Frank Ghery, el arquitecto que transformó con la anuencia de los líderes locales a Bilbao, de ser una ciudad oscura conocida por su minería y su aire contaminado en una atracción de primer orden turístico, hermosa e innovadora, murió hace un par de días, dejando un vacío en el mundo del arte.

Gehry, que nació en Toronto, Canadá, el 28 de febrero de 1929, y cuando era un adolescente se trasladó a Los Ángeles, donde estudió Arquitectura en la Universidad del Sur de California, según informó el diario El País, de España.

El arquitecto, que cambió su apellido de Goldberg a Gehry en 1954, alcanzó fama internacional a finales del siglo XX con el Museo Guggenheim de Bilbao, inaugurado en 1997 y considerado por medios especializados y la propia Solomon R. Guggenheim Foundation como una de las obras más influyentes de la arquitectura contemporánea.

Ghery fue llamado a transformar las instalaciones de una gran empresa manufacturera, además de haber diseñado un auditorio al lado de la Puerta de Brandenburgo en Berlín, el sitio que marcó el límite entre la Alemania comunista, controlada por Rusia, y el Berlín libre.

La demencia de Stalin, que llevó a dividir el mundo en dos partes, el comunista y el mundo libre, como pretende actualmente Xi Jinping, es una amenaza para todas las democracias del mundo, lo que ha envalentonado al criminal de guerra Putin al lanzar la agresión contra Ucrania en una operación que él creyó iba a durar un par de semanas pero que el próximo febrero cumple cuatro años…

Volvamos a Ghery: un visionario como el da nuevas formas al espacio vital del hombre y de las ciudades, como en su momento hicieron los griegos al construir el Acrópolis de Atenas siguiendo la visión del inmenso estadista Pericles, como más tarde los romanos con sus extraordinarias visiones espaciales, el italiano Bruneleschi, que se inspiro en obras como el Panteón en Roma (en pie después de veinte siglos, al igual que los acueductos como el de la ciudad española de Segovia, a poca distancia de Madrid, que continúa llevando agua) como de la Basílica de Maxencio en Roma, un enorme espacio cubierto cuyas ruinas aún pueden verse en Roma.

Otros proyectos destacados son la Casa Danzante de Praga (1996), el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles (2003) y la Fundación Louis Vuitton de París (2014).

El gran arquitecto, al igual que los grandes innovadores en música, artes plásticas, pensamiento, ciencias, iguala a los grandes exploradores que se adentran en tierras desconocidas, que no van tanto por tesoros como por encontrar ideas y formas nuevas de vida, sabe más del pequeño grano de arena en el inmenso cosmos, el universo infinito que imaginó el genio renacentista Giordano Bruno, quemado vivo por un malvado papa, Clemente VIII, que creía estar en el centro del universo…

En la ciudad griega de Delfos se encuentra una mole tallada en piedra que en aquellos tiempos representaba «el ombligo del mundo», vale decir del Universo según su saber y entender…

A fin de cuentas, cada ser viviente cree ser «el centro del universo», cada hormiga, cada vertebrado, cada persona, aun aquellos que dependen de otros para subsistir. Como lo dice la tan simpática canción de Vicente Fernández, «el rey», pues «mi palabra es la ley…» y punto.

Nuestro Centro Histórico se renovó por políticos, no por visionarios

Grandes, innovadores arquitectos los ha habido en muchas épocas, siempre que hay tenido la posibilidad de expresarse, no ser forzados a acatar órdenes de constructores al servicio de déspotas que siguen el gusto oficial.

Muchísimo habría ganado nuestro país si en lugar de entregar la renovación del Centro Histórico a políticos y amigotes se hubiese contratado a innovadores como Frank Ghery…