A partir del 10 de diciembre, los menores de 16 años no podrán acceder a redes sociales en Australia. Las empresas se exponen a multas de 32 millones de dólares si no velan por su cumplimiento.

La promotora de esta reforma es Mia Bannister, una madre australiana acaba de iniciar una lucha contra el mal uso de las redes sociales tras perder a su hijo, Ollie, por un acoso en línea.

Mia, quien es madre soltera, no duda en decir que «si esa ley hubiera estado en vigor hace un año, puede que Ollie todavía estuviera vivo».

El niño sufrió acoso en línea y tenía acceso al contenido de aplicaciones que fomentaban la anorexia, contra la que también luchaba, informa la agencia AFP.

Hace unos meses, el Ministerio de Educación de El Salvador restringió el uso de teléfonos inteligentes en las escuelas. «No está prohibido. Si el estudiante lo quiere traer, que lo traiga; pero no lo va a poder usar, no va a poder estar chateando, en el grado», explicaron funcionarios de esa Cartera entonces.

El sindicato SIMEDUCO reconoció que hay alumnos que usan los aparatos para visitar sitios pornográficos y distraerse con memes en clases.

Aunque el profesor Francisco Zelada reconoció entonces que hay estudiantes que utilizan los aparatos responsablemente para consulta de contenidos académicos, «otros los utilizan para grabar vídeos de sus compañeros y publicarlos, para dañar la imagen de otros, visitar sitios pornográficos, distraerse en clases con memes, TikTok u otros contenidos sin importancia, incluso para amenazar a otros compañeros por medio de mensajes de texto o establecer comunicación relacionada con los noviazgos, en horas de clases. Además, algunos estudiantes se distraen al practicar juegos en línea mientras deben mantenerse concentrados en clase», señaló.

En este punto es importante que padres y maestros trabajen en sus alumnos para que utilicen la tecnología para el bien y la acumulación de conocimientos, mas no para embrutecerse o hacer daño o permitir que les hagan daño.

¿Quiénes son los responsables?

Para Mia Bannister, la responsabilidad es de los gigantes tecnológicos: «Son sus plataformas y su contenido sin filtro y descontrolado».

Cuando los padres dan a su hijo un teléfono, le dan «la peor arma que podríamos entregarles», asegura. Su sentir tiene una base: un 97% de los adolescentes encuestados por Mission Australia dijeron usar redes sociales a diario. Casi la mitad pasaban tres horas o más en línea. Quienes no superaban las tres horas mostraban un mejor bienestar y conexión social, concluyó este estudio en más de 10,000 personas de entre 15 y 19 años.

El gobierno australiano confía que la ley no echará a los niños del mundo digital, sino que cambiará la forma en que pasan el tiempo en línea, aunque no se tiene certeza de cómo las plataformas verificarán la edad.

Algunos expertos temen que esta regulación prive a los jóvenes de oportunidades y lastre el desarrollo de sus capacidades digitales.

En plena era de la tecnología es imposible y un contrasentido evitar que los niños y adolescentes tengan acceso a ella; se puede educarlos o supervisarlos mejor para que hagan un aprovechamiento adecuado de la misma, que no se expongan a embrutecerse con contenidos enfermizos o ideologías demenciales. Para muchos jóvenes, las redes sociales pueden ser fundamentales para formar su identidad y desarrollar habilidades.

La comisionada australiana de seguridad digital, Julie Inman Grant, admite que no hay una solución rápida, pero está convencida de que la restricción es una herramienta «realmente potente» para frenar el acoso y el daño en línea.

Por su parte, Mia busca crear conciencia sobre cómo funcionará la ley sobre las redes sociales. «Lo hago por él (Ollie) y lo hago por todos los demás niños que hay ahí fuera: los niños perdidos y los que todos vamos a salvar», afirma.