Lamentaciones, un llamado al profetismo

Cuando la injusticia reina sobre el mundo, estamos llamados como el pueblo de Dios a lamentar el estado de un mundo roto.

Por: Mario Vega

El libro de Lamentaciones es una obra conmovedora del Antiguo Testamento que se adentra en el tema del sufrimiento en su expresión más cruda y profunda. Está intrínsecamente relacionado con un evento catastrófico en la historia del pueblo de Israel: la conquista de Jerusalén por los caldeos en el año 587 a.C. Tras generaciones de rebelión, desobediencia e idolatría, las advertencias del Señor se hicieron realidad al expulsar a su pueblo de la tierra prometida y llevarlo al exilio en Babilonia. Es en este momento más bajo en la historia de Israel que se compone el libro de Lamentaciones. En lugar de ofrecer respuestas rápidas y simplistas a su sufrimiento, el pueblo de Dios es llamado a un tiempo de lamento sobre la realidad del sufrimiento.

 Lamentaciones es un libro que reúne una colección de cinco poemas, cada uno de ellos es un capítulo. Los primeros cuatro poemas son acrósticos que siguen el alefato hebreo, abarcando las 22 letras desde «Aleph» hasta «tau» (desde la «a» hasta la «z»), un recurso literario que permite al autor expresar de manera adecuada la angustia y contrición, explorando el sufrimiento en su totalidad, desde el inicio hasta el final. El quinto poema, aunque no sigue un orden alfabético, mantiene una estructura significativa, conservando 22 versos, el mismo número que las letras del alefato hebreo.

 Los acrósticos, endechas, quejas y descripciones de los sufrimientos se combinan para expresar el dolor y la esperanza de un pueblo que necesitaba pasar por el juicio antes de experimentar la gracia de Dios. Animan al pueblo a que acepte el juicio de Dios y afirme la esperanza en el futuro. Aunque una tragedia les había sobrevenido, son instados a creer que al fin el Dios soberano hará lo que sea para el bien de ellos.

 La lectura del libro da la impresión de que la tragedia hubiera sucedido recientemente, dada la intensidad del lenguaje que contiene descripciones dramáticas del sufrimiento, el hambre y la muerte. Esto ha conducido a pensar que Lamentaciones pudo ser redactado poco después de la destrucción de la ciudad y la matanza de sus pobladores. Si eso fue así, los poemas debieron ser compuestos en Jerusalén. Es posible que el profeta Jeremías haya sido la única persona alfabetizada que quedó después de la caída de Jerusalén. Esto confirmaría la idea tradicional de adjudicarle la autoría de las lamentaciones. Sin embargo, la verdad sea dicha: el estilo de escritura en Lamentaciones difiere demasiado de Jeremías como para concluir que son del mismo autor. Es probable que Jeremías haya escrito las palabras de Lamentaciones, pero está reflejando las palabras de las viudas, los huérfanos y el remanente de Jerusalén que han sufrido de manera más profunda.

 Si esto es correcto, Lamentaciones adquiriría un nuevo significado. Los lamentos emergerían de las víctimas silenciosas de la injusticia y Jeremías, que en esas circunstancias extremas se puede decir que era un profeta privilegiado, elige no afirmar sus propias palabras, sino abogar y elevar la voz de los sin voz y de las víctimas oprimidas de la injusticia. El lamento no requiere el silencio de las víctimas, sino la centralidad de sus voces para que la comunidad del pacto pueda moverse más hacia el shalom y la justicia de Dios.

 Cuando la injusticia reina sobre el mundo, estamos llamados como el pueblo de Dios a lamentar el estado de un mundo roto. Así, Lamentaciones no es solo un lamento por el sufrimiento pasado, sino también una invitación a una acción transformadora en el presente. Nos recuerda que el pueblo de Dios está llamado a declarar y abogar por la justicia de Dios en el contexto de la injusticia. A mostrar empatía hacia el que sufre o es víctima de los abusos de poder. A ser humanos y sensibles hacia el que padece cualquier forma de trato cruel y dedicarnos de manera activa, encarnada y conflictiva a transformar la realidad histórica. Este llamado profético a la justicia requiere conocer el corazón de Dios por lo justo y buscar restaurar lo que es bueno y lo que Dios originalmente pretendía en el mundo: el shalom de Dios, que va mucho más allá que cualquier sistema de gobierno.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim

Mario Vega
Mario Vega