El uso de la IA marca un paso trascendental con consecuencias aún no medidas para la humanidad.
El uso de la IA marca un paso trascendental con consecuencias aún no medidas para la humanidad.
Por: Carlos Ernesto Mena Guerra
Al no ser un experto en tecnología IA, me resulta esencial aclarar el básico uso de la palabra “artificial”. En este “titánico salto tecnológico” de una mayor dependencia de la IA que, para muy pocos (del total de 8 millones de habitantes del globo) parece algo ya cotidiano, mientras una inmensa mayoría no comprendemos su alcance y consecuencias a largo plazo y, a otro tanto puede no importarles.
El uso de tecnologías es algo ya habituado, diariamente hay vidas que dependen del buen uso de ellas. Como ejemplo: personas ingresadas en la UCI, conectadas a un equipo respirador (“ventilador”), se dice que ellos están respirando y casi viviendo “artificialmente”. La tecnología no me desagrada en absoluto, por el contrario, la considero una valiosa herramienta, mientras escribo este artículo hago uso de mi ordenador y escucho música por Spotify.
¿Qué sería de esas personas conectadas al respirador artificial; de no haber sido inventado por la inteligencia creativa natural humana?, posiblemente no tendrían “el chance” de una recuperación y rehabilitación para sobrevivir. De igual forma la invención de otras tecnologías médicas, como equipo para ecocardiogramas, resonancias magnéticas, endoscopías, laparoscopías, cirugías robotizadas de alta precisión, etc…
¡Santa tecnología que ha salvado muchas vidas humanas y animales!, ¡gracias realmente a las personas que las inventaron! Todos ellos, frutos de la inventiva natural humana. Por fortuna algunos pocos privilegiados han aprovechado sus cerebros e inteligencias naturales para crear cosas buenas para la humanidad.
Igualmente hay otros valiosos inventos tecnológicos en otros campos: la imprenta, la agricultura y producción de alimentos, la industria aeronáutica (campo en el que trabajé un tiempo), industria aeroespacial, transporte terrestre y marítimo, la construcción, comercio, equipo militar, …en fin casi en todo está la tecnología involucrada.
Pero, en mi modesta opinión, el uso de la IA marca un paso trascendental con consecuencias aún no medidas para la humanidad y, de forma específica el uso ético de la misma que puede reñir con los mayores intereses del ser humano: “El desuso u obsolescencia de su propia mente creativa”. Los gigantes de la tecnología son ahora algo parecido a los gigantes farmacéuticos.
En su favor se escuchan argumentos como: “ahorra tiempo y simplifica tu flujo de trabajo con el asistente IA”, “Ahora tu asistente IA te genera informes fiables citando varias fuentes”. Tal parece que nos están llevando a renunciar al privilegio de pensar creativamente y al pensamiento propio para la innovación. Nos están empujando a acudir a la IA (en sus diferentes formatos) disfrazado de “eficiencia”.
¿O no comprendo muy bien lo que está a punto de ocurrir o Sí comprendí a la perfección lo que ya está pasando?: se pretende prescindir (poco a poco) de un cerebro que nos provee de inteligencia, una obra de ingeniería extraordinaria (incomprendida aún). Hablamos de casi descartar un órgano que maneja un cuerpo orgánico complejo y hace mucho más.
Muy simplificadamente: nuestro cerebro, dividido en dos hemisferios (izquierdo y derecho) conectados por un “Cuerpo Calloso (CC)” que funciona como haz de más de 200 millones de fibras nerviosas, gracia al cual nuestros pensamientos no están divididos: la lógica y la creatividad, el lenguaje y las emociones, el análisis y la intuición se complementan y se potencian. Este CC cumple la función de puente, es responsable de que podamos resolver un problema matemático mientras interpretamos el lenguaje corporal de otra persona, o conmovernos con una canción (como la de Carlos Santa que escucho mientras escribo este artículo), activando mis emociones más profundas y mi parte racional simultáneamente. Sin este CC nuestros dos hemisferios no podrían “conversar”. Seríamos dos mitades sin sincronía y limitados en nuestra percepción del mundo que nos rodea. ¡Una maravilla a punto de extinción!
Deseo honestamente que no llegue el día en que tenga que decirle a la IA que me escriba un artículo de opinión, simplemente porque me resulta más fácil, cómodo y eficiente o, porque he dejado de confiar en mi propia INTELIGENCIA NATURAL.
¿Qué le espera a la generación dentro de 10, 20 o 30 años? ¿Vivirán y pensarán sus vidas artificialmente?
¡Hace 80 años, el 6 de agosto de 1945 el ser humano creó la catástrofe más grande de la historia, la bomba atómica, la primera fue lanzada en Hiroshima y murieron 160,000 personas! Tres días después otra bomba fue lanzada en Nagasaki y murieron otras 70,000 personas… ¡Dios permita que esto no vuelva a suceder!”.
Militar (R) y Economista
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