Rosa y Fátima son dos madres que han experimentado las consecuencias del régimen de excepción. Sus hijos eran los que proveían en sus hogares y ahora ellas hacen malabares para reunir dinero para comida, medicina y también para los paquetes que llevan a los centros penitenciarios. Una de ellas renunció a tener agua y luz en su casa.
Rosa González carga un cartel con tres fotografías, con la fecha de captura y los nombres de sus familiares detenidos. Ella cumplirá 60 años el próximo 23 de septiembre y asegura que el régimen de excepción le ha arrebatado a dos de sus hijos y a su nuera.
La última vez que ella portó ese cartel fue en una protesta organizada por el Movimiento de Víctimas del Régimen (MOVIR) en las afueras del salón donde la Procuraduría para la Defensa de Derechos Humanos (PDDH) organizó una cumbre sobre derechos humanos.
Esa actividad dejó fuera a organizaciones que defienden derechos. El movimiento de víctimas preparó una comitiva que entraría a dejar un escrito, entre ellas estaban Rosa y Fátima, pero no lo consiguieron.
Los hijos de Rosa y su nuera fueron capturados el 19 de febrero de 2025, luego de que la Fiscalía giró órdenes de captura en el distrito de Nueva Concepción.
Desde esa fecha,según relata, su situación ha empeorado, al punto que no le alcanza el dinero para pagar servicios de agua y luz en su vivienda. “Un vecino se ha ofrecido a ponerme un foco, pero yo le digo que desde que mis hijos no están no me alcanza el dinero”, comenta.
Rosa vive sola. La acompaña día tras día la agonía de no saber nada de sus hijos detenidos. Y desde hace unas semanas se le agregó otra preocupación: su nieta nació en un centro penal.
Yuliana, su nuera, tenía un poco más de tres meses de embarazo cuando fue capturada. Rosa describió que a mediados de agosto le llamaron de la Granja Penitenciaria de Izalco para pedirle que llevara ropa de bebé.
Hace unas semanas, Rosa vio un video en la red social de tik tok y observó que Yuliana salía encadenada a una camilla de hospital. Supone que en esa ocasión fue cuando dio a luz a su bebé
“La logré ver que la tenían encadenada en una camilla y se supone que iba a tener la bebé iba. Me llamaron para que le llevara ropa para bebé, solo me dijeron traiga una ropa grande para bebé y pequeña, no sé porque me dijeron así”, narra.
Rosa no tiene dinero. Su fuente de ingresos eran sus hijos. Ahora puede subsistir gracias a los ingresos de otra hija que le da $20 cada 15 días y le ayuda con el paquete para sus hijos, su nuera y lo que necesite la recién nacida.
“Mi otra hija me ayuda, ella trabaja para llevarle paquete a sus hermanos, trabaja para eso y para ser el sustento de la casa, pero dice que no ajusta para tanto, toca llevarle a la Yuli, a mis dos hijos y a la bebé”, dice.
Según la madre de Mario y Jonathan, sus hijos eran trabajadores y los capturaron injustamente. “En mi casa estoy sin luz, sin agua, porque como ellos pagaban todo, ellos cuidaban por mí porque yo estoy enferma. Al acordarme de ellos es un dolor cada momento, ellos eran los que velaban por mi y me daban comida. Tengo una enfermedad que no se me cura”, relata.
Rosa dice que se le olvida todo, que se desorienta y que cuando sale a veces se pierde, pero achaca esta situación a la preocupación que tiene por no saber nada de sus parientes.
Con cuatro nietos y con cáncer
Fátima Carolina lleva sobre sus hombros al menos cinco luchas. Su hijo fue detenido hace tres años y cuatro meses; su esposo tiene cáncer de garganta; su hija fue atacada por pandillas hace 12 años y quedó con graves secuelas; ella tiene a cargo a cuatro menores de edad y desde hace poco más de dos años la diagnosticaron con cáncer.
Fátima (derecha) porta un cartel durante una protesta junto a MOVIR. Ella, quien padece cáncer, quedó a cargo de cuatro nietos tras la captura de su hijo y la lesión de su hija. |FOTO EDH/CORTESÍA
Aún así ella viaja desde el distrito de Ciudad Victoria, en Cabañas, a las protestas que realiza MOVIR para pedir por la liberación de su hijo Epifanio Perdomo de 28 años.
“Cuando yo puedo trabajar, lo hago, con mi dolor. Mi hija tiene dos niñas y mi hijo dejó dos niños, y yo estoy a cargo de ellos. El papá de mis hijos tiene cáncer en la garganta. Tengo tres hijos, el que más me ayudaba era el que está capturado. Mi hija hace como 12 años fue que la machetearon”, describe Fátima.
Ella relata que lo poco que obtiene trabajando es para la comida y que apenas puede llevarle el paquete a su hijo recluido en el penal de Izalco.
“Yo soy la que doy el dinero, a veces trabajo en la agricultura, nosotros trabajamos arrancando frijoles, ahorita están las doblas de las milpas, vienen las siembras de maicillo pero ahorita no puedo porque las mamas las ando inflamadas y así no puedo trabajar, esa es la situación que vamos sobreviviendo”, se lamenta.