La doctora Goodall hizo importantes contribuciones al conocimiento de los chimpancés desde una época en que se conocía muy poco
La doctora Goodall hizo importantes contribuciones al conocimiento de los chimpancés desde una época en que se conocía muy poco
La fotografía es conmovedora y dice más que mil palabras. En ella se observa a Jane Goodall en cuclillas alargando su mano derecha hacia el pequeño Flint, un joven chimpancé que la conoce. Flint hace lo mismo y la fotografía se produce cuando ambas manos casi se tocan. Imposible no asociar esta imagen con la de La Creación de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina en la que Dios extiende su mano hacia la de Adán, infundiéndole vida. En la pintura se reconoce la relación de Dios con el Hombre, en la fotografía lo que debería ser la relación del Hombre con los animales.
Jane Goodall murió el día de ayer de forma apacible y por causas naturales mientras estaba en una gira de conferencias en los Estados Unidos. Tenía 91 años, la mayor parte de los cuales dedicó al estudio de los chimpancés. Su involucramiento y entrega fueron de tal magnitud que no solo tomó apuntes y analizó el comportamiento de estos primates, los más cercanos a nosotros en la escala filogenética, sino que prácticamente se fue a vivir con ellos en las selvas de Tanzania, lejos de la civilización y de su Londres natal. Contaba solo con 26 años cuando decidió cambiar por completo su vida e irse a este país africano. La doctora Goodall hizo importantes contribuciones al conocimiento de los chimpancés desde una época en que se conocía muy poco de sus costumbres y habilidades. Conviviendo con un grupo de ellos (comunidad es el nombre preciso) en tan estrecho contacto que hasta llegó a reconocerlos individualmente y a darles nombre. Sus investigaciones indicaron que estos primates comparten hábitos y son más parecidos a nosotros los humanos de lo que imaginábamos.
Pero aparte de sus contribuciones como científica, su otro rol muy importante fue como defensora de los animales y de sus hábitats. Hay un video en donde un chimpancé que ha rescatado de las manos de los traficantes se acerca a ella y la abraza con una actitud de cariño y agradecimiento que hace que uno diga a quien tiene a la par que no está llorando, que se le ha metido una basurita en el ojo.
Seamos honestos, a través del tiempo los humanos hemos tratado a los animales con muy poca consideración y respeto. Dice la Biblia que Dios nos dio poder sobre los animales, pero para que nos ayudaran en nuestra supervivencia, no para maltratarlos. Nos creemos muy superiores a ellos, pero son nuestros compañeros de viaje en la Tierra y en la vida. Tienen emociones y sienten, perciben el dolor y pueden sentir miedo. A muchos les quitamos la vida para preservar la nuestra y ni siquiera nos ponemos a pensar por un momento que esto se debe agradecer. Les quitamos su hábitat para tener más espacio para nuestras necesidades y tampoco se los reconocemos. Hay cosas que son inevitables por la misma naturaleza de la humanidad. Pero hay también cosas que se pueden hacer para una convivencia más respetuosa y consciente.
Y esto nos enseñó Jane Goodall. Es lamentable su muerte, pues personas como ella deberían ser eternas, personas que nos enseñen cómo debemos vivir y cuál debe ser nuestra actitud ante el mundo y la naturaleza. Si me preguntaran sobre una persona que admiro, no fuera un futbolista, tampoco un cantante o actor; no fuera un político ni un empresario exitoso, sería alguien como esta señora que amó a los chimpancés.
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