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La Chelona, la migración y la Huella Salvadoreña en Japón

La historia migratoria del país está llena de rostros anónimos que, como la Chelona, han demostrado disciplina, esfuerzo y resiliencia

En la reciente Asamblea de la Asociación Salvadoreña de Exbecarios de Japón (ASEJA), conmemorando nuestro 30 aniversario y coincidiendo con los 90 años de amistad entre El Salvador y Japón, el embajador de Japón en nuestro país pronunció unas palabras que resonaron profundamente: «El salvadoreño más conocido en Japón es Jaime Rodríguez, la ‘Chelona’, futbolista que dejó huella en la liga japonesa en los años noventa».

Más allá del reconocimiento deportivo, este comentario refleja una verdad más amplia: los salvadoreños, a través de la migración y la cooperación, hemos sabido insertarnos en distintas sociedades y abrir espacios en áreas tan diversas como el deporte, la ciencia, el arte, la política y la academia.

La historia migratoria de nuestro país está llena de rostros anónimos que, como la Chelona, han demostrado disciplina, esfuerzo y resiliencia. Los migrantes salvadoreños en Estados Unidos sostienen a miles de familias con remesas que representan más del 25 % de nuestro PIB. Pero también hay compatriotas que, lejos de los reflectores, contribuyen en hospitales, universidades, fábricas y empresas en Europa, Canadá, Japón y otros lugares del mundo.

Desde ASEJA, hemos visto cómo la cooperación con Japón ha transformado la vida de cientos de profesionales salvadoreños. Muchos de nosotros fuimos formados en tierras niponas bajo la rigurosidad académica y el espíritu de disciplina que caracteriza a Japón. Hoy, con orgullo, devolvemos esos conocimientos a nuestro país en proyectos comunitarios, iniciativas académicas y propuestas técnicas que buscan el desarrollo de El Salvador.

El 30 aniversario de ASEJA nos invita a reflexionar sobre el papel que jugamos como puente entre ambas naciones. No se trata únicamente de la formación técnica recibida, sino también de los valores aprendidos: el respeto, la puntualidad, la responsabilidad social. En paralelo, los 90 años de amistad diplomática entre Japón y El Salvador son un recordatorio de que la cooperación internacional, cuando se basa en la confianza mutua, tiene un impacto duradero en los pueblos.

La migración salvadoreña, en todas sus expresiones, debe ser vista no como una fuga de talento, sino como una fuerza global que nos conecta con el mundo. La Chelona lo hizo con un balón en los estadios de Japón. Otros lo hacen con su fuerza de trabajo, en sectores productivos como la construcción en EEUU o en laboratorios, aulas o emprendimientos en diferentes rincones del planeta. Todos, de una u otra forma, llevan consigo la identidad salvadoreña.

Hoy, desde ASEJA, reafirmamos nuestro compromiso de seguir siendo un canal para que la experiencia de los exbecarios en Japón contribuya a un El Salvador más justo, innovador y próspero. Porque en cada migrante, en cada profesional formado en el extranjero, y en cada vínculo de amistad con naciones hermanas, se siembra la esperanza de que nuestro país puede salir adelante.

¡Que florezca siempre la amistad entre El Salvador y Japón, como florecen el sakura en Japón y el maquilishuat en nuestra tierra!

Director Asociación agenda migrante El Salvador 

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