Cuando María Corina asegura que un día se producirá la reunificación, lo dice “para todos aquellos amores que fueron obligados a ser separados”.
Cuando María Corina asegura que un día se producirá la reunificación, lo dice “para todos aquellos amores que fueron obligados a ser separados”.
Podría ser una de las fotos del año. Una fotografía de premio. Es la imagen de una mujer desde la ventanilla de un avión que acaba de aterrizar en Oslo. Su rostro no es nítido, pero es reconocible: después de una azarosa travesía, María Corina Machado arribaba en la capital noruega. No llegó a tiempo para recibir en persona el Premio Nobel de la Paz, pero sí pudo acercarse a las decenas de venezolanos que viajaron al país escandinavo para celebrar con ella el hecho histórico de que el Comité del Nobel la premiaba por su incansable batalla a favor de la democracia en Venezuela. Nada, ni el frío gélido de la madrugada, iba a arredrar a esta mujer con voluntad de hierro.
En la ceremonia de aceptación del galardón fue su hija, Ana Corina Sosa, quien se encargó de recibir el galardón en nombre de su madre y también leyó su discurso con igual aplomo. De casta le viene al galgo. Eran palabras llenas de brío para infundir esperanza a un pueblo que vive atrapado en el desaliento después de casi tres décadas bajo la dictadura chavista que en su día impuso Hugo Chávez y que pervive con Nicolás Maduro. Ana Corina les trasmitió a los venezolanos que volverán a respirar porque hay un camino que conduce a la transición a una democracia. Se pueden dejar atrás los atropellos, las encarcelaciones, los crímenes contra los opositores. Ni su madre ni tantos opositores que no renuncian al cambio van a claudicar. María Corina cumple sus promesas y una de ellas es que las familias venezolanas, muchas de ellas separadas por la emigración masiva debido a la catástrofe socio-económica del chavismo, volverán a unirse cuando se pueda retornar a un país libre y en vías de recuperación tanto en lo económico como en lo humano.
En el salón del ayuntamiento de Oslo, donde se celebró la sencilla pero trascendental ceremonia, el presidente del Comité del Nobel, Jorgen Watne Frydnes, resaltó los méritos de María Corina y por qué su lucha representa todo lo que el prestigioso galardón premia en cuanto al esfuerzo por congregar cívicamente a los venezolanos en la voluntad de pasar de un régimen asfixiante al modelo democrático que Venezuela tuvo en el pasado, por imperfecto que este fuera. Frydnes recalcó que la democracia siempre es mejorable, pero, sin duda, es el mejor sistema de convivencia porque en una atmósfera de tolerancia y pluralidad se garantiza la convivencia pacífica. Y eso es lo que los opositores venezolanos, con María Corina como símbolo de la resistencia, desean y persiguen hasta la extenuación.
En su discurso, en el que no escatimó las críticas a un régimen que persigue y hasta asesina a los desafectos, Frydnes fue claro al mencionar las pocas alternativas que le quedan a Maduro después de cometer un fraude electoral en las elecciones presidenciales de 2024 que impidió la juramentación del presidente electo Edmundo González Urrutia, compañero de María Corina en la lucha: el gobernante venezolano debe aceptar los resultados electorales y apartarse con el fin de facilitar la transición a la democracia que desea la mayoría del pueblo venezolano. Todo lo demás son pobres excusas en las que se escudan Maduro y su entorno para aferrarse al poder.
Horas después del acto, en el que familiares y amigos de la líder opositora sintieron su poderosa presencia a pesar de su ausencia, María Corina finalmente apareció en Oslo en medio de informaciones cambiantes que mantuvieron en vilo a los venezolanos dentro del país y a los que conforman la diáspora. Lo logró por medio de un trayecto digno de una película tras burlar a la policía política del régimen de Caracas y a todo el aparato represivo que durante meses la ha condenado a vivir en clandestinidad en su propia tierra. Era madrugada en Oslo cuando saludó a la multitud que esperaba por ella en el exterior del Grand Hotel. Las bajas temperaturas se transformaron en el calor humano que la envolvió.
No se sabe a ciencia cierta cuáles serán los próximos pasos de María Corina, aunque reitera que en el momento decisivo de la transición ella estará en Venezuela para darles la bienvenida a quienes tuvieron que dejar la patria para salvarse, y salvar a los suyos, de la catástrofe chavista. Su compatriota, el cantante Danny Ocean, quien cantó Alma Llanera en la ceremonia con delicada emoción, en su día compuso Me rehúso, ese tema nostálgico que surgió a raíz de su marcha de Venezuela cuando era un adolescente y dejó atrás una historia de amor. Cuando María Corina asegura que un día se producirá la reunificación, lo dice “para todos aquellos amores que fueron obligados a ser separados”. En eso pensaba la mujer al otro lado de la ventanilla del avión antes de sorprenderse por la calidez del invierno en Oslo. [©FIRMAS PRESS]
Gina Montaner (La Habana, 1960). Periodista y escritora. Desde hace más de cuatro décadas publica una columna semanal en el Nuevo Herald y en diversos periódicos en América Latina. Colaboradora del diario español El Mundo con análisis sobre la política en América Latina y Estados Unidos.
Su libro más reciente es Deséenme un buen viaje. Memorias de una despedida (Planeta 2024). En 2009 publicó la novela La mala fama (Plaza y Janés) y en 2006 coordinó y prologó Un día sin inmigrantes (Grijalbo).
Se desempeñó como productora de informativos en CNN+ (Madrid) y durante más de una
década trabajó en los informativos de Telemundo 51 (Miami).
*Twitter: ginamontaner
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