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2026: doblar la esquina

La ley en EE. UU. prohíbe al gobierno deportar a una persona bajo su jurisdicción a un régimen -como el de Bukele- que vulnera los derechos humanos.

En algunas culturas, «doblar la esquina» posee un significado popular y hasta existencial: un momento decisivo, realizar un cambio significativo, «la gran historia de tu vida te espera al doblar la esquina»; la vida individual y también la dimensión colectiva.

Este 2025, los poderes antidemocráticos atacaron despiadadamente el espacio cívico. Los agresores -de izquierda y derecha- recorren el amplio espectro que va desde los comunistas chinos, los islamistas radicales, el régimen de Vladimir Putin hasta la Administración Donald Trump. Han oxigenado a sus satélites en Europa Oriental, Centroamérica (Nayib Bukele, Daniel Ortega, JOH), Oriente Medio, África, aunque tengan pactos con el crimen organizado (maras, mafias, cárteles) y constituyan amenazas a la paz y la seguridad global. La recientemente publicada Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de Trump reafirma esta peligrosa contradicción, a la cual volveré.

¿Por qué anular el espacio cívico? El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos define espacio cívico como «el contexto que propicia que la sociedad civil desempeñe una función en la vida política, económica y social de nuestras sociedades. En particular, el espacio cívico permite que las personas y los grupos contribuyan a la elaboración de políticas que afectan a sus vidas, al facilitarles, entre otros a acceder a la información, participar en el diálogo, manifestar disidencia o desacuerdo, y unirse para expresar sus opiniones».

Esta definición basta para entender la ofensiva: destruir a personas y organizaciones civiles comprometidas con la democracia -asesinar, encarcelar, torturar, forzar al exilio, deportar masivamente- es clave, incluso para forzar el culto a tiranos corruptos y convencer -utilizando millonarios aparatos de desinformación y encuestas amañadas- a masas vulgares, sin escolaridad y educación, que la dictadura es «mejor» para mi vida y mi familia, aunque sufra desempleo, miseria y hambre.

Casi lo consiguen. Diversas mediciones -como el Latinobarómetro- señalan que como promedio ahora la mitad de la población -52%- apoya la democracia como sistema político, cuando hace década y media el respaldo era 63 %; pero, un porcentaje igual -53%- a la vez expresa que estaría conforme a que un «gobierno no democrático» llegue al poder «si resuelve los problemas» económicos y sociales. La disyuntiva artificial está ya inserta pues un «gobierno no democrático» no existe; en todo caso es un régimen inconstitucional, ilegítimo.

Volvamos a EE. UU. Hace ocho años, Trump presentó su primera ESN, la cual enfocó prioritariamente a Pekín y Moscú: «China y Rusia amenazan el poderío, los intereses y la influencia de EE. UU., intentando socavar la seguridad y la prosperidad estadounidenses». Los señaló de reprimir a sus respectivos pueblos y extender su influencia por el mundo. Nada de esto se lee en la actual ESN, a pesar de que Putin invadió Ucrania en febrero del 2022. Tampoco se leen postulados sustantivos sobre China, Irán, Corea del Norte, pues la prioridad es conjugar al presidente -no a EE. UU.- como el mediador neutral y el estratega único capaz de resolver conflictos. China aparece más bien como el respetado rival económico y digital. Peor aún, esta ESN es presentada como el corolario de la Doctrina Monroe de hace dos siglos, que destina el hemisferio americano al poder estadounidense por todos los medios.

El corolario explica la decisión de estallar lancheros en el Caribe y el Pacífico sin importar que son asesinatos extrajudiciales, imputables bajo el Derecho Internacional. Por cierto, una primera demanda contra Trump y su Secretario de Guerra ya fue presentada ante la CIDH por familiares de un pescador colombiano. Su esposa declaró: «No tenía vínculos con el narco, su actividad diaria era pescar».

El blanco principal de esta ESN es Europa a la que Trump transforma de aliada a adversaria: critica sus políticas migratorias, exalta los partidos políticos «patrióticos» (ultraderecha), y pronostica su «desaparición como civilización». Una premonición descabellada, muy aplaudida por el portavoz de Putin quien afirmó que los contenidos de la ESN «son, en muchos sentidos, coherentes con nuestra visión». Una Europa desmembrada es el anhelo de Putin. En agosto de 1939, Hitler acordó con Stalin la repartición de Europa entre la Alemania nazi y la Unión Soviética. Los hechos los sabemos: ambos regímenes finalmente desaparecieron tras dejar millones de muertos en todo el planeta.

En un año, el Congreso en Washington D.C. pasará a timoneles demócratas, quienes ya adelantaron que accionarán contra Trump y sus cómplices en violar la Constitución de EE. UU. Por ejemplo, el último requerimiento de los legisladores demócratas para investigar las torturas en el CECOT anticipa lo que le espera a Bukele tras las elecciones estadounidenses del próximo noviembre. La ley en EE. UU. prohíbe al gobierno deportar a una persona bajo su jurisdicción a un régimen -como el de Bukele- que vulnera los derechos humanos.

Estoy convencido que el 2026 es el año para que las ciudadanías democráticas doblemos la esquina.

Especialista salvadoreño en Relaciones Internacionales, integración regional y migraciones

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