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Carta a los ofendidos: Abramos el debate sobre las elecciones

Si no es para ganar, ¿para qué participar? Principalmente porque el único espacio que el gobierno no puede cerrar es el electoral.

Estimados amigos:

Hay que hablar de las elecciones. Hay que abrir un diálogo entre todos los ofendidos, afectados, amenazados por el régimen gobernante para ponerse de acuerdo ¡-esta vez sí!- sobre cómo mejor aprovechar la coyuntura electoral que viene en el 2027. Aprovechar para que la gente que ahora no tiene espacios abiertos y seguros para expresar su descontento pueda hacerlo mediante su voto.

No habrá elecciones libres y justas. No habrá árbitro confiable, porque ya no existe autoridad electoral independiente. Habrá fraude, aun más que en el 2024, la elección de las papeletas planchadas. Y respecto a la elección presidencial, hay una inconstitucionalidad que contamina todo: Bukele buscando otra reelección, para quedarse en el poder hasta el 2033 – o más, como ya no reconoce límites.

Muchos dicen que estas son razones suficientes para que la oposición no participe, por lo menos no en la elección presidencial. Malcolm Cartagena, uno de los mejores expertos en materia electoral (a la par de Ruth López y Eugenio Chicas, que por decisión de los mil veces malditos están encarcelados), hizo en este Diario un análisis jurídico, llegando a la conclusión que la oposición debe desconocer la elección presidencial y boicotearla. Su análisis jurídico es impecable, pero no me convence la conclusión. Participar o no participar no es un dilema jurídico, es un asunto político. Hay que decidirlo con criterios políticos. Y para poder hacerlo, primero se necesita un debate político, una concertación política entre todos los actores de la oposición y todos los sectores sociales afectados y ofendidos por la dictadura. 

Estoy consciente que la dictadura, con sus intimidaciones, amenazas y persecuciones, ha logrado cerrar el espacio para la libre expresión y organización. Para imponer silencio han encarcelado al constitucionalista y columnista Enrique Anaya, al pastor y cooperativista José Ángel Pérez, al abogado y medioambientalista Alejandro Hernández, a la investigadora de la corrupción gubernamental Ruth López – y han obligado a salir del país a Cristosal y al Faro y muchos otros. Muchos, que antes fueron a marchas de protesta, se expresaron libremente en las redes sociales, denunciaron los abusos gubernamentales, en esta situación prefieren quedarse callados. Pero que estén callados no significa que ya no existan. Ahí están – y siguen rechazando la destrucción de la democracia, la arrogancia de los gobernantes, la corrupción. Los líderes de estos sectores, aunque no estén dando la batalla pública, pueden participar en un diálogo nacional para construir una plataforma conjunta, amplia y plural para aprovechar la coyuntura electoral. ¿Aprovechar para qué? No para ganar, porque esto es imposible en las condiciones actuales, en las cuales todas las instituciones y fondos del Estado están del lado de un partido y de un líder. 

Si no es para ganar, ¿para qué participar? Principalmente porque el único espacio que el gobierno no puede cerrar es el electoral. Para aprovechar este espacio y llenarlo de contenidos adversos a la dictadura, deben haber candidatos opositores. Para las alcaldías hay todas las razones para entrar en la competencia, porque es el eslabón más débil, más desprestigiado del oficialismo; para las diputaciones también, porque se necesitará personas que sepan usar la tribuna parlamentaria para hablar a la ciudadanía. Pero todo esto tendrá poco impacto, si la oposición no tiene a una persona que, con el respaldo de todos, entre en el ring y rete directamente a Bukele en la elección presidencial. 

En última instancia, se trata de dar al ciudadano, que ya no ve cómo expresar su descontento y su rabia contenida por el temor, la única forma de expresarse que le queda: el voto. Hagan fraude, hagan cualquier truco y cualquier intimidación, no le pueden negar al ciudadano que emita su voto contra la dictadura. Las mujeres que tienen hijos presos y otros hambrientos, necesitan la oportunidad de votar contra las políticas antipopulares. Los que tienen angustia por sus pensiones necesitan canalizar su protesta. La mayoría popular que se opone a la minería necesita una manera de expresar su inconformidad con la complicidad del gobierno con los destructores del medio ambiente. 

Sólo para satisfacer esta necesidad de dar a la ciudadanía un canal seguro para expresarse vale la pena ponerse de acuerdo y entrar en la lucha electoral, sin ilusiones de ganar, simplemente porque es la única forma de lucha que queda. Si la oposición sabe como llevarla y logra estimular el voto de protesta, se abrirán otros espacios.

Esta es mi opinión. Que se abra el debate entre todos los ofendidos.

Saludos, Paolo Luers 

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