El saqueo que el chavismo perpetró en Venezuela se repite en los populismos que se han entronizado en estas tierras.
El saqueo que el chavismo perpetró en Venezuela se repite en los populismos que se han entronizado en estas tierras.
NOTA DEL DÍA
¿“Ustedes saben cuál fue el pecado que cometió Venezuela? El pecado de idolatría” (…)
“Porque a Venezuela le vendieron una idea: que el difunto presidente (Hugo Chávez) era dios. Y muchos venezolanos creían y decían que ese presidente era el ‘comandante supremo’, ‘el eterno’. Le sacaron un padrenuestro y cambiaron el Padrenuestro; cambiaron el Credo y se lo pusieron a él. Se burlaron de Dios. Abandonaron la Iglesia por el gobierno, por la política. Creyeron que (Chávez) era dios y eso es un pecado mortal”.
“Queremos que el mundo sepa que hasta que Venezuela reconozca el pecado de idolatría de haber adorado a ese hombre, jamás se levantará…”
“Hugo Chávez robó tanto dinero, tenía tanto dinero, y el día que se murió no se llevó tan siquiera un bolívar, porque él solo era un administrador que malgastó y robó, hizo lo que quería, que Dios le perdone…” “Si no se llevó nada es porque no era de él… él pensó que era de él, pero no era de él; perdió la oportunidad de hacer el bien, porque con el dinero hizo el mal. Ahora todo un país está en ruinas…”.
“Con el dinero robado y mal ganado que le quitó a los venezolanos, Chávez se hizo amigo de Cuba, le dio petróleo a China, a Rusia, Ecuador, Bolivia, se los ganó a todos con la plata de los venezolanos…. Se ganó a tantos, con el dinero de el? No, de nosotros, y a nosotros nos dejó en la miseria…”.
Estas palabras del sacerdote venezolano Luis Toro, un predicador muy popular en Latinoamérica, exponen el saqueo que el chavismo perpetró en Venezuela y que se repite en los populismos que se han entronizado en estas tierras y que se venden como Robin Hood que roban a los ricos para darle a los pobres, pero en estos casos roban parejo y no reparten nada.
La leyenda de Robin Hood fue tomando cuerpo desde el siglo XIV, oscilando entre la imagen de un bandolero a quien los alguaciles buscaban para ajusticiarlo hasta el benefactor de los oprimidos, una especie de defensor de los derechos humanos de la época.
Lo que en la actualidad forma la imagen pública son los filmes de Hollywood, algunos de los cuales retratan como villano al Rey Juan Sin Tierra, el hermano de Ricardo Corazón de León, quien a la vuelta de una Cruzada fue secuestrado por monarcas alemanes y estuvo cautivo por dos años hasta que se pagó el rescate.
El contraste del buen Robin, del benefactor, se encuentra en la figura de los que para enriquecerse roban sin piedad a los pobres más y más, en forma insaciable, que bien pueden llamarse los “robapobres», que no descansan en montar esquemas para el saqueo que perpetran, la loca sed por lo ajeno y particularmente a sus connacionales…
Robapobres es el cabecilla colombiano al frente de la narcodictadura venezolana, como lo es el criminal de guerra Putin, que además de bienes roba las vidas de aquellos que manda al frente, incluyendo a los quince mil infelices norcoreanos que Kim Jong-un envió a Putin y los mercenarios del grupo «Wagner».
Cuando uno cree haber visto todos los ardides para robar, no solo a los pobres sino a mansalva, a todo el que se deja, estrenan nuevas mañas, son enormemente «creativos».
Hay «escuelas para ladrones», una de ellas el muñeco lleno de campanitas en el cuerpo, al que el aspirante a ladrón tiene que despojar de su billetera y de las monedas en sus bolsillos sin que suenen, sin disparar por así decirlo «las alarmas».
Una vez listo, el ducho ladrón y el resto de graduados se dispersan por capitales y ciudades por todo el mundo, lo que encierra una muy importante advertencia: cuando se sale de viaje hay que dejar todo lo de valor en casa, pulseras, relojes de valor, pendientes importantes.
En nuestro suelo la maña es caer encima de los ahorros de los trabajadores, una práctica que inició un sujeto vinculado al régimen de aquel entonces, descrito como una «bola de cebo» y que pagaba el UNO por ciento de interés a los dineros que robaban, lo que es un uno por ciento más de lo que en estos momentos NO paga a los ahorros que frescamente se embolsa, lo que llevó a decir a muchos de los afectados que más tarde «ni la mano les van a dar…»
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