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La fábula de la Selecta y del director técnico que nos llevará al mundial…

No podemos esperar resultados distintos si seguimos cometiendo los mismos errores. No hay canteras infantiles y juveniles sólidas.

El fútbol es una industria deportiva del entretenimiento, en dónde todos opinamos, criticamos, juzgamos y podemos dar consejos de lo que se debe o no hacer; en fin, cuando algo toca las emociones e ilusiones de mucha gente nos hacemos cómplices y parte del paquete.

En este artículo me permitiré anotar varias ideas, anatemas, metáforas y hasta algún absurdo, ya que tenemos licencia por ser consumidores regulares y testigos entusiastas del deporte rey.

Siempre he creído que el rector de la Universidad de El Salvador debe ganar más de lo que recibe un técnico de la selección nacional de fútbol. Pero es ridículamente opuesto, los contratos y honorarios de quien dirige a la selecta representa quizá lo que ganan los rectores de las 41 universidades… Obviamente los contratos en los deportes tienen que ver con lo que generan en las audiencias. Un rector, pese a su importante función, dirige la ciencia para un público minoritario, mientras que un futbolista entretiene a millones. 

Pese a lo que genera el fútbol –derechos, patrocinios, apuestas, merchandising, etcétera-  creo que hay ciertos desequilibrios financieros a nivel global que van desfigurando al deporte, y tarde o temprano se crean analogías o correlaciones entre macroeconomía y deportes. Salvo en Chile, uno de los países con mayor desarrollo en la región y con peores resultados futbolísticos, al menos es una esperanza… Como dicen por ahí, en los países más subdesarrollados: gritan más fuerte un gol que una injusticia…

Como dice Eduardo Galeano en “Fútbol a sol y sombra”: el fútbol es uno de los negocios más lucrativos del mundo, el nuevo “Opio de los pueblos”. El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía; y aquí, en esta narrativa afable, aparece la organización más indomable del planeta con fama gansteril: La FIFA, “los dueños de la pelota…”.

Llevamos 43 años repitiendo el mismo error, de hecho, los seres humanos –a diferencia de los animales- podemos tropezar dos o diez veces con la misma piedra; siempre creemos que un técnico mesiánico y extranjero nos llevará al mundial.

La gente se emociona y cree, la gente tiene fe; y los jugadores se persignan antes de entrar al campo de juego, una, dos y hasta tres veces. Pero el milagro no sucede y ni Dios toma partido en las clasificaciones.

No podemos esperar resultados distintos si seguimos cometiendo los mismos errores. No hay canteras infantiles y juveniles sólidas, no hay procesos formativos rigurosos, no tenemos un buen sistema de Educación Física en las escuelas, por lo tanto, no podemos contar con un flujo de potenciales jugadores para escoger a los mejores.

La mayor prueba del fracaso cíclico es el desempeño de los equipos de primera división en los campeonatos regionales; es rarísimo cuando ganan un partido. Hoy hasta los equipos nicaragüenses nos ganan, y estamos en modo de supervivencia con islas caribeñas.

¿No les preocupa a los directivos de la FESFUT que por un milagro clasifiquemos a un mundial?, ¿se han puesto a pensar en el riesgo de repetir el episodio de 1982?, ¿creen que tenemos las condiciones técnicas y deportivas para enfrentarnos a selecciones del primer mundo?

En el fútbol no hay reglas rígidas, a veces un buen equipo tiene una mala racha, las cosas no salen; pero las estadísticas no mienten, clasificar a un mundial en las condiciones actuales sería un riesgo preocupante de ir a pasar un mal rato.

Lo mejor que deberían hacer los dirigentes es olvidarse por unos años de la selección mayor y comenzar a trabajar con niños y jóvenes, a lo sumo con la sub 15, y exigir a los equipos de la liga nacional la creación de una cantera de inferiores bien organizada, e invertir los cientos de miles de dólares que hoy se gastan en la selección mayor en la niñez y juventud.

El Salvador ha tenido dos participaciones en la Copa Mundial de fútbol: primero en 1970 y nuevamente en 1982. Ha competido en los torneos regionales de la Concacaf 15 veces, terminando como subcampeón en 1963 y 1981. Hasta aquí llegó nuestra gloria, de ahí en adelante nada. Por cierto, clasificamos en épocas de gobiernos autoritarios… al rato clasificamos para el mundial 2026.

Más allá de la época de amaños (2012-2013) ¿Cuántos millones de dólares hemos gastado en la selección mayor?, cada uno de estos técnicos internacionales y sus equipos de apoyo han logrado lo mismo: poco y nada: Aníbal Ruiz, Jorge Vieira, Néstor Matamala, José Omar Pastoriza, Milovan Đorić, Kiril Dojcinovski, Marinho Peres, Carlos Cavagnaro, Rubén Israel, Juan de Dios Castillo, Alberto Castillo, Albert Roca, Ramón Maradiaga, Eduardo Lara, Carlos de los Cobos, Hugo Pérez, Rubén de la Barrera, David Dóniga, Hernán Gómez.

Hablemos también del falso patriotismo y nacionalismo que genera la “Selecta”; mucha pasión, unidad y entusiasmo a la hora de cantar el himno, mucha emoción ante las jugadas y los goles, pero agreguemos el racismo, los insultos, la violencia o el abuchear el himno del rival, ¿esto es loable…? Sabemos que es parte de un “fenómeno de masa” o un proceso de “conducta contagiosa”, pero no es lo mejor de nuestra cultura nacionalista.

“Jugamos como nunca y perdimos como siempre” reza un dicho popular, pero seguimos creyendo que un técnico nos llevará a la gloria de un mundial. Pero hoy por hoy, pese a las virtudes no tenemos ese par de jugadores de 1.90 mts, fundamentales –portero, delantero, etc.- imprescindibles para el juego aéreo, que podríamos identificar y formar; tampoco tenemos un buen goleador ni un buen arquitecto centrocampista. Solo tenemos demasiada afición para tan poca selección…

Al final, clasificar o no, poco y nada va a cambiar la estructura y organización de nuestro fútbol nacional, deberíamos pensar en el futuro, arriesgándonos a pensar y soñar en algo mejor. Mientras tanto seguimos con la fábula y esperando al técnico milagroso que nos llevará al mundial. 

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Director Editorial / oscar.picardo@altamiranomedia.com

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