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Caficultura sin mano de obra, con plagas y precios altos de insumos

La falta de trabajadores, los precios de los insumos y el tratamiento a las plagas provocan que el costo de la producción se incremente. El sector no se ha repuesto de los efectos provocados hace más de una década, cuando fue afectado por la roya

La falta de trabajadores, los precios de los insumos y el tratamiento a las plagas provocan que el costo de la producción se incremente. El sector no se ha repuesto de los efectos provocados hace más de una década, cuando fue afectado por la roya

El sector caficultor se está quedando sin mano de obra; pero, además, enfrenta otras adversidades que deben de ser atendidas para mejorar la producción, que cayó drásticamente a partir de 2012 cuando fue afectado por la enfermedad de la roya.

Yohalmo Díaz, quien es un experimentado caficultor del cantón San José La Majada, en el distrito de Juayúa, Sonsonate Norte, reconoció que “estamos afrontando grandes problemas de escasez de mano de obra, una escasez nunca antes vista”.

La poca mano de obra que aún hay en las fincas son personas adultas y mujeres; “no tenemos el segmento de jóvenes trabajando en la finca o es un segmento bien pequeño”.

Dicha situación afecta en el rendimiento en el trabajo del campo.

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Las declaraciones del caficultor concuerdan con los datos reflejados en el VII Censo de Población y VI Censo de Vivienda 2024, realizado por el Banco Central de Reserva (BCR).

Este indicó que tres de cada diez salvadoreños residen en la zona rural, concentrando una población mayor en la ciudad.

En 1960, por cada diez personas, seis vivían en el campo y en el 2007 (cinco años antes de la roya) eran cuatro por cada diez personas.

“El sector como tal, está en serias dificultades y lo más difícil es que no vamos a momentos mejores, sino que cada vez va a haber más crisis por la escasez de mano de obra, los altos costos de producción, los problemas de plagas y enfermedades”

Yohalmo Díaz
Caficultor de Juayúa

A lo que se suma que hace dieciocho años había 19.3 personas de 65 años y más por cada 100 niños y jóvenes de 0 a 14 años. 

Para el año pasado, la relación era de 49 por cada 100; es decir va en aumento la cantidad de personas adultas mayores.

Díaz agregó que otras de las dificultades que enfrentan es el alto costo de los insumos y las consecuencias del cambio climático, que está provocando plagas y enfermedades que anteriormente no se enfrentaban en las mismas cantidades o periodos.

Dichas situaciones implican un incremento en los costos de producción, generando mayores dificultades para el caficultor.

Algunos productores de café se han visto obligados a dejar de cultivar por dichas situaciones, permitiendo que se mantenga, al menos, un pequeño bosque que se va regenerando de forma natural.

Díaz cuenta con 15 manzanas de terreno donde produce café de especialidades, en Juayúa, Sonsonate Norte. Foto EDH/Cortesía

Pero “el problema” es cuando las personas han sido golpeadas al no mantener económicamente su producción de café, optando por vender sus fincas, provocando otra dificultad: que se instalen personas a vivir en dichas tierras o sustituyendo los árboles de café por otros de diferente especie.

El caficultor lamentó que en muchas ocasiones no hay conciencia de las personas que están llegando a cambiar el uso del suelo, con vocación al café, por viviendas o cabañas.

“Pero sí hay un deterioro del ecosistema muy fuerte” previendo un impacto en los mantos acuíferos.

La roya

La roya del café es una de las enfermedades más destructivas y económicamente importantes para los cultivos de café. 

Es causada por el hongo Hemileia vastatrix, que es un parásito obligado; es decir que necesita vivir en contacto físico con la planta de café para sobrevivir.

Se propaga a través de esporas que son dispersadas por el viento, la lluvia, los insectos y los trabajadores durante la cosecha. 

Una de las primeras ocasiones que dicha enfermedad afectó a cientos de manzanas de tierra donde se producía café, fue durante la década de los ochenta.

La última gran afectación ocurrió en 2012, por lo que Díaz, quien es agrónomo de profesión, señaló que hay un antes y un después en la caficultura salvadoreña ya que para entonces, el país tenía variedades susceptibles a la roya, entre ellas, pacas, pacamara y bourbon, entre otras, que cubrían cerca del 95% del parque cafetalero del país.

café de especialidades
El café de especialidades se refiere a la más alta calidad dentro del mundo del café, que abarca toda la cadena de valor, desde la semilla hasta la taza. Foto EDH/Cortesía

La roya obligó a los caficultores a buscar otras alternativas para producir café resistente a la enfermedad, por lo que, según Díaz, actualmente el parque cafetalero sólo tiene un 40% de manzanas que siguen siendo vulnerables a la roya.

En la actualidad, en las 160,000 manzanas de terreno donde se cultiva café hay una producción de 850 mil quintales de café uva; cifra que es muy inferior a los dos millones de quintales que se producían en suelo salvadoreño antes de la roya.

La baja producción también generó que se disminuyera el café genérico y se inició con la tendencia de lo que se conoce como café de especialidades.

Este se refiere a la más alta calidad dentro del mundo del café, que abarca toda la cadena de valor, desde la semilla hasta la taza.

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“Pero producir café de especialidades con todas estas condiciones que he mencionado es aún más difícil, súper más difícil, y se puede reflejar en algo: que cada vez hay menos productores y principalmente productores de antaño, productores de generaciones dejando de producir café porque básicamente no hay relevos generacionales. Y obviamente, ¿por qué no hay relevos generacionales? porque la gente cuando escucha que el tema del café no es bonancible, que el tema del café no está bien, pues obviamente nadie quiere meterse a este rubro a pesar que tiene más de 250 años de historia en El Salvador”, señaló el caficultor sonsonateco.

Reconoció que plagas, como la broca del fruto, la gallina ciega, los nematodos y la roya, siempre han existido; sin embargo, lo que está ocurriendo es que se están haciendo resistentes a algunos pesticidas.

“Antes de la roya producíamos 2 millones, 1.7 millones, de quintales y de la roya para acá no hemos superado el millón de quintales”

Yohalmo Díaz
Caficultor de Juayúa

Pero dichas plagas están apareciendo en momentos, cantidades y circunstancias donde antes no lo hacían, por lo que los caficultores deben de controlarlas; eso significa invertir más, volviendo oneroso y difícil la producción del café genérico y aún más, el de especialidades.

Díaz señaló que el apoyo por parte del gobierno es “bien discreto” y que no está bien canalizado o estructurado “porque no existe una política gubernamental para la caficultura en El Salvador o por lo menos no la conozco”.

“Básicamente los caficultores no vemos rumbo, no vemos dirección hacia dónde podríamos estar en los próximos 10 años. No existe una política que uno pudiera decir que en 10 años vamos a estar en otros millones de quintales. Por lo menos no la conozco”, lamentó.

Su iniciativa

Díaz es un pequeño caficultor desde 1998 y en la actualidad produce 65 variedades de café en 15 manzanas de terreno, lo que ha generado que se convierta en una escuela no sólo para productores nacionales sino que de otras partes del mundo.

La experiencia les ha permitido desarrollar y patentar tres variedades de café; entre ellas la yohapacamara, que tiene resistencia a la roya, es de alta producción y de buena calidad. 

Las otras son yohapacho orange y yohageisha bourbon, con similares características.

Su Finca Rancho Monte Hebron se convirtió en productora de café especializado, realizando toda la cadena del mismo: desde la semilla a la taza.

Su finca la comenzó a construir en el 2010, finalizando una década después. En el 2020 abrió su propia cafetería, en el cantón La Majada

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