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Hasta el más inteligente

Cualquier persona, incluso la más inteligente, puede ser víctima de estafa. Y es que los estafadores no intentan competir intelectualmente con sus potenciales víctimas; apelan a algo más vulnerable: a las emociones

Cuando nos lo cuentan, reaccionamos con sorpresa y hasta con incredulidad. Nos parece increíble que esas personas, que consideramos inteligentes y bien informadas, hayan caído víctimas de una estafa. Al oír sus historias nos preguntamos cómo ha sido posible y pensamos interiormente que el engaño es tan evidente que hasta los más ingenuos se hubiesen dado cuenta desde un principio.

Los estafadores se han multiplicado en los últimos años y es por una razón básica: porque sus artimañas con frecuencia funcionan. Ahora cuentan con el recurso del Internet, con lo que el número de sus potenciales víctimas se ha multiplicado también. 

Cualquier persona, incluso la más inteligente, puede ser víctima de estafa. Y es que los estafadores no intentan competir intelectualmente con sus potenciales víctimas; apelan a algo más vulnerable: a las emociones. Y todos, por muy listos que seamos, tenemos ese lado emocional que puede ser manipulado.

Emociones y sentimientos como el miedo, la codicia y la necesidad de tener apoyo son los que más se utilizan. Veamos cómo estas emociones son instrumentalizadas por los estafadores y tengamos en cuenta que las redes de estafadores compran bases de datos, por lo que algo de información sobre las personas blanco ya tienen. 

Comencemos con el miedo. Alguien recibe un mensaje de supuestamente su banco que le dice que su cuenta ha sido intervenida y que le pueden sacar todo su dinero. Le piden información confidencial para evitar la pérdida y proteger su cuenta. Hacen ver que la situación es urgente y que debe actuar de inmediato. El miedo lo hace actuar sin pensar y da la información, que luego el estafador usa para realmente extraer dinero.

La codicia también lo puede hacer vulnerable. Alguien, actuando supuestamente en nombre de una institución financiera reconocida le propone una inversión espectacular, una oportunidad que no puede perderse. Un inicial desembolso le asegura ganancias inmediatas. Usted lo da, después de todo no es demasiado y vale la pena probar. Días después recibe una nota muy formal en la que le dicen que las ganancias ya están listas y que sólo debe hacer un depósito extra para que se la transfieran.

Usted lo envía, pero algo retrasa la transferencia. Se trata de un asunto burocrático inesperado que pide una suma adicional. Y así continúa, haciéndole sentir que el dinero ya casi está en su cuenta y que sólo necesita depositar una suma extra. Su intelecto le dice que es un engaño, pero sus emociones le dicen que hay que probar, una última vez, pues ya se dio mucho dinero.

Las estafas amorosas también son frecuentes y los estafadores buscan a personas solas y con necesidades emocionales. Son simpáticos e ingeniosos y demuestran un genuino interés. Se ganan la confianza y eventualmente muestran el deseo de en una relación más cercana, en persona. Pero algo sucede de improviso, un accidente u otra desgracia, y se comienza a solicitar dinero. Se lo devolverá cuando se vean. Después es un problema con un familiar. Y la estafa continúa.

He escuchado este tipo de historias con cierta frecuencia y cuando las escucho, dos sentimientos me asaltan. En primer lugar, pena por la víctima, y en segundo lugar, una gran indignación con los estafadores, que actúan sin ningún tipo de consideración o escrúpulo, robando lo que a otros tanto les ha costado ganar. Ojalá que este artículo sirva para evitar algunas estafas y que estos miserables se salgan con la suya.

Médico Psiquiatra.

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