Por: Carlos Balaguer

Amar el poder y no el poder de amar, definirá el triunfo o caída de la Humanidad. Si los poetas y cantores del amor humano y divino dirigieran la guerra, no sería una guerra de sombras, muerte y dolor, sino una lid universal de paz, piedad, amor, progreso y dorado amanecer! Pero ello ha sido hasta hoy tristemente dulce y añorada utopía. El odio racial, el afán expansionista, como el grandioso e infernal mercado de la guerra y del poder (no el de amar) impediría el renacer de un nuevo mundo de luz en este casi invisible lugar del cosmos sideral. Allá en las profundidades de la Galaxia -de unos 400 mil millones de soles de la creación universal- un imperceptible y casi inexistente planeta donde se generó existencia de vida, cierta especie dominante libra la batalla suicida. Ello, creando toxinas químicas y nucleares de amplia destrucción, tanto para el planeta-madre como para sí misma y otras especies de la biosfera (Gaia). Tan sólo el “despertar” del alma y la conciencia nos haría cambiar el rumbo de nuestro impredecible destino universal. Pero hasta hoy -tanto las diversas religiones de la historia, como las más precisas teorías científicas y filosóficas- no han podido lograr el añorado despertar al amor, hermandad, la vida y la verdad. Inocentes corderos del sacrificio esperamos la decisión de los perversos y mitológicos “dioses” del poder terrenal. Infierno o Paraíso; Triunfo o destrucción; Final o porvenir… ¿Qué nos espera? ¿Versos de luz o maldiciones? ¿Alumbrado amanecer de nuestra historia o apocalipsis de nuestro frágil destino en las estrellas?