Los vuelos con salvadoreños deportados desde Estados Unidos arriban al menos dos días a la semana. Este miércoles 17 de diciembre, otro grupo de connacionales llegó al país, aunque no se trata de un retorno voluntario.

Por la tarde, un autobús con salvadoreños deportados desde el estado de Luisiana ingresó a las instalaciones de la Gerencia de Atención al Migrante, ubicada sobre Final Bulevar Coronel Arturo Castellanos, Colonia Quiñonez, en San Salvador. En este lugar, la escena se repite: un reencuentro familiar entre lágrimas y la incertidumbre.

A medida que el autobús se detiene, se observa que algunas de las personas retornadas llegan vestidas totalmente de blanco, una imagen característica de quienes han transitado por los protocolos de custodia y traslado de las autoridades estadounidenses. Esta vestimenta o uniforme contrasta con la diversidad de historias y años acumulados fuera de las fronteras salvadoreñas.

En las afueras de la Gerencia, el panorama es de ansiedad y esperanza. Decenas de familiares se aglomeran en la entrada, con la mirada fija en los portones, esperando el momento en que sus seres queridos son liberados tras el proceso de registro. Entre abrazos contenidos y llamadas telefónicas, la espera se vuelve eterna para quienes no abrazaban a los suyos desde hace años.

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Según el testimonio de un salvadoreño retornado, que prefirió mantener el anonimato por temor, la escala de las deportaciones actuales es masiva. El hombre relató que, en su trayecto, al menos 180 personas viajaban en un solo vuelo. Además, confirmó que la movilización desde los centros de detención en EE. UU. fue doble: mientras un avión despegaba con rumbo a El Salvador, un segundo transporte partía simultáneamente hacia Guatemala, evidenciando una operación de retorno coordinada a gran escala en la región.

Esposados hasta el último momento

Testimonios de retornados que prefirieron el anonimato revelan las estrictas y severas medidas de seguridad de las autoridades del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

Según relatan, los migrantes permanecen esposados durante casi todo el trayecto transcontinental. «Solo nos quitan las esposas 30 minutos antes de aterrizar», explica uno de los hombres que descendió del bus.

Las quejas sobre el trato recibido son constantes entre quienes se atreven a hablar. «A los hispanos nos tratan como animales», sentencia uno de los deportados, quien describe un ambiente de hostilidad por parte de las autoridades de inmigración estadounidenses antes de ser entregados a las autoridades salvadoreñas.

El Salvador: Un país extraño tras años de ausencia

Entre los rostros que descendieron se encuentra el de Nohemy Castillo, quien hace nueve años partió hacia los Estados Unidos con la esperanza de construir una vida distinta. Hoy, casi una década después, el ciclo del sueño americano se cerró abruptamente, con su retorno a un país que ha cambiado en su ausencia.

A diferencia de otros momentos, el ambiente en las afueras de las oficinas de Atención al Migrante estuvo marcado por el hermetismo. La mayoría de los retornados evitaron el contacto con la prensa, reflejando el impacto emocional y la incertidumbre que conlleva la deportación.

El sentimiento de desarraigo quedó plasmado en la breve frase de un joven que, al salir del centro de atención, confesó con desconcierto: «No conozco aquí». Sus palabras resumen la realidad de muchos migrantes que, tras años en el extranjero, regresan a una tierra que se ha convertido en un territorio desconocido.

Un familiar rompe en llanto al salir de las oficinas de Migración. Tras horas de espera, recibió una noticia devastadora: su ser querido no llegaría en el autobús a la Gerencia de Atención al Migrante, pues había sido detenido por las autoridades inmediatamente después de aterrizar en el Aeropuerto Internacional Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

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Este incidente subraya otra realidad: para algunos retornados, el fin del sueño americano en Estados Unidos marca el inicio de un proceso judicial pendiente en suelo salvadoreño.

Según cifras oficiales, de enero a noviembre de 2025 se han recibido 145 vuelos federales desde Estados Unidos, con salvadoreños deportados (ver nota secundaria). De estos, 119 vuelos arribaron sólo hasta el mes de agosto.