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La fijación edípica de los lunáticos

Han construido una nueva postverdad sobre sí mismos para tolerarse, entenderse y atacar a sus enemigos imaginarios.

En las redes sociales hay lunáticos a quiénes ni siquiera conocemos, leemos o seguimos, pero frecuentemente escriben ironías, sarcasmos o insultos sobre los que pensamos diferente; generalmente, algunos amigos nos comparten estos comentarios o post que publican, y así es como nos enteramos. Obviamente, persiguen un objetivo asociado a la inestabilidad emocional o al descontrol.

Sin embargo, no es prudente contestar o reaccionar a este tipo de comentarios ni a otros similares, por un principio básico asociado a la teoría de la “legión de idiotas” de las redes sociales (Umberto Eco): “Si discutes con idiotas, te bajan a su nivel y te ganan por experiencia”. Así que el mejor antídoto es ignorarlos. No obstante, dada la regularidad y la circunstancias de no conocerlos, me puse a pensar sobre ¿qué habrá detrás de esta conducta patológica?; y en el psicoanálisis encontré una respuesta: Estos tipos pueden padecer de una fijación edípica…

La fijación edípica es un concepto fundamental dentro del psicoanálisis freudiano que hace referencia a la permanencia de ciertos deseos, fantasías o conflictos propios de la etapa edípica en el inconsciente del individuo. Para comprenderla plenamente, es necesario partir de la teoría del complejo de Edipo, desarrollada por Sigmund Freud a finales del siglo XIX, y analizar cómo su resolución o estancamiento puede influir en la vida adulta.

Freud tomó la referencia del mito griego de Edipo —el rey que, sin conciencia, mató a su padre y se casó con su madre— para describir una etapa del desarrollo psicosexual infantil. Aproximadamente entre los tres y seis años, el niño o niña atraviesa un momento en el cual siente un apego erótico-afectivo hacia el progenitor del sexo opuesto y rivalidad hacia el del mismo sexo.

En los varones, esto se traduce en un deseo inconsciente hacia la madre y hostilidad hacia el padre, quien es percibido como un competidor. En las niñas, Freud habló de “complejo de Electra” (término propuesto por Carl Jung) o de una variante edípica en la que aparece el deseo hacia el padre y la rivalidad con la madre.

La función del complejo de Edipo es esencial: su resolución adecuada permite la consolidación de la identidad de género, la internalización de normas sociales y la formación del superyó. En otras palabras, el Edipo no es simplemente un conflicto pasajero, sino un proceso constitutivo de la personalidad.

La fijación edípica ocurre cuando el individuo no logra superar de manera satisfactoria este conflicto. En lugar de resolverse a través de la identificación con el progenitor del mismo sexo y la aceptación de las normas sociales, el sujeto queda anclado psíquicamente a los deseos y rivalidades propios de esa etapa.

Esto puede manifestarse de distintas maneras: Dificultades en las relaciones amorosas, marcadas por la búsqueda de parejas que recuerdan a la figura materna o paterna. Sentimientos de culpa excesiva, derivados de fantasías inconscientes de rivalidad o transgresión. Inhibiciones sexuales, cuando el deseo no puede desligarse de la figura parental. Dependencia emocional, producto de la imposibilidad de asumir una autonomía afectiva plena. Parte de estos problemas derivan en una obsesión patológica con alguien… (primer dato) 

Freud sostenía que la fijación edípica se relaciona con neurosis obsesivas, histeria y otros síntomas psíquicos, en los que el conflicto edípico no resuelto reaparece disfrazado.

En la adultez, la fijación edípica puede adoptar formas sutiles o evidentes. Una persona puede sentir una atracción recurrente hacia individuos que poseen características físicas o de personalidad semejantes a las de sus padres. También puede experimentarse una rivalidad inconsciente con figuras de autoridad —jefes, profesores— que simbolizan la figura paterna. (segundo dato)

En algunos casos, la fijación edípica se expresa a través de la dificultad para establecer una relación de pareja estable: el individuo oscila entre la idealización y el rechazo, repitiendo inconscientemente el vínculo infantil con el progenitor. Otra manifestación común es la dificultad para separarse emocionalmente del núcleo familiar, lo que da lugar a adultos que permanecen excesivamente ligados a la aprobación de sus padres.

Aunque el psicoanálisis clásico sitúa la fijación edípica como núcleo de muchas patologías, la psicología contemporánea ha relativizado su papel. Corrientes como la psicología evolutiva y la teoría del apego destacan la importancia de las primeras relaciones afectivas y la calidad del vínculo madre-hijo o padre-hijo, sin necesariamente apoyarse en la estructura edípica.

Sin embargo, incluso fuera del marco freudiano, el concepto conserva valor como metáfora para describir las dificultades que surgen cuando una persona permanece anclada emocionalmente a los padres y no logra establecer vínculos maduros e independientes y se obsesiona con un tercero. (tercer dato)

Autores posfreudianos como Jacques Lacan reinterpretaron el Edipo desde una perspectiva simbólica, enfatizando el papel de la “Ley del Padre” como introducción del niño en el orden del lenguaje y la cultura. Desde este punto de vista, la fijación edípica no es solo una dificultad afectiva, sino también un obstáculo para la plena inserción en el orden social y simbólico.

En conclusión, la fijación edípica representa un estancamiento en un momento crucial del desarrollo psíquico. Al no resolverse, el individuo arrastra deseos, miedos y conflictos que obstaculizan su capacidad de relacionarse de manera madura y opta por identificar un enemigo y asediarlo (último dato confirmatorio).

Más allá de su origen psicoanalítico, la fijación edípica sigue siendo una clave útil para pensar en la complejidad de los vínculos humanos, en la persistencia de los deseos inconscientes y en la importancia de comprender cómo las experiencias tempranas marcan la vida adulta. 

Estos lunáticos no lo saben, pero necesitan ayuda de un psicólogo, psiquiatra o psicoanalista; su conversión y fanatismo es evidente, pero ellos han construido una nueva postverdad sobre sí mismos para tolerarse, entenderse y atacar a sus enemigos imaginarios, proyectan esos deseos y frustraciones reprimidos a sus nuevos enemigos. 

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Director Editorial / oscar.picardo@altamiranomedia.com

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