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DE MEDIADOR A ACUSADOR: El giro histórico de Noruega frente a Maduro tras el Nobel de la Paz a María Corina Machado

Un Nobel para la paz y la diplomacia: el 10 de diciembre de 2025, Oslo se convirtió en el epicentro simbólico de la lucha democrática latinoamericana y global. Aunque María Corina Machado no llegó a tiempo a la ceremonia —debido a una arriesgada operación clandestina para salir de Venezuela—, su hija recibió el galardón en su nombre. Minutos antes, el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, pronunció un discurso que sorprendió al mundo: no solo denunció la represión y el fraude electoral en Venezuela, sino que pidió abiertamente la renuncia de Nicolás Maduro.

La entrega del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado no solo reconoció su liderazgo en la lucha por la democracia y la libertad: marcó un cambio decisivo en la postura de Noruega hacia la crisis venezolana. El mismo país que durante años promovió diálogos fallidos con el régimen de Nicolás Maduro terminó pronunciando, desde el podio del Nobel, el discurso más crítico y directo que jamás haya emitido contra él. Una ruptura diplomática con profundas implicaciones para América Latina. Quisiera profundizar en este tema.

Un Nobel para la paz y la diplomacia: el 10 de diciembre de 2025, Oslo se convirtió en el epicentro simbólico de la lucha democrática latinoamericana y global. Aunque María Corina Machado no llegó a tiempo a la ceremonia —debido a una arriesgada operación clandestina para salir de Venezuela—, su hija recibió el galardón en su nombre. Minutos antes, el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, pronunció un discurso que sorprendió al mundo: no solo denunció la represión y el fraude electoral en Venezuela, sino que pidió abiertamente la renuncia de Nicolás Maduro.

Un mensaje de esa contundencia no tiene precedentes en la historia reciente de la diplomacia noruega. Un país tradicionalmente reservado, cauto y reconocido por su rol de mediador neutral, cruzó en esta ocasión una frontera política y moral: dejó de describir la crisis venezolana y pasó a calificarla sin rodeos.

El pasado que pesa: los diálogos fallidos

Para Venezuela, Noruega ha sido un actor central durante casi una década. Su prestigio como mediador —desde Medio Oriente hasta Colombia— lo llevó a encabezar rondas de negociación en Caracas, Barbados y Oslo entre el gobierno y la oposición. Sin embargo, los resultados fueron objetivamente limitados.

Esos intentos de diálogo, lejos de abrir caminos sostenibles hacia una transición, terminaron ofreciendo al régimen algo invaluable: tiempo político: tiempo para reacomodarse, tiempo para dividir a la oposición y tiempo para comprar voluntades. Y,sobre todo, tiempo para aceitar y perfeccionar el entramado narco-criminal que supo tejer con sus aliados a lo largo y ancho del mundo, necesario para poder sobrevivir al cerco internacional y a las sanciones individuales y financieras impuestas por quienes los adversan.

Apor si fuera poco, a nivel político, se valían del control absoluto de todas las instituciones para debilitar aún más a losactores opositores, con inhabilitaciones, persecuciones selectivas, desapariciones, cárcel y muerte. Por ello, en mi libro Maria Corina Machado: la mujer que venció al dictador (Barra libros, 2024), dejo testimonio del rechazo sistemático que ella tuvo siempre hacia esas iniciativas tramposas, ya que conocía bien no sólo a los sujetos que pedían diálogo sino sus perversas intenciones. Como voz solitaria, era vista como una persona radical, mientras el resto de los actores políticos seguían dando el beneficio de la duda al régimen.

Ese historial explica gran parte del giro actual. Noruega ya no pudo alegar neutralidad técnica cuando la evidencia apuntaba a un proceso reproducido sistemáticamente: diálogo sin resultados estructurales y represión inmediatamente después.

De facilitador a acusador: El Nobel vino a actuar como un catalizador, ya que
no solo premió a una figura, sino que redefinió la lectura internacional sobre Venezuela. Era el mensaje y el mensajero ideales en este momento de la lucha en Venezuela.

Al usar la plataforma más prestigiosa del mundo en materia de paz para denunciar a Maduro y exigirle responsabilidades políticas, el Comité Nobel asumió una postura que contrasta de forma radical con su rol anterior. Es un cambio cualitativo, no solo comunicacional: significa pasar de confiar en mecanismos de diálogo a reconocer que esos mecanismos fueron aprovechados por el actor autoritario para perpetuarse.

El discurso de Frydnes fue, en esencia, un veredicto:
«No hubo apertura real. No hubo garantías. Y ya no hay espacio para simulaciones».

La hazaña de Machado y su impacto global: El viaje clandestino de María Corina Machado —y su llegada a Oslo horas después de la ceremonia— añadió una dimensión humana y política y épica que estremeció a la audiencia internacional. Su travesía, bajo riesgo real de su vida, expuso la gravedad de la situación venezolana: una líder democrática obligada a escapar por rutas no oficiales para recibir un premio que simboliza la defensa de derechos fundamentales.

Esa imagen reforzó el mensaje del Nobel: lo que ocurre en Venezuela no ha sido una disputa electoral, sino un conflicto entre un régimen que se sostiene por la fuerza y la represión frente a una ciudadanía exhausta que insiste en sus derechos.

Para América Latina, este giro diplomático deja varias lecciones:

  • La mediación no siempre produce paz: Cuando un régimen usa el diálogo para ganar tiempo, la comunidad internacional debe ajustar sus instrumentos.
  • Los premios simbólicos pueden transformarse en presión política real: El Nobel no resolverá por sí solo la crisis, pero sí redefine expectativas y obliga a otros países a posicionarse.
  • El costo político de la neutralidad aumenta. Noruega envió un mensaje implícito a otros mediadores: la neutralidad tiene un límite moral cuando enfrenta violaciones sistemáticas de derechos humanos. Y lo que aprendí cuando fui Presidente del Foro Mundial de Mediación en 2007-2012: que a veces es necesario recurrir al conflicto para hacer ver situaciones injustas.
    Un punto de no retorno: El reconocimiento a Machado, la dureza del discurso noruego y la épica de su llegada clandestina a Oslo configuran un momento bisagra para la narrativa internacional sobre Venezuela. Ya no es posible sostener que “ambos lados deben ceder por igual”. Ya no cabe la idea de que un diálogo sin garantías producirá resultados.
    Ya no es sostenible la ficción de que existe competencia política en un terreno desigual.

Noruega, el país del diálogo, decidió romper los esquemas tradicionales en la resolución de conflictos. Y al hacerlo, redefinió el tablero diplomático para Venezuela.

La pregunta ahora es si la comunidad internacional seguirá ese camino, o si el régimen volverá a convertir la presión en narrativa de victimización para aferrarse al poder. Lo que está claro es que, con este Nobel, la crisis venezolana dejó de ser un expediente más de la diplomacia global: se convirtió en un símbolo del límite entre negociación y complicidad.

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