Para cambiar un país, se necesita amarlo, y no me refiero a cantar a todo pulmón el himno en un partido de la Selecta.
Para cambiar un país, se necesita amarlo, y no me refiero a cantar a todo pulmón el himno en un partido de la Selecta.
Hace unos dos años me mudé de casa, y, al botar todo lo que uno siempre bota, me encontré con el esquema de una clase de los tiempos cuando enseñaba una materia titulada «Gobierno Comparativo “en un colegio bilingüe. El tema era «Cómo Cambiar un País» y la fecha era el 11 de septiembre del 2001, día del ataque a las Torres Gemelas.
Veinticuatro años después, quiero compartir esa clase que nunca di con mis alumnos de ayer, hoy, mañana y los que nunca lo serán.
¿CÓMO CAMBIAR UN PAÍS?
«Cambiar un país, jóvenes, no es cambiar sistemas políticos, ni partidos. Cambiar un país no es ni privatizar, ni nacionalizar. Tampoco es construir ni destruir lo físico y lo histórico. Cambiar un país comienza por la voluntad de cada ciudadano de cambiarse a sí mismo para cambiar su entorno, de atreverse a romper paradigmas, de aprender a dialogar y, sobre todo, romper ese esquema clasista que nos corroe. El clasismo va de arriba para abajo y también, de abajo para arriba. El clasismo crea envidias y resentimientos, y el resentimiento es lo que destruye lo más profundo del alma de una nación.»
«Para cambiar un país, se necesita una visión nueva de la riqueza. No es cuestión de socialismo o capitalismo, es cuestión de justicia. En nuestro país, desafortunadamente, la riqueza se creó partiendo del abuso de poder sobre los pobres y vulnerables. Eso creó un patrón generacional. ¿Conocen la historia de las fincas de café que tenían fichas? Eso comenzó hace casi un siglo y medio. Y desde entonces, este país decidió reservar las oportunidades para unos pocos. La verdadera distribución de la riqueza es cuándo hay oportunidades educativas para todos, oportunidades de trabajo para todos, oportunidades de movilidad social para todos, sin importar de dónde provengan, ya sea de un cantón o de una mansión. Y de paso, se cambia un país cuándo exhibir la riqueza se convierte en algo de mal gusto y exhibir cultura y educación, algo de buen gusto.»
«Para cambiar un país, se necesita amarlo, y no me refiero a cantar a todo pulmón el himno en un partido de la Selecta. Amar a un país significa estar orgulloso de nuestras raíces, aceptar los errores del pasado y el presente, hacer de la política algo del cerebro y no del hígado. Significa pagar impuestos y respetar las leyes. Amar a un país es hacerlo grande con una conducta ética y honesta en todos los ámbitos. Sobre todo, cambiar un país significa respetar la vida humana en TODO sentido. No es sólo cuestión de aborto o no aborto, sino de que niños, jóvenes, adultos y ancianos tengan una vida digna»
» A través de los años, El Salvador ha buscado un gobierno que les resuelva los problemas, pero nunca hemos buscado resolverlos nosotros, los ciudadanos. Cuando lo hemos hecho, ha sido con violencia , que sólo engendra más violencia. Un cambio estructural de país viene cuando nosotros, los que estamos en este salón, los privilegiados, decidimos usar nuestro privilegio para el bien del país. Cuando nos convertimos en servidores públicos, para beneficio de toda una nación.»
Y la tarea era: escribir un ensayo de quinientas palabras sobre cómo cambiar El Salvador.
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