En medio de obreros de DOM y algunos reos en fase de confianza, pacientes del área de especialidades y el área de emergencia del Hospital Rosales son trasladados hacia otros centros médicos de la capital.
Microbuses con rótulos del Ministerio de Salud, ambulancias. pacientes en sillas de ruedas, personal con camisas que avisaban que estaban en “entrenamiento”, obreros con camisas cyan de la Dirección de Obras Municipales, equipo médico especializado y carretillas que transportaban tierra y escombros dibujaron una escena caótica durante toda la jornada en lo que queda de las antiguas instalaciones del Hospital Rosales, en la capital.
Desde el jueves por la noche comenzó la mudanza. Este viernes por la mañana la jornada fue intensa. Sobre la Alameda Roosevelt, microbuses llegaban cada cinco minutos frente a una entrada del hospital para trasladar pacientes, muchos de ellos en sillas de ruedas. A un costado, obreros se apresuraban a sacar tierra y en carretillas para mejorar la entrada al recinto. El personal en “entrenamiento” estaba encargado de informar a qué centro de atención serían trasladados.
Al otro lado, sobre la 1era Calle Poniente, en la entrada del área de emergencia, otro grupo de personas hacían fila y preguntaban si podían pasar con el doctor. Dependiendo del caso, algunos fueron referidos a la entrada provisional de la Roosevelt.
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En otra zona, reos en fase de confianza sacaban estantes, gaveteros y demás mobiliario del hospital. Cerca de ahí el equipo médico de ultrasonido estaba amontonado junto a otras cosas. Los reos hablaban de que tal aparato iba para este lugar, aquel para el Hospital Saldaña, u otros lugares. Según publicaciones hechas en redes sociales, la directiva del hospital Rosales comenzó a trasladar a pacientes de esta institución pública a otros centros de salud, tanto públicos como privados.
En uno de los hospitales privados donde fueron remitidos personal y pacientes, había una larga fila de personas esperando con cartillas, con el logo del Seguro Social, en la mano.
“¿Para acá trasladaron a mi mamá verdad? Ella estaba en el (hospital) Rosales”, dijo un hombre, a lo cual le responde un vigilante: “Si joven, acá los han trasladado”.
Los de la fila avanzan con lentitud. Los recibe un joven con una tabla de madera y les pide el nombre del paciente, luego los envía a una improvisada sala de espera, bajo un canopy. Cerca está una ambulancia con el nombre del hospital Rosales .
Al preguntar a un trabajador, identificado como del Seguro Social, sobre la dirección del otro hospital privado donde también han trasladado pacientes central, trato de explicar donde queda y que “ahí solo ambulancias de Rosales se miran”.
En ese otro hospital, su área de emergencia está cubierta con canopys que tienen el nombre del hospital Rosales.
Al entrar hay un área de espera, sillas plásticas, dos camillas hospitalarias y un camión blanco con equipo. A un costado de la entrada del edificio hay más camillas amontonadas, una sobre la otra; además de colchonetas y equipo hospitalario.
Dentro del edificio, en una esquina,colocaron cajas de cartón con material de urología y demás áreas, tanques de oxígeno, más camillas y otros materiales. Ahí los médicos van y vienen, mientras los paramédicos llegan a recoger pacientes en medio de lo que pareciera una mudanza.
Ayer, cuando se realizaba la cobertura de la mudanza del Rosales hacia los dos hospitales privados, un militar se acercó al equipo de fotoperiodistas de El Diario de Hoy para decirles que estaba prohibido hacer fotografías.
El militar pidió la credencial a uno de los fotoperiodistas, quien accedió a dársela. El fotoperiodista le consultó por qué es prohibido hacer fotografías si estaba haciéndolas desde un espacio público a un hospital público, el Rosales. El miembro del Ejército contestó nuevamente que no se podían tomar fotografías.
El militar dijo que solo estaba haciendo su trabajo y que si no dejaban de hacer fotografías “pasarían el reporte” dijo. Luego procedió a tomar fotografías de las credenciales de prensa de ambos fotoperiodistas. Además, informó a sus superiores sobre la presencia de los fotoperiodistas, después no volvió a interactuar con ellos.
Cuando los fotoperiodistas siguieron documentando el proceso de mudanza, desde la vía pública, el militar comenzó a tomar fotografías y grabar videos de ellos mientras hacían la cobertura periodística.
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