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Sin explicaciones simples

Las investigaciones progresan y llegará el momento de que se conozcan mejor los determinantes que expliquen el autismo.

Por: José María Sifontes

El Secretario de Salud de los Estados Unidos JFK Jr. aseguró el pasado abril que descubriría la causa del autismo en cinco meses, que se cumplen el próximo septiembre. 

Aunque la intención es loable, la posibilidad de que pueda cumplir su promesa es inmensamente baja. La razón principal de esto es que el autismo es una condición extremadamente compleja. Desde las descripciones del doctor Leo Kanner y Hans Asperger hace ya ochenta años se ha venido haciendo mucha investigación para lograr comprender los mecanismos fisiopatológicos de esta condición o serie de condiciones. Aún no han podido ser determinados con aceptable precisión, ni se ve en el horizonte su determinación. 

En el autismo no existe una alteración estructural específica o la falta o exceso de una determinada sustancia cerebral. Tampoco es el resultado de una deficiencia cognitiva específica. Las alteraciones que se observan son muy probablemente el resultado de una combinación de defectos cognitivos que interactúan.

Los niños con autismo tienen una forma especial de comunicarse, de imaginar y de socializar, que no son elementos primarios sino finales. Existe dificultad para el juego simulado, para pensar sobre los pensamientos de otros y para expresar emociones, todas habilidades sutiles y al mismo tiempo tan complejas que en la vida diaria ni nos damos cuenta cuando las estamos utilizando. No existen dos personas autistas iguales. Si los seres humanos ya somos diferentes en lo físico (no hay dos caras iguales) más lo somos mentalmente. Aunque hay rasgos comunes, lo que ha permitido describir la condición, hay muchas peculiaridades o formas individuales. 

Por esta razón ya no se habla de autismo simplemente sino de espectro autista. Otro factor que agrega complejidad al asunto y que hace que determinar “la causa” del autismo sea muy complicado es que esta condición tiene un muy elevado componente interpersonal. 

Nosotros (personas que nos definimos como no autistas) determinamos la conducta autista de acuerdo a la interacción que tenemos con personas que definimos como autistas. Aquí hay un problema de interpretación de la conducta y de la definición que tenemos sobre normalidad. Normalidad de acuerdo al criterio estadístico es lo que se observa en la mayoría, lo que está en el centro de la curva de Gauss. Pero no necesariamente la conducta de la mayoría es lo normal, lo adecuado, lo correcto. Obviamente esta situación de interpretaciones es más clara en los casos leves de autismo, donde las diferencias son más sutiles. 

Con lo que se ha dicho hasta aquí sería suficiente para indicar que no será posible encontrar una causa simple del autismo, pero hay que hablar sobre lo que se ha pensado para tener una idea. Son muchas las cosas a las que se les ha echado la culpa del autismo, desde ciertas vacunas, una gran cantidad de metales como el aluminio, hasta radiaciones electromagnéticas. Elementos psicológicos también se han traído a cuenta, como alteraciones en las relaciones de los niños con sus padres. Pero estudios formales bien diseñados han descartado estas sospechas, que ahora pertenecen más al mundo de las especulaciones y de las teorías de conspiración que a la ciencia rigurosa. 

Las investigaciones progresan y llegará el momento de que se conozcan mejor los determinantes que expliquen el autismo. Ese momento no ha llegado aún pero llegará, no sólo con el fin de satisfacer la curiosidad sino para lograr los objetivos fundamentales de las ciencias, el encontrar medios de curación y lograr un mejor entendimiento de nosotros mismos. 

Médico psiquiatra

José María Sifontes
José María Sifontes