El ilustrador Ignasi Blanch y el escritor Àngel Burgas visitaron El Salvador para compartir su visión artística en un puente cultural impulsado por la Asociación Los Fundadores El Salvador.
El ilustrador Ignasi Blanch y el escritor Àngel Burgas visitaron El Salvador para compartir su visión artística en un puente cultural impulsado por la Asociación Los Fundadores El Salvador.
La llegada de los artistas catalanes Ignasi Blanch y Àngel Burgas a El Salvador no es fruto del azar, sino el resultado de un trabajo conjunto de la Asociación Los Fundadores, una organización que ha tendido puentes entre el Pulgarcito de América y Europa. El Diario de Hoy tuvo la oportunidad de conversar con los artistas para conocer más sobre sus carreras y su misión en el país.
Cibely Dohle, directora ejecutiva de Los Fundadores en El Salvador, explicó que la fundación tiene presencia tanto en Alemania como en el país. Su misión principal es servir como nexo de cooperación en áreas de salud visual, cambio climático y patrimonio cultural. Dentro de esta última, se incluye una editorial que ha publicado autores salvadoreños y llevado sus obras a ferias internacionales de libros en Europa.
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“Nosotros queremos servir de puente entre lo que es El Salvador, Europa y Alemania. Colectamos donaciones, traemos expertos de forma voluntaria para El Salvador (…) ellos (Ignasi y Àngel) tienen un lazo muy fuerte con Alemania. Estudiaron en Alemania, tienen obras en el Muro de Berlín. Entonces, Alemania aceptó crear esta misión para ellos, para venir a El Salvador”, relató Dohle.
La oportunidad de traer a Blanch y Burgas surgió hace dos años durante una feria del libro en Saarbrücken. Tras varios encuentros, consolidaron el proyecto con apoyo de instituciones locales como la Escuela Mónica Herrera y la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). La misión, que en su primera edición dura tres semanas, busca capacitar a estudiantes, docentes y profesionales en ilustración y literatura, con el propósito de “sembrar una semillita” en el panorama cultural salvadoreño.
Ignasi Blanch
Su nombre es reconocido en el mundo de la ilustración. Nacido en Cataluña, es el único artista español representado en la East Side Gallery del Muro de Berlín y ha ilustrado más de cien libros. Su obra se caracteriza por un estilo fresco, instintivo y cargado de diversidad.
“Yo creo que mis dibujos tienen que ver con un trazo instintivo, suelto, fresco, también con la experiencia de muchos años y representando un mundo imaginario al cual soy fiel”, explicó el ilustrador. Además, sus personajes están marcados por “una mirada de languidez, pero con optimismo de la vida”.
Para Ignasi, la diversidad en su obra es un eje central: “dibujo gente de todo tipo, gente alta, baja, de etnias distintas, de orígenes distintos, con vestidos de todo tipo. Para mí es muy importante que mis dibujos transmitan la máxima diversidad posible”.
La influencia de su infancia fue determinante en su vocación. “Tuve suerte de tener una familia, mis padres sobre todo, que apoyaron a ese niño inquieto que dibujaba siempre (…) estaba destinado a dibujar sí o sí. Era lo que me producía más emoción, felicidad, interés, goce desde niño”, recordó el español.
Aunque muchos de sus proyectos han sido relevantes, Blanch considera que cada etapa tiene un valor especial. En su juventud, plasmar una pintura suya en el Muro de Berlín fue un hito: “era un proyecto efímero, tenía que durar muy poquito. Lleva 35 años. ¿Quién me iba a decir a mí que 35 años después una pintura hecha por mí a esa edad seguiría estando en el muro?”. Sin embargo, asegura que hoy su mayor inspiración es El Salvador: “estar aquí yo creo que va a ser un antes y un después”.
Sobre su paso por el país, el artista subraya la riqueza del talento local: “aquí hay gente con mucho talento, eso primero. O sea, talento lo hay y capacidades (…) me gustaría que mi paso por aquí fuera un poco para encender o mantener esa chispa, esta llama, que creo que como jóvenes artistas deben mantener y tener”.
Blanch reconoce que los retos de su carrera han estado ligados a lograr una voz propia: “para mí el reto era mi carrera establecerla desde la autoría (…) que se me reconociera por un trabajo muy personal”. Aunque admite que a pesar de los desafíos, se encuentra muy satisfecho: “¿Me he hecho rico? No. ¿Soy feliz? Sí, mucho”.
Su motivación artística se resume en una idea simple: “quiero seguir siendo feliz”. Y para los jóvenes salvadoreños que sueñan con dedicarse al arte, deja un consejo claro: “dejen espacio para esa imaginación, para esos dibujos, aunque sea un momentito cada día, pero no se olviden de la identidad de artistas que tienen dentro (…) a pesar de las adversidades. Hay que creer en uno mismo”.
Àngel Burgas
Por su parte, el recorrido artístico de Àngel Burgas también comenzó en las artes visuales, pero pronto encontró en la escritura su verdadera forma de expresión. “Tuve una crisis al pensar si me expresaba correctamente con colores y formas. Y me di cuenta que me estaba equivocando, que lo que yo quería contar era para hacerlo con palabras”, contó.
Desde entonces, Burgas ha publicado obras para adultos y jóvenes, destacándose en la narrativa juvenil, un género al que llegó gracias a su experiencia como docente. “Un editor supo que yo en ese momento también trabajaba de profesor (…) y me dijo: ‘¿No has pensado nunca en escribir para jóvenes de la edad de tus alumnos?’. Y lo probé y me funcionó muy bien”, relató el español.
Su trayectoria ha sido reconocida con varios premios como el Mercè Rodoreda y el Serra d’Or, galardones que considera un reconocimiento más a las obras que al autor. “Realmente el premio ayuda mucho al libro más que al autor (…) una obra premiada es recibida de modo distinto por los potenciales lectores”, reflexionó. Entre sus logros destaca haber recibido en repetidas ocasiones los principales premios de literatura juvenil en Cataluña.
En El Salvador, Burgas ha encontrado una oportunidad para aportar a un sistema literario que aún enfrenta desafíos. “Sé que aquí hay mucha gente que le gusta escribir, que quisiera publicar (…) la máxima ambición es saber que puedo aportar algo en un país que es difícil (…) es una pena que aquí cueste más que en otros sitios salir adelante en el mundo del libro”, lamentó Burgas.
A pesar de estas limitaciones, mantiene un mensaje de esperanza: “yo me uniría e intentaría entre todos presionar para que el mundo del libro, que está como está, se desarrolle (…) se puede, la esperanza es que no tienen que perder, tienen que insistir”.
Sus motivaciones personales y artísticas se dividen entre la pasión por la literatura y la oportunidad de compartir en contextos nuevos. “Sin escribir y también sin leer no podría vivir (…) esta visita es una motivación extra: poder ayudar, conocer una sociedad completamente diferente a la mía, modos de vida distintos, paisajes distintos”.
Como escritor y docente, ha enfrentado retos vinculados a perfeccionar su oficio. “Poder conseguir expresarme cada vez mejor y llegar a más público y ser más inteligible en mi manera de entender las cosas ha sido el mayor reto (…) ahora noto que tengo oficio, y eso me da mucha seguridad”, afirmó.
En cuanto a recomendaciones para los jóvenes salvadoreños, Burgas enfatiza la importancia de la organización: “agruparse, intentar hacer algo juntos (…) siempre es más fácil hacer las cosas cuando somos un grupo porque hay más presión (…) yo no perdería la esperanza”, dijo. Un claro ejemplo es su vínculo con Blanch que se remonta a su etapa universitaria: “hemos trabajado en algunos proyectos juntos, y siempre procuro que las ilustraciones las pueda hacer Ignasi, que me gusta mucho su obra”.
Sembrar una semilla
La presencia de Blanch y Burgas en el país marca uno de los puntos de partida en la colaboración cultural entre El Salvador y Europa. Su misión va más allá de impartir talleres: busca dejar un legado, inspirar a los jóvenes y demostrar que el arte y la literatura son herramientas de transformación.
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“Ellos tienen un gran corazón porque están donando su tiempo y compartiendo su conocimiento”, destacó Cibely Dohle sobre los artistas. Su paso, aunque breve, abre la posibilidad de futuras colaboraciones y proyectos que fortalezcan el ecosistema cultural salvadoreño. Un claro ejemplo son los murales que Blanch pintará en la UCA y en las oficinas de Los Fundadores en El Salvador.
Para Blanch, la felicidad se encuentra en el acto mismo de crear. Para Burgas, en la posibilidad de expresarse y compartir historias. Ambos, desde el dibujo y la palabra, coinciden en algo esencial: el arte es un camino de vida que merece ser defendido y cultivado, incluso en contextos no desarrollados.
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