Nadie niega que la vida en El Salvador es cara y los precios de los productos están muy por encima del poder adquisitivo del salvadoreño. Por eso mismo, lo que sorprende es la falta de lógica financiera.
Nadie niega que la vida en El Salvador es cara y los precios de los productos están muy por encima del poder adquisitivo del salvadoreño. Por eso mismo, lo que sorprende es la falta de lógica financiera.
Hablemos del trending topic en El Salvador: el aguinaldo adelantado. Haciendo caso omiso de todas las teorías que se manejan en las redes sociales, yo he tratado de entender por qué se esta pagando el aguinaldo en octubre y qué beneficios trae.
Tratando de ver las perspectivas halagüeñas, me he planteado tres escenarios.
El primero es que se quiere dar antes de levantar el presupuesto institucional 2026 para ver cuánto es el desembolso global.
El segundo, que muchos salvadoreños se endeudan en octubre con los pagos del siguiente año escolar, que después pagan con el aguinaldo, y el sector público es el mayor empleador, así que es una manera de aliviar a gran parte de los trabajadores y, en efecto, dinamizar la economía en «meses muertos».
El tercero es que se le quiere dar algún tipo de incentivo a la empresa privada porque, aunque el gobierno es el mayor empleador, este no produce sino que genera deuda que se paga con el impuesto recaudado del sector privado. Y no se ofenda, estimado militante. Esto es una verdad en todos los países del mundo.
Técnicamente, el «aguinaldo» no tiene que darse en diciembre. El aguinaldo es básicamente una gratificación que el empleador da a sus empleados. El término aguinaldo también se usa para describir un regalo de Navidad o los Reyes Magos.
En otras palabras, se entregaba, por costumbre y por ley, en diciembre, pero igual se podría haber entregado en Semana Santa. Y ahora, con el cambio de ley, se puede entregar en octubre. Y como esta es una columna de opinión, no de suposición, les voy a dar mi OPINIÓN al respecto.
Independientemente de la razón (la cual descubriremos en diciembre) por la cual se cambió la ley, lo preocupante es lo que se lee en los comentarios: «Ya no vamos a tener nada para diciembre». Preocupante porque demuestra que El Salvadoreño no sólo está sumamente endeudado, sino que, como he dicho durante años, no tiene una visión clara del ahorro. El aguinaldo, mis estimados, no es para gastárselo en el estreno, el pavo, los supermorteros o el viaje a Colombia, a menos que se esté solvente. El aguinaldo tampoco es una bomba de tiempo que explota si no se gasta. Así que si lo necesita en diciembre, métalo en un certificado de ahorro por un mes. Va a ganar centavos, pero al menos no lo va a tocar.
Nadie niega que la vida en El Salvador es cara y los precios de los productos están muy por encima del poder adquisitivo del salvadoreño. Por eso mismo, lo que sorprende es la falta de lógica financiera. Cuando pregunté qué se hacía con el aguinaldo, muchos me vieron como que fuera tonta. «¿ Y no es para pagar los gastos de Navidad, pues?», me soltó uno. Sin embargo, otros dieron propuestas coherentes que sería bueno que todos pusiéramos en práctica
Mi amiga Lola ve el aguinaldo como «una limpia anual». Su aguinaldo es mayor a los $1,500 (dichosa) y su empresa la indemniza anualmente desde hace quince años. Todos los diciembres trata de dejar sus deudas a cero y guarda un poco para Navidad. Aunque el uso de Lola del aguinaldo no es el óptimo (dijimos que lo podía decir, Lola), si es adecuado. Si se ha producido una deuda, lo lógico es saldarla antes de generar nuevas.
Rosa es una persona tan ordenada con su sueldo (un poco mayor al mínimo) que no tiene deudas. No sorprende, porque es contador. Con su aguinaldo, ella abre un certificado de ahorro a un año plazo cada año. Cada año, cuándo se vence el certificado, lo saca y le añade el aguinaldo de ese año. Tiene dos hijos y, para tener un colchón, desde enero practica un tipo de ahorro (que nunca pude imitar, a pesar que lo he intentado) de ir metiendo en un bote cantidades múltiplos de cuatro, según la semana del mes. Por ejemplo $2 la primera semana, $8 la segunda, $24 la tercera y $32 la cuarta. Al final del mes, deposita eso en una cuenta de ahorros. Cuando llega Navidad, tiene ya un colchón para los regalos. El total de este ahorro para regalos es de aproximadamente $700.00 cada diciembre.
Luis es un estudiante de administración que gana el mínimo y que recibe indemnización anual . Su aguinaldo lo divide entre la matrícula del próximo ciclo y doble pago de la cuota de su moto. Lo que sobra lo utiliza para su estreno o algo que quiera hacer. La juventud no es sinónimo de mala planificación financiera.
Margarita tiene una maestría en comparar precios. Muchas veces el mismo ítem (necesario o no) está más barato en otro comercio o incluso en el mismo comercio, pero en línea. Margarita es fanática de las compras en línea por dos razones. La primera: «Uno se infarta con el total antes de pagar, algo que no ocurre en un almacén, y por lo tanto, puede modificar la compra», me dijo riéndose.
La segunda: puede dejar el carrito por horas y tomarse el tiempo de decidir si lo necesita o no. El 80% de las veces es no. Sin embargo, toma ventaja de las promociones que hay en línea desde octubre. «Yo no voy a recibir aguinaldo hasta diciembre, pero si lo recibiera ahora, no habría mucha diferencia», me dijo. Ella, además tiene una cuenta bancaria «para gastos varios», que alimenta durante el año. El aguinaldo salda deudas y lo que sobra, va a esa cuenta. «Hay años que está gordita, años que no. Pero siempre opero con parte del aguinaldo del año pasado».
Le den su aguinaldo en octubre, junio o diciembre, lo importante es que el uso que le dé sea para beneficio de su economía personal. Antes de hablar de economía nacional es importante hablar de economía personal. Si en enero va a necesitar un extrafinanciamiento para pagar sus gastos navideños, difícilmente va a poder navegar la situación económica nacional.
Educadora
La realidad en tus manos
Fundado en 1936 por Napoleón Viera Altamirano y Mercedes Madriz de Altamirano.
Facebook-f Instagram X-twitter11 Calle Oriente y Avenida Cuscatancingo No 271 San Salvador, El Salvador Tel.: (503) 2231-7777 Fax: (503) 2231-7869 (1 Cuadra al Norte de Alcaldía de San Salvador)
2025 – Todos los derechos reservados