La disparidad en la calidad educativa es evidente, especialmente en las zonas rurales
La disparidad en la calidad educativa es evidente, especialmente en las zonas rurales
Todos anhelamos un sistema educativo digno e ideal en el que se aborden temáticas actuales, se mejore y avance en el programa educativo nacional, con el fin de contribuir a la formación integral de nuestra juventud. Buscamos formar jóvenes con pensamiento crítico y analítico, más conscientes de la realidad del país en el que viven, para que puedan fomentar soluciones más adaptadas a su entorno social. Este proceso debe apoyarse en un enfoque académico y multidisciplinario que moldee dichos programas educativos y nos permita trascender los modelos que consideramos idóneos, pero que ya están desfasados en el tiempo.
Muchos críticos académicos e intelectuales han alzado sus voces señalando que el sistema educativo actual del país es disonante con la realidad, además de estar rezagado en comparación con los sistemas educativos de la región. Comenzando por la infraestructura y el acceso a los centros educativos en zonas remotas, donde docentes y alumnos libran a diario una lucha para llegar a las aulas, muchas veces en condiciones deplorables o en ruinas.
Una gran desventaja como país es contar con infraestructura deficiente que no permite a los alumnos desenvolverse en un ambiente sano y seguro. Se trata de un sistema desigual, pues no es lo mismo un centro educativo cercano a la capital que uno ubicado lejos del núcleo administrativo del Ejecutivo. El cambio climático y las difíciles condiciones que enfrentan muchas comunidades en el interior del país —desbordes de ríos, puentes en mal estado, paredones que amenazan a la población estudiantil y derrumbes— dificultan que los estudiantes asistan normalmente a clases, sobre todo durante la estación lluviosa.
La disparidad en la calidad educativa es evidente, especialmente en las zonas rurales, donde la desventaja frente a las zonas urbanas es notoria. Allí, la pobreza se acentúa y la falta de estímulo se hace más presente.
Situación actual del sistema educativo en Centroamérica
La cobertura educativa es relativamente amplia. La mayoría de países de la región ha logrado incorporar a la niñez en la educación básica y se ha trabajado para disminuir la brecha de acceso en comunidades vulnerables, zonas rurales e indígenas. Además, organizaciones como la UNESCO, el BID y UNICEF, entre otras, han canalizado recursos para mejorar la infraestructura escolar, la conectividad y el acceso a centros educativos.
En cuanto a la alfabetización, en El Salvador la tasa de literacidad adulta se ubica alrededor del 90%. Sin embargo, la educación en Centroamérica sigue siendo deficiente: las evaluaciones internacionales muestran bajos niveles en matemáticas, lectura y ciencias. Asimismo, la educación superior es frecuentemente criticada por su baja calidad en investigación y producción científica.
Es motivo de orgullo reconocer el esfuerzo de los padres de familia en las zonas rurales de El Salvador, quienes, a pesar de la falta de apoyo, hacen grandes sacrificios económicos para reinvertir en los centros escolares y brindar un poco de dignidad a la educación de sus hijos. Muchas de estas contribuciones se realizan mediante actividades solidarias organizadas por las propias comunidades ante la casi inexistente ayuda externa.
Tecnología y acceso
Solicitar cobertura de Internet o señal de telefonía móvil es otro dolor de cabeza. El tema digital parece estar abordado, pero la realidad es que no es así. Sobrevaloramos el tema tecnológico y la digitalización, cuando en realidad debemos reconocer que estamos en los últimos lugares de Centroamérica. Falta mucho por avanzar en este ámbito, y las empresas proveedoras de servicios se mantienen en niveles muy básicos de desarrollo tecnológico.
Un niño puede tener una tableta, pero si no tiene señal o acceso a Internet, esto representa un gran problema.
El alcance de la cobertura de Internet es la puerta de entrada de la tecnología en las comunidades rurales y constituye una parte fundamental del modelo educativo moderno, impulsor de la innovación, la ciencia y el aprendizaje. No es un lujo, sino una necesidad.
Sin duda, la recuperación del aprendizaje tras la pandemia representa un reto para el gobierno y el sistema educativo nacional. Es necesario reforzar aún más las clases de lectura, matemáticas y ciencias, así como aprovechar las plataformas educativas gratuitas disponibles. Además, podrían impulsarse tutorías a través de voluntariados universitarios para atender las deficiencias de los estudiantes que aún están en niveles básicos y que los docentes no pueden abarcar completamente.
Se debe seguir instando a que el sector privado, de manera solidaria, se interese en apadrinar centros educativos donde la ayuda no llega, así como fomentar la participación de organismos internacionales. También es importante generar campañas que no busquen limpiar la imagen institucional, sino que motiven a los padres de familia a promover la asistencia escolar y a prevenir el trabajo infantil.
Experto en temas ambientales y educativos
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