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El fútbol se abre paso en un Haití mundialista pese a la crisis y violencia

El fútbol se abre paso en un Haití mundialista, a pesar de la crisis y la violencia

A pesar de la falta de infraestructuras y de un marco legal adecuado, con la capital tomada por las bandas armadas, el fútbol sigue siendo un deporte muy practicado y seguido en Haití, que se ha visto reforzado por la reciente clasificación del país para la Copa del Mundo tras medio siglo de ausencia.

Esta euforia por el deporte contrasta con la situación de inseguridad en la que se encuentra sumido el país desde 2018, con al menos el 90 % de la capital controlada por bandas armadas que continúan sus ofensivas en nuevas ciudades de provincia, multiplicando los ataques y las masacres contra la población civil.

Tampoco las autoridades ayudan.

«Nunca he tenido la sensación de que el Estado de Haití se preocupe por el desarrollo del deporte de forma racional», asegura a EFE el Dr. Yves Jean Bart, presidente de la Federación Haitiana de Fútbol (FHF) entre 1993 y 2020.

«El Ministerio de Deportes se asemeja a todas esas instancias públicas del Estado que permiten a los políticos hacer fortuna y colocar a los militantes a su servicio para mantenerse en el poder y seguir matando al país y sus instituciones», afirma el expresidente.

Lo poco que se ha hecho pertenece al pasado. Además del Ministerio de Deportes, que sigue existiendo, y de tres centros deportivos que ya no funcionan, la Academia Nacional de Desarrollo Deportivo (Anasport) y la Academia Nacional de Desarrollo del Fútbol (Anafoot) llevan años sin operar.

«Desde entonces, nada más, ni en cuanto a infraestructuras, salvo algunos terrenos anunciados pomposamente por el Estado en el marco de un cuantioso préstamo de Venezuela (caso Petro Caribe), pero nada serio y sin que se haya dado ninguna explicación que justifique el uso de los fondos. Es un asunto que divide a la nación», dice Jean Bart.

«Las construcciones, allí donde se han levantado, son casi chatarra», añade.

El fútbol se abre camino en Haití
Debido a la falta de infraestructuras deportivas, los aficionados al fútbol entrenan en espacios abandonados, terrenos baldíos, calles o bordes de carreteras, donde se instalan estructuras móviles por las tardes o los fines de semana.

Los haitianos juegan al fútbol a veces descalzos, otras con sandalias, porque la compra de botas con tacos es un lujo en este país empobrecido que no todo el mundo puede permitirse. Balones fabricados con calcetines o botellas de plástico permiten a los niños practicar el deporte rey, que los une y los anima gracias a una pasión insaciable.

«El fútbol y su práctica no tienen ningún tabú cultural, social o religioso. Junto con el carnaval, es la única actividad al alcance de todos los haitianos, tanto ricos como pobres», afirma Jean Bart.

Clasificados con uñas y dientes
El país caribeño se clasificó para la Copa Mundial de Fútbol 2026 tras luchar al límite contra naciones que disponen de más recursos e infraestructuras deportivas aceptables, a diferencia de Haití, donde a la crisis económica y de seguridad se suman las catástrofes naturales que golpean con frecuencia la isla.

En Haití más de 16.000 personas han muerto por la violencia de las bandas armadas desde inicios de 2022, y más de 4.000 de esos homicidios ocurrieron en el primer semestre de este año, de acuerdo con datos oficiales, a lo que se suma el impacto de terremotos como el de 2010, que dejó más de 200.000 muertos y un país destruido, con 1,3 millones de personas sin hogar.

Desde principios de 2020, en Haití no se juegan competiciones oficiales de fútbol, ni masculinas ni femeninas.

«Esta clasificación llega tras más de 50 años de trabajo de muchos dirigentes incansables que han dedicado su tiempo y sus modestos ingresos personales, de cientos de entrenadores, de la implicación de aficionados y médicos», remarcó Jean Bart.

El pasado noviembre, antes del partido contra Nicaragua que les daría la clasificación al Mundial 2026 -que se celebrará en México, Estados Unidos y Canadá-, el capitán de la selección haitiana, Duckens Nazon, alentaba al resto del equipo con un discurso en el que dejó claro por qué no había lugar para la derrota.

«No tienen nada, chicos. No tienen nada en los bolsillos. Cuentan con nuestros pies. Hoy hay un partido y podemos hacerles sonreir. Podemos hacerles llorar de alegría», afirmaba el capitán de la selección haitiana, en un corrillo en los vestuarios junto a sus compañeros, antes de la victoria frente a Nicaragua, el pasado 18 de noviembre.

Esa noche, miles de haitianos salieron a las calles a celebrarlo.

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