Adicciones

Algo nuevo y muy actual es la tempranísima edad a la que algunos jóvenes y adolescentes caen, pantallas mediando, en comportamientos adictivos.

Carlos Mayora Re

El modo como funciona nuestra mente implica una tendencia a la adicción; entendidas éstas como una condición crónica y recurrente del cerebro, caracterizada por la búsqueda compulsiva de recompensa o alivio a través del uso de sustancias o comportamientos, a pesar de las consecuencias negativas que su recurrencia puede causar en la persona que cae en sus redes.

Una adicción implica una pérdida de control sobre el consumo de sustancias, dificultad para dejar de usarlas o realizar conductas adictivas, además de un apetito intenso que cada vez necesita más “dosis” o experiencias más fuertes para tranquilizar o satisfacer el deseo. Se caracterizan, también. por provocar un síndrome, o conjunto de signos y síntomas, provocado por la abstinencia de la sustancia o de la conducta adictiva. 

Hasta hace pocos años la palabra adicción se identificaba, simplemente, con drogas y alcohol. Sin embargo, en estos tiempos las adicciones a comportamientos están cada vez más presentes, quizá debido a la facilidad de encontrar, Internet mediante, satisfacciones y recompensas que han hecho del ciberespacio su terreno natural, adicciones como la ludopatía (una vieja adhesión ahora “modernizada”), la asequibilidad omnímoda de la pornografía, la facilidad de acceder 24/7 a video juegos, a las redes sociales, a las apuestas digitales, a las compras por Internet, al sexo sin intermediarios, a las novelas y publicaciones eróticas… Lo que antes se conseguía con dificultad, esfuerzo, relativamente mucho dinero y vergüenza, ahora se obtiene de manera anónima y con una inmediatez insólita. 

Algo nuevo y muy actual es la tempranísima edad (12, o 13 años) a la que algunos jóvenes y adolescentes caen, pantallas mediando, en comportamientos adictivos. Una situación que no deja de pasar factura en el corto plazo, como explica Jonathan Haidt en su último libro: “La generación ansiosa”, en el que estudia el alarmante crecimiento de enfermedades y condiciones psicológicas complejas en adolescentes y adultos jóvenes. 

Así la Internet y el ciberespacio son factores importantes, pero no únicos, entre las causas de esta ola de problemas psicológicos tales como anorexia, bulimia, ortorexia, obsesión por comer, vigorexia, dismorfias corporales, baja autoestima en personas cada vez más jóvenes, e intervenciones quirúrgicas con finalidad estética. 

Sin embargo, la accesibilidad que da el mundo digital a todas estas conductas que, con frecuencia, terminan siendo adictivas no tiene que ver exclusivamente con su facilidad de acceso. 

En todos los casos las conductas adictivas terminan arraigándose debido a la hipertrofia del mecanismo cerebral que consiste en la segregación de dopamina ante estímulos placenteros, un neuro transmisor cuya función “es avisar de que una situación o sustancia es importante para la supervivencia. Así, cuando nos asomamos a una conducta placentera se aumenta la liberación de dopamina, y el cerebro avisa de que ‘eso es importante’, de modo que a partir de entonces numerosas conexiones de distintos núcleos cerebrales se van generando con la intención de aprender cómo se ha logrado hacer esa conducta placentera e intentar interiorizarla, para repetirla cada día, creando un hábito”.

Ahora bien, el hecho de que haya un mecanismo fisiológico que sustente haber formado un hábito, o caído en una adicción, no es un atenuante de la responsabilidad personal que lleva a las personas a buscar sustancias, o conductas que terminan en un proceso adictivo. 

Pues en los primeros estadios de la adicción, ésta no se ha arraigado de tal modo que no se pueda erradicar con cierta facilidad. 

El problema se agrava cuando se expone a niños, niñas y adolescentes a entrar en contacto con situaciones que pueden llegar a ser adictivas pues, por definición, debido a su falta de madurez, los menores de edad no tienen ni los recursos morales, ni los mecanismos psicológicos que sí tiene una persona adulta, para darse cuenta -y en todo caso evitar- que se está uno exponiendo a una situación proclive a generar una conducta adictiva.

Ingeniero

Carlos Mayora Re
Carlos Mayora Re