen música clásica, además de ruborizarse cuando las ordeñan.
En un poema musicalizado por el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, el uruguayo Mario Benedetti pregunta:
“los árboles ¿serán acaso solidarios?” /“¿qué revelarán de árbol a árbol? / ¿desde westfalia avisará la encina al demacrado alerce del tirol que administre mejor su trementina? / “¿sabrán por fin los cedros libaneses que su voraz y sádico enemigo no es el ébano gris de Camerún ni el arrayán bastardo ni el morisco ni la palma lineal de Camagüey sino las hachas de los leñadores la sierra de las grandes madereras el rayo como látigo en la noche?”
Dios está en todas partes, no sólo en templos e ideas
Árboles, bosques, grandes ríos, lagos y montañas, tienen su vida propia, sus sentimientos… Dios está por doquier, no aislado en medio de galaxias, pues si los seres humanos sienten e inclusive muchos de ellos «piensan», no puede negarse esa facultad a Dios, quien para Baruch Espinoza, el gran pensador del siglo XVII de nuestra era nacido en Ámsterdam, Dios estaba por todas partes y el universo es una manifestación de su esencia y ser.
La realidad en tus manos
Fundado en 1936 por Napoleón Viera Altamirano y Mercedes Madriz de Altamirano
Director Editorial
Dr. Óscar Picardo Joao
2025 – Todos los derechos reservados . Media1936