Reseña literaria | Cuentos que atrapan

Un niño jugaba en la casa de la abuela y estaba al cuidado de su padre, pero en unos minutos la vida de la cambió por completo. Se tragó una batería, de esas redondas que traían las calculadoras de antes…el litio dañó el esófago y aunque los padres lo llevaron al médico, y lo operaron en varias ocasiones, el niño dejó de hablar. Ese hecho es narrado por él mismo, con sus ojos de niño, con su experiencia de niño, y cuenta cómo vivió la transformación en su casa después que se convirtió en un niño que no hablaba, de cómo cambió la relación sobre todo con su padre que dejó de mirarlo como lo hacía porque no lo escuchaba. Lo perdió en la carretera porque no lo escuchaba. Y realizó que aquello que lo hacía visible era su voz y eso lo marcó para siempre. “Ha perdido una capacidad cuyo circuito está conectado también al abrazo. No puede soltarme ni puede agarrarme. Tengo el mismo tamaño de una semana atrás, pero hay algo en sus abrazos que ya no me reconoce, algo que está desajustado”. Este es “El ojo en el garganta” uno de los seis relatos que conforman el libro “El buen mal” de la escritora argentina Samanta Schweblin y publicado por Random House, 2025. La escritora lleva al lector a mundos oníricos para conocer desde adentro al alma humana, a aquella que sufre, a la que ha perdido, a la que le duele y por medio de un lenguaje que atrapa …

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Un niño jugaba en la casa de la abuela y estaba al cuidado de su padre, pero en unos minutos la vida de la cambió por completo. Se tragó una batería, de esas redondas que traían las calculadoras de antes…el litio dañó el esófago y aunque los padres lo llevaron al médico, y lo operaron en varias ocasiones, el niño dejó de hablar.

Ese hecho es narrado por él mismo, con sus ojos de niño, con su experiencia de niño, y cuenta cómo vivió la transformación en su casa después que se convirtió en un niño que no hablaba, de cómo cambió la relación sobre todo con su padre que dejó de mirarlo como lo hacía porque no lo escuchaba. Lo perdió en la carretera porque no lo escuchaba. Y realizó que aquello que lo hacía visible era su voz y eso lo marcó para siempre.

“Ha perdido una capacidad cuyo circuito está conectado también al abrazo. No puede soltarme ni puede agarrarme. Tengo el mismo tamaño de una semana atrás, pero hay algo en sus abrazos que ya no me reconoce, algo que está desajustado”.

Este es “El ojo en el garganta” uno de los seis relatos que conforman el libro “El buen mal” de la escritora argentina Samanta Schweblin y publicado por Random House, 2025.

La escritora lleva al lector a mundos oníricos para conocer desde adentro al alma humana, a aquella que sufre, a la que ha perdido, a la que le duele y por medio de un lenguaje que atrapa y envuelve va descubriendo mundos y sobre todo almas perturbadas.

Como el caso de la mujer que decide finalizar su vida como si fuera Virginia Woolf, pero tenía miedo y se hizo un cinturón de piedras que podía soltar en caso de arrepentirse, esposa y madre, era invisible para los de su casa, incluso cuando salió del lago llena de algas y oliendo a agua estancada.

Quedo ahí como flotando, sin saber qué hacer. Y es entonces, en ese momento, cuando recuerdo haber pensado ¿y si esto es todo? Dudar suspendida el resto de la eternidad: el primer miedo real que tuve ese día. No ser capaz de avanzar ni de retroceder, nunca más, en ninguna dirección”.

El dolor y la angustia se palpan en las páginas, la desesperación la transmiten las letras. Ella mojada, ella corriendo, ella escondiéndose, ella invisible. Pero alguien la ve y ese alguien le ayuda a perder las ganas de volver a saltar al agua, le enseña a despellejar una liebre, y le muestra la forma de sobrevivir al caos.

En estos cuentos hay muertes reales y hay muertes aparentes. Hay escondites y escapes, hay amores y desamores, hay perdón y rencores. Hay gatos que atraviesan mundos y caballos que ayudan a escapar del dolor. ¿Puede la locura ser hermosa o solo es una forma de escapar del dolor?.

Schweblin deja huellas y aparece en los tejados como los gatos, o en los azulejos de los baños en marcas como sellos y sobre todo no deja a nadie indiferente.

Óscar Picardo Joao
Óscar Picardo Joao