Los salvadoreños se caracterizan por sobrevivir gracias a su capacidad de comerciar. Un claro ejemplo son los chatarreros del centro de San Salvador.
Los salvadoreños se caracterizan por sobrevivir gracias a su capacidad de comerciar. Un claro ejemplo son los chatarreros del centro de San Salvador.
Roque Dalton describió a los salvadoreños como «Los vendelotodo», una característica muy atinada sin importar la época. Basta salir a las calles o entrar a Marketplace de Facebook para corroborarlo. En el remodelado centro de San Salvador aún hay cientos de vendedores informales acoplándose a los espacios permitidos por la Autoridad del Centro Histórico.
En uno de estos lugares hay vendedores que son «vendelotodo». Antes estaban ubicados en el Mercado Santa Fe, atrás del Cine Libertad, pero fueron removidos. Ahora están en el parqueo San Vicente de Paul, frente al edificio 5 del Mercado Central. Se hacen llamar chatarreros, gente que demuestra que lo que para alguien es basura, para otros es un tesoro. Electrodomésticos viejos pero funcionales tras haberlos reparado. También a la venta hay una rueda de una silla de ruedas, una pierna de una muñeca, baterías de celulares obsoletos, controles de televisores de hace más de 20 años, adornos quebrados de porcelana, entre otros.
Manuel de Jesús es un comerciante cuya vida consiste en revender lo que llega a sus manos. Así ha podido sostener a su familia. «Las ventas siempre lo han sacado adelante a uno. Yo empecé desde pequeño, tenía ocho años y ya vendía, empecé con charamuscas, porque en mi familia había una gran necesidad», relata.
Hace 35 años aprendió que en el centro se puede vender cualquier cosa porque siempre habrá un cliente buscando: «La primera vez que me di cuenta de este negocio, fue con los que le decían ‘coyotes’; estaban ubicados por el Hula Hula. Ahí aprendí a arreglar un reloj inservible, a dejarlo bonito y listo para venderse».
La necesidad lo movió a recorrer otras partes de San Salvador y alrededores en busca de objetos descartados por otros como basura: «La misma necesidad lo hace rebuscarse a uno».
En este espacio hay otros 25 comerciantes. En uno de ellos encontramos al Chele Chatarrero, un vendedor que ha encontrado en redes sociales como Tik Tok una vitrina para su personalidad y los productos que ofrece. El Chele, como le gusta ser llamado, compra y revende «chatarra» desde hace 18 años. Logra vender porque «todo se necesita, todo es necesario, uno no se imagina lo que otra persona anda necesitando, incluso estos pedazos de acrílico de colores, que uno podría decir que es basura, pero otra persona hasta lo podría ocupar para hacer una lámpara de eso».
Estos comerciantes alivian las necesidades de ciudadanos que no pueden comprar cosas nuevas, como algún obrero en búsqueda de una herramienta barata para su oficio, o curiosos que entran para ver qué encuentran. También llegan coleccionistas y artistas en busca de materiales que con su creatividad transformarán en obras de arte.
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