La Azul y Blanco remontó a los canaleros un partido que la gente aún recuerda con alegría, un milagro que vive en la memoria
La Azul y Blanco remontó a los canaleros un partido que la gente aún recuerda con alegría, un milagro que vive en la memoria
Este viernes, El Salvador se enfrenta a Panamá por eliminatorias mundialistas en un escenario con múltiples matices que recuerdan a la gesta de 2008. Bajo un diluvio, la gente y el equipo no dejó de creer.
Se perdió en la ida por 1-0, y se caía por 0-1 en el estadio Cuscatlán al medio tiempo ante una Selección que lucía superior. Pero existía en el ambiente, en el sentir de la afición, de los jugadores, del cuerpo técnico, la sensación de que se podía remontar para clasificar a la tercera ronda de las eliminatorias hacia Sudáfrica 2010. Esto pese a que también entre la gente, entre la prensa local, se daba por eliminada a la Selecta antes de la serie.
Mario González y el susto del día en entreno de la Selecta
Pese a ello, tanto para esa ocasión como para esta, la prensa panameña advertía que el resultado de 1-0 de la ida era corto teniendo en cuenta que cerraban en el estadio Cuscatlán.
Y ni cuenta se dieron que Felipe Cañadas, preparador de arqueros de la Azul y Blanco, se coló como supuesto empleado del estadio para ver el entreno a puertas cerradas de los canaleros. Hoy, no hace falta, la tecnología permite tener mucho más estudiados a los rivales, ya no hay secretos.
Ese 22 de junio de 2008, los meteorólogos habían anunciado que llovería, como había pasado casi durante toda la semana, como en esta. Ese día, la afición respondió topando el coloso de Montserrat, y para este viernes, ya no hay boletos disponibles. Ese día, no se vendió alcohol adentro del estadio; en este, tampoco se podrá.
Ese día, José Luis Garcés adelantó a los calanerlos apenas al 14′, y se venía la noche para los salvadoreños y la lluvia torrencial también. El primer tiempo acabó así, y todo parecía perdido, una vez más, para la Selecta Cuscatleca. En el medio tiempo, Carlos De los Cobos, el entrenador, recordó las palabras del capitán argentino de rubgy Agustín Pichot. Palabras más, palabras menos, les pidió que no les quedara nada en el tanque, que lo dejaran todo por la historia, por la familia.
Pudo más la fuerza de todo el equipo, la fe, el aliento desde las gradas para volver realidad el «¡sí se puede!». Al volver del descanso, el grito era que se podía, que los panameños no tenían nada, y el convencimiento era de todo mundo. Pero los minutos pasaban, y nada ocurría, más allá de que El Salvador se salvó en una que tuvo Blas Pérez.
Entonces, en el tramo final, ocurrió el milagro. Cheyo Quintanilla empató al 70′ con un tiro libre. Carlos Rivera se fue expulsado por falta en el área a Cheyo, y este puso el segundo de penal al 80′. Y en el 89′, Luis Anaya se descolgó de la defensa, avanzó por derecha, amagó, recortó y sacó un disparo que iba afuera, pero en la trayectoria se desvió en el cuello de Chepe Martínez, lo que descolocó al meta Jaime Penedo para desatar la locura.
Bajo la lluvia, el llanto, los gritos, cualquiera se abrazó con cualquiera, salvadoreños todos, celebrando un imposible. ¡Sí se pudo!. ¿Este viernes habrá milagro?
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