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Un fantasma pintado en la pared

Hoy que vuelvo a recordar mi infancia ya no encuentro los juegos de veranos lejanos. El pasado se va entre la ventisca.

En el diario de Marco estaban escritos dos versos que nunca llegó a interpretar en su vihuela viajera. Uno de ellos hablaba de su delirio de amor y el otro de su infancia feliz cuando trataba de atrapar mariposas con la red. El primero decía: “El fantasma de una hermosa mujer se aparece pintado en la pared. Cuando en ti pienso; cuando te extraño Ángel del amor ¡pintado en la pared! Y mis manos te tratan de alcanzar. Y te abrazo, abrazando algo irreal. Beso tu imagen, visión amada. ¡Pero no hay nada al despertar! Sólo manchas en la pared. Sombras con rostro de mujer. Ángel extraño del amor, pintado en la pared. Y el espejo refleja tu sonrisa. El olvido es cenizas del ayer. Beso tu imagen amada mía. Creo oír tu voz, pero no hay nadie en derredor. Sólo manchas en el papel. Versos con nombre de mujer. ¡Ángel extraño del amor! ¡Fantasma en la pared!” El otro decía: “El cazador de mariposas no volvió al irse detrás de las viajeras. Con su red sólo atrapó ilusiones que se fueron volando en la nostalgia. Hoy que vuelvo a recordar mi infancia ya no encuentro los juegos de veranos lejanos. El pasado se va entre la ventisca. Y aquel rapaz que un día jugara con soñar se despertó con golpes de la vida. Con su red de ilusiones perdidas, quiso atrapar el vuelo de su felicidad. El cazador de estrellas ya no está. Sólo dejó las huellas del sendero. Y ahora del vuelo azul de la tristeza sólo queda una flor en la maleza” (XXIV) De: “La Selva Umbría que Aprendió a Volar” ® de C.B.

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