Niñez con Altas Capacidades, un desafío para el sistema educativo
El 11 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Niña, una fecha que invita a reconocer los talentos, sueños y desafíos de las más pequeñas. En El Salvador, historias como las de Eli y Lluvia reflejan el potencial de las niñas, así como los retos que enfrentan sus familias para abrirles espacios adecuados de desarrollo.
En medio de juegos, preguntas y una curiosidad sin límites, niñas como Valentina Elisa Wolfert Romero y Lluvia Esmeralda Miranda Ochoa representan un rostro poco visible en la sociedad salvadoreña: el de la niñez con altas capacidades intelectuales y creativas.
Eli, como le gusta ser llamada, tiene actualmente ocho años y cursa segundo grado. Combina su gusto por los idiomas inglés y alemán básico con la música, donde ha demostrado una habilidad natural para tocar la flauta y componer canciones sin haber tomado clases.
Desde muy temprana edad mostró una memoria prodigiosa y un interés inusual en temas complejos que abarcan desde la filosofía hasta la medicina, desafiando la capacidad de sus padres y docentes para comprender su mundo.
Una de las primeras señales que Eli mostró desde recién nacida fue su dificultad para dormir. “No estaba enferma, ella estaba bien, lo único que a la hora de dormir no era como el niño normal que usted lo acuesta, le canta y se duerme”, detalló Linda Romero, madre de la menor. Relató que buscaron ayuda profesional: “Yo estaba realmente desesperada porque la acostábamos en la cama y no era posible dejarla, siempre se despertaba”.
La menor empezó a hablar antes de los dos años, lo que planteó un nuevo desafío. “Si nosotros leíamos un cuento ella empezaba a hacer preguntas, cuestionando su veracidad. Decidimos poner una hora para apagar las luces y nadie le iba a responder nada después de la hora de dormir, pero ella empezó a hacer preguntas existenciales”, agregó.
Antes de tener su primer contacto con el sistema de educación, Eli mostró una excelente capacidad de aprendizaje sin necesidad de repeticiones, pero que le generó dificultades al ingresar a la escuela.
“En parvularia la mandaron a pasar consulta con el psicólogo porque escribía al revés, de derecha a izquierda, como un árabe”, señaló la madre, quien explicó que incluso la profesional les indicó que Eli podría tener dificultades de aprendizaje por déficit de atención.
La rapidez con la que Eli aprendía en clases la llevaba a buscar nuevas actividades mientras sus compañeros repetían ejercicios, situación que provocó incomprensión en sus docentes.
En su búsqueda de apoyo, los padres encontraron la Fundación Altas Capacidades de El Salvador, donde fue examinada por especialistas. A través de evaluaciones psicológicas, se determinó que no solo tiene un desarrollo intelectual superior a su edad, sino que también es capaz de guardar recuerdos desde los dos años de edad.
La socialización ha sido un reto importante para Eli, debido a que sus temas de interés no coinciden con los de su edad, dificultando también que hiciera amigos. Su caso se suma al de decenas de menores que, pese a su talento, no encuentran atención adecuada en el sistema educativo actual. La niña ha pasado por al menos seis escuelas en La Libertad debido a que no se le ha permitido adelantar grados de acuerdo a su ritmo de aprendizaje y no se llegaba a sentir cómoda.
Eli combina su gusto por los idiomas inglés y alemán con la música Foto EDH / Miguel Lemus
¿Quiénes son los niños con altas capacidades?
Los niños con altas capacidades no son menores que buscan llamar la atención ni presentan necesariamente problemas de conducta. Son niños que desarrollan sus habilidades cognitivas muy por delante de su edad cronológica, lo que genera disincronía entre sus destrezas intelectuales, psicomotoras y emocionales. Presentan un rendimiento superior a la media en diferentes áreas: intelectual, creativa, artística o social.
Según la American Psychological Association (APA), define las altas capacidades intelectuales como el estado de poseer “una gran cantidad de habilidad natural, talento o inteligencia, lo que suele hacerse evidente desde muy temprana edad”.
Este potencial supone una situación compleja al ingresar al sistema escolar, ya que los niños con Altas Capacidades deben avanzar por edad y suelen ser etiquetados de forma errónea debido al desconocimiento del docente.
“En las escuelas creen que tener altas capacidades es solo ser el niño de 10”, explicó la madre de Eli, “pero ellos tienen una alta capacidad de análisis que los vuelve más sensibles al entorno, combinando emociones intensas”.
Se estima que a nivel nacional apenas un centenar de niños han sido identificados con este diagnóstico por la Fundación Altas Capacidades. Con frecuencia son mal diagnosticados con patologías como Trastorno de Déficit de Atención (TDAH), autismo (Asperger), conductas disruptivas, Trastorno Oposicional Desafiante (TOD) o Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
En algunos casos incluso llegan a ser medicados erróneamente.
Eli (de amarillo) y Lluvia (de blanco) son miembros de la Fundación Altas Capacidades. Foto EDH / Miguel Lemus
Más allá de la buenas notas
En el caso de Lluvia Esmeralda, su madre, Ileana Ochoa, relató que la niña mostró señales de desarrollo temprano como hablar, caminar y un amplio vocabulario mucho antes de lo esperado, pero “nunca analizamos tanto esos comportamientos”, pues consideraba que su asombro era parte de ser madre primeriza.
Durante su primera experiencia escolar, a los tres años, sorprendió a sus docentes con su memoria y habilidad para declamar sin nerviosismo en público. A sus cinco años ha participado en actos oficiales de entidades gubernamentales y religiosas.
Disfruta estar en escenarios, hablar en público y recitar pasajes bíblicos; sin embargo, también ha experimentado crisis emocionales y choques con los protocolos dentro de las aulas.
“Hay días buenos y días malos. Se estaba portando mal, todos los días lloraba, hasta peleó con un compañerito. Su problema era que no quería hacer diariamente las mismas actividades”, explicó su madre.
Los docentes recomendaron buscar ayuda profesional para tratar lo que calificaron como “berrinches”.
Tras acudir a diferentes profesionales encontraron la fundación, Lluvia fue evaluada y les explicaron: “Sin necesidad de terminar el estudio, su niña tiene altas capacidades. Entonces de repente uno se emociona, verdad, y piensa que me gané la lotería”, expresó Ileana, quien reconoció que desconocía las características de esta condición.
Ambas historias muestran que el camino de las menores no ha sido sencillo. Sus madres coinciden en que la falta de preparación docente y el desconocimiento sobre la neurodiversidad generan etiquetas erróneas: desde “déficit de atención” hasta “indisciplina”, cuando en realidad lo que requieren son metodologías adaptadas.
El Día Internacional de la Niña busca visibilizar justamente estas realidades, donde las niñas salvadoreñas necesitan oportunidades, apoyo y espacios para desarrollar sus talentos sin que se conviertan en una carga.
Valentina y Lluvia son ejemplo de cómo, con el acompañamiento adecuado, las niñas pueden crecer en ámbitos tan diversos como la ciencia, la música, la literatura o la oratoria; sin embargo, hasta la fecha muy pocos profesionales están especializados para atender a este grupo, y suelen considerar que los padres han sobreestimulado a sus hijas o les han hecho creer que están por encima de otros.
San Salvador 9/10/2025
Día de la Niña. Altas capacidades intelectuales
Foto EDH / Miguel Lemus
Falta de políticas adecuadas
La Fundación Altas Capacidades de El Salvador recalcó la urgencia de reconocer el potencial de las menores con avanzado desarrollo intelectual, iniciando con la gestión de políticas educativas acertadas que respondan a sus necesidades.
“Estos espacios también deben impulsar la formación docente y brindar oportunidades para comprender mejor su forma particular de aprender y desarrollarse”, señaló Evelyn Campos, directora de la fundación.
Campos sostiene que las altas capacidades “siguen siendo una condición invisible que requiere apoyos específicos y la garantía de derechos que hasta ahora, han tenido muy poca relevancia en El Salvador”.
¿Por qué el 11 de octubre se celebra el Día Internacional de la Niña?
El 19 de diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 66/170 para declarar el 11 de octubre como Día Internacional de la Niña. Desde 2012, se conmemora cada 11 de octubre para crear conciencia sobre la situación de las niñas en el mundo, dar a conocer los desafíos únicos a los que se enfrentan, especialmente en los países en desarrollo, así como promover su empoderamiento y el cumplimiento de sus derechos, según UNICEF.