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“Apaneca” del aire y su flor del cafetal

Según nuestra leyenda, un día la blanca flor del cafeto -arrancada por la ventisca- empezó a volar tan alto que le crecieron alas a su emigrante anhelo.

Ciudad de celestes cumbres, “Apaneca” -que en lengua aborigen significa “Río de Vientos”: “Apan” (“río”) y “ehécat” (“viento”)- surgía en sobre el monte entre la brisa en calma o el huracán desbocado de alguna tempestad… ¡Ventisca enamorada! ¡Rumor del aire de alas invisibles! El viento arrancaba las frágiles flores de perfumados cafetales, pese a las protectoras barreras “rompe vientos” del verde “copalchío”. Según nuestra leyenda, un día la blanca flor del cafeto -arrancada por la ventisca- empezó a volar tan alto que le crecieron alas a su emigrante anhelo. Entonces se convirtió en la mariposa llamada “Ángel” de la montaña umbría, que vuela sin cesar como la vida, los sueños y los nubarrones. Allá en las cumbres de la leyenda, distantes de las urbes de olvido y de ceniza. Quizá en otros cielos del amor. Donde, por igual, eres mariposa que arrastra la ventisca y te conviertes en soplo, selva, soledad, romance y fugaz eternidad. Acaso en llovizna marina que llega desde el vasto mar: El Pacífico Sur de sal y su espuma que aparenta llevar mariposas blancas en sus olas infinitas. Fue así cómo los verdes cafetales también empezaron a volar. Cuando la indefensa florecita- se convirtió en la mariposa viajera, el “Papilio albino” que antes mencioné. En medio del umbroso monte fuimos, por igual, tan sólo un rumor del viento en fuga, donde el ensueño se convirtiera en querube y nuestras voces en rumor lejano. Algún breve instante de nuestro ser en la eternidad-penumbra del cielo y del boscaje. (III) De: “La Selva Umbría que Aprendió a Volar” ® de C.B.

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