La familia Serpas lleva 15 años visitando la basílica de Antiguo Cuscatlán. Adonay Serpas comparte el milagro obrado en su nieta, quien nació prematura; atribuyen a la intercesión de la Virgen de Guadalupe su vida. Foto EDH/ Jorge Reyes
Feligreses de diversas comunidades se congregan en la basílica de Antiguo Cuscatlán para rendir tributo a la «Morenita del Tepeyac». Foto EDH/ Jorge ReyesLa servidora de la iglesia Silvia Ascencio es la encargada de colocar las velas encendidas de una feligrés de la Virgen de Guadalupe. Foto EDH/ Jorge ReyesCada diciembre, la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en Antiguo Cuscatlán, se convierte en el epicentro de la fe y devoción de miles de salvadoreños que rinden homenaje a la Virgen Morena. Foto EDH/ Jorge ReyesCon flores, velas y hasta sombreros, los feligreses acuden a la parroquia para conmemorar la aparición de quien es considerada la Patrona de América. Foto EDH/ Jorge ReyesCarmen Perez y Jorge Crespin, en la basílica de Guadalupe, con fervor hacia la Virgen por haberlos salvado de un accidente de tránsito. Foto EDH/ Jorge ReyesLos feligreses católicos llegaron a venerar a la Virgen de Guadalupe. Foto EDH/ Jorge ReyesLos feligreses hacen largas filas y se acercan a dar gracias por los milagros. Foto EDH/ Jorge Reyes Entre las ofrendas más tiernas se encuentran los sombreros que los niños dejan como símbolo de su devoción, y las cartas llenas de la inocencia de un pequeño devoto encontradas en la basílica de Antiguo Cuscatlán. Foto EDH/ Jorge Reyes La servidora Conchita de Ríos ha sido testigo de este inmenso amor, recibiendo el caudal de flores que los creyentes depositan. Foto EDH/ Jorge ReyesLa familia Serpas lleva 15 años visitando la basílica de Antiguo Cuscatlán. Adonay Serpas comparte el milagro obrado en su nieta, quien nació prematura; atribuyen a la intercesión de la Virgen de Guadalupe su vida. Foto EDH/ Jorge ReyesJosé Sorto, de siete años, y Ángel Sorto llevaron unas rosas a la Virgen de Guadalupe. Foto EDH/ Jorge ReyesUna carta a la Virgen de Guadalupe que un pequeño dejó en la basílica de Guadalupe, en Antiguo Cuscatlán. Foto EDH/ Jorge Reyes
