En más de 200 años de República no se había tenido un militar en un cargo de esa naturaleza por lo que expertos en educación e historia han expresado su preocupación ante el nombramiento cargado de simbolismo.
La juramentación de una figura con carrera militar como nueva ministra de Educación ha abierto las puertas a un importante debate sobre la dirección que tomará esta cartera de Estado. Tras el nombramiento anunciado directamente por el presidente Nayib Bukele, llamando la atención de expertos quienes sostienen que se ha dado un arriesgado giro a la dirección de la educación que por años ha estado a cargo de civiles, especialmente pedagogos, economistas o académicos con formación vinculada al sector.
Karla Trigueros asumió el cargo en un contexto marcado por irregularidades y fuertes cuestionamientos sobre la calidad de la enseñanza en el país, esta situación ha dejado serías interrogantes sobre el rumbo que tomará el sistema escolar.
“Yo lo veo desde el punto de vista de los objetivos que está creando el gobierno. El nombramiento de ella tiene un carácter más administrativo o logístico. Quieren a alguien que administre y controle la parte de compromiso con las escuelas, pero no veo un objetivo de transformación educativa de fondo”, explicó un especialista en educación solicitando a este medio mantener el anonimato para evitar represalias.
La fuente sostiene que este cambio no obedece a intenciones de mejorar la currícula. Según este análisis, el hecho de colocar a una militar en un cargo de esta naturaleza envía un mensaje político más que académico: “Es una muestra de que ahora los militares van a tomar más control de los temas de la vida política. Quieren normalizar que los militares están tomando decisiones en áreas donde nunca habían estado”, subrayó.
Para el experto en educación los actuales retos a vencer del sistema no son menores, entre los que se destaca el programa insignia de este gobierno Dos escuelas por día, señalado por múltiples fallas, retrasos e incluso el incumplimiento de contrato por empresas extranjeras que ganaron las licitaciones.
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“El contexto es complejo y lo que buscan es alguien que garantice orden en la parte administrativa, no alguien que diseñe política educativa” concluyó.
El historiador Héctor Lindo señaló que el país ya había experimentado procesos similares que no obtuvieron buenos resultados a largo plazo sino “efectos más dañinos” durante “la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez fue que sus políticas educativas contribuyeron a que la población tuviera bajos niveles de educación y poca preparación para enfrentar los desafíos del mundo moderno”.
Durante este periodo los directores y subdirectores de los institutos públicos recibieron rangos militares e impartían la educación con métodos altamente reglamentados y disciplina rigurosa.
Un modelo que “los profesionales de la educación señalan que este enfoque pedagógico rígido fomenta un aprendizaje superficial limita el desarrollo del pensamiento analítico y crítico”, agregó el historiador.
Durante este período los gastos públicos en educación disminuyeron en un tercio en 1933 y no se recuperaron hasta el final de la dictadura de Maximiliano. En 1944 dos tercios de los niños en edad escolar vivían en zonas rurales, pero solo el 10% tenían acceso a la educación.
“Solo el 4% de la matrícula escolar total estaba en el nivel secundario. La falta de atención a la educación de los gobiernos autoritarios ha sido un freno considerable para el progreso en nuestro país”, argumentó Lindo.
Por su parte el historiador Carlos Cañas Dinarte, sostiene que durante los gobiernos militares en el siglo XIX y XX se acostumbraba a nombrar militares de alto rango en cargos considerados que necesitaban disciplina.
“En 201 años de Estado y República jamás tuvimos a un ministro militar en un cargo de esa naturaleza”, pero en la década de 1930 el Instituto Nacional de Varones, ahora conocido como Inframen se acostumbraba a dar instrucción básica militar ya que los estudiantes podían ser llamados a formar parte de las filas del ejército.
“En estos dos siglos no hemos visto la presencia de ningún militar en un cargo tan importante y tan decisivo como es el tema de la educación. Es lastimoso porque en la actualidad ya tenemos licenciados, masters y doctores en educación”, agregó Cañas Dinarte.
Tomando en cuenta los vacíos en educación que enfrentan los estudiantes que se sometieron a las clases virtuales como producto del aislamiento por pandemia “creo que los problemas actuales de la educación son mucho más profundos, mucho más graves como para pretender que solo mediante la implantación de un funcionario militar se va a lograr una transformación radical de la educación”
Cañas Dinarte sostiene que los problemas no solo radican en la deplorable infraestructura en la que se encuentran las escuelas sino también en en la formación pedagógica y la falta de actualización de los programas
Un nombramiento cargado de simbolismo
Más allá de las capacidades profesionales de Trigueros, los especialistas consultados por El Diario de Hoy coinciden en que este gesto político trasciende a lo académico. Para el experto en educación este movimiento repentino se basa en una jugada de “carácter política y administrativa”, pensado en fortalecer la imagen del Ejecutivo.
Por su parte el historiador Cañas Dinarte advirtió que la funcionara actualmente tiene una experiencia alejada al rubro que debe dirigir “dudo mucho que tenga una formación cercana a la pedagogía, a la docencia y a todas las disciplinas que implican la administración de una cartera estatal tan crucial e importante como es educación”, agregó.
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