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Alberto Aquino, entre la confusión de su origen y la nostalgia de su tierra

Alberto Aquino, originario de Santa Ana, vive en Lisboa, Portugal. En los próximos dos años debe establecerse en cuatro regiones de Europa: Delft, Países Bajos; Dresde, Alemania; Venecia, Italia; y los Alpes franceses.

El Salvadoreño durante una visita en en  el centro de Lisboa, en el parque Eduardo VII. Foto: Cortesía
Fragmento de «Poema de Amor» de Roque Dalton

Dejar El Salvador para seguir formándome académicamente ha significado para Óscar Alberto Figueroa Aquino un viaje lleno de aprendizajes y contrastes. 

Actualmente vive en Lisboa, Portugal, donde llegó el 31 de agosto tras ganar una beca para iniciar una maestría en hidrogeología.

Para el salvadoreño la amabilidad de los portugueses y la convivencia con compañeros de distintas nacionalidades le han permitido sentirse acogido, no obstante señala que suele enfrentar una curiosa situación: muchos lo confunden como si fuera originario de Portugal o incluso de Brasil, debido a su tono de piel y rasgos que parecen familiares en la península ibérica.

“Siempre me preguntan de dónde soy, algunos piensan que nací aquí. Cuando respondo que soy de El Salvador, me miran con sorpresa, y no falta quien confunda mi país con otros de América Latina”, comenta.

Esa invisibilidad geográfica lo hace reflexionar sobre la identidad y el reconocimiento cultural, puesto que ser de un país pequeño en el mapa a menudo implica explicar su ubicación, su historia y sus tradiciones, algo que lo conecta con los versos de Roque Dalton sobre “los que nadie sabe de dónde son”, una imagen que describe la vida de los salvadoreños que buscan hacerse un lugar en el mundo.

Junto a compañares de la Universidad. Foto: Cortesía

Alberto resalta que el desafío más profundo no es el idioma ni la adaptación al clima, sino la nostalgia por su familia y sus costumbres. 

Aunque disfruta de la vida en Lisboa, extraña los sabores de su tierra, en especial algo tan sencillo como el plátano frito que solía preparar todos los días en El Salvador. 

“Aquí lo que más echo de menos es el plátano, parece un detalle, pero es un pedazo de casa que no se encuentra en las calles portuguesas”, confiesa.

Sobre Lisboa señala que es una ciudad amable y organizada, donde los peatones tienen prioridad en las calles y el transporte público conecta con facilidad cada punto de la ciudad. Sin embargo, adaptarse a los horarios, la comida y la distancia de la familia es lo que más le ha costado. 

Alberto es graduado de Geología de la Universidad de El Salvador donde descubrió en la  hidrogeología su verdadera vocación: investigar el agua subterránea y sus impactos en las comunidades. 

Esa pasión lo llevó a estudiar  el Máster conjunto en Aguas Subterráneas y Cambio Global: Impactos y Adaptación, mediante la beca  Erasmus. 

Esta le permitirá, durante dos años, establecerse en varias ciudades Europa: Delft (Países Bajos), Dresde (Alemania), Venecia (Italia) y los Alpes franceses. 

Alberto con el paisaje de Quinta da Regaleira, en Sintra. Foto: Cortesía

Consciente de la responsabilidad que implica esta oportunidad, asegura que cada experiencia en Europa es un paso más para regresar y aportar a su país y a las comunidades con dificultades en el acceso al agua. 

Mientras se prepara para continuar su itinerario académico resalta que carga consigo esa mezcla de orgullo y melancolía de lo que significa representar a El Salvador en el extranjero y, al mismo tiempo, aprender a vivir lejos de su país. 

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