En San Miguel, un artista de lo textil sobresale por su talento, autenticidad y profunda conexión con la identidad local.
En San Miguel, un artista de lo textil sobresale por su talento, autenticidad y profunda conexión con la identidad local.

El ambiente cálido, la belleza del torogoz y las flores del maquilishuat, así como la frescura de las telas y la funcionalidad de los diseños son la inspiración de Jorge William Díaz Jiménez, confeccionista salvadoreño.
Este joven de 28 años vivió gran parte de su vida en San Salvador, pero fue su regreso a tierra migueleña lo que permitió que su creatividad encontrara un espacio para florecer. “La vida en la capital es un poco más agitada”, comenta, y estar de vuelta le dio “el tiempo de dedicarme y empezar a confeccionar”.
Su marca surgió de manera orgánica. William comenzó a crear ropa adaptada al clima cálido del oriente del país, usando telas naturales como la manta y el algodón crudo que se venden abundantemente en la zona.

“Lo que me motivó bastante fue hacer piezas que sean más usables con el clima de San Miguel”, explica. Primero confeccionó para amigos, vecinos y conocidos, pero el boca a boca hizo crecer la demanda. Con el tiempo comenzó a documentar su proceso: “Para que vean el proceso y cómo se trabajan las piezas”, explica.
Esta transparencia ha sido clave para que su trabajo llegue a un público más amplio.
El origen de su talento es familiar. Su madre ha sido su mayor influencia: “Mi mamá siempre ha cosido… la máquina ha sido algo natural para mí” dice William con una sonrisa. Aunque muchas personas asumen que estudió diseño de moda, él reconoce que su formación ha sido empírica.
“No ha habido un estudio de diseño base en sí; ha sido experimentando todo y creando las piezas”, señala.
Moda con propósito
“Si agregamos algo o quitamos algo, que tenga algún sentido o función”, afirma. Para William, la funcionalidad no está reñida con la belleza significativa. Esta misma búsqueda de un propósito en cada detalle es la que lo llevó a integrar en sus prendas elementos visuales que narran historias.
Así, el mismo rigor que aplica al diseño de un bolsillo, lo emplea en bordados como el del torogoz, transformando cada pieza en un pequeño homenaje a la fauna y el arte salvadoreño.
Un ejemplo fue el diseño con doble bolsillo en el pecho, que generó conversación entre sus seguidores.
“Causó bastante polémica cuando puse la que tiene dos bolsas”, recuerda entre risas, señalando que, aunque a algunos les parecía inusual, su objetivo siempre fue recuperar la utilidad que la maquila ha ido eliminando con el tiempo.
Sus piezas también destacan por elementos visuales identitarios, como el torogoz bordado en las camisas. Sobre este detalle, explica que ha aprendido a digitalizar diseños para que su máquina casera pueda bordarlos. Este toque convierte cada prenda en un pequeño homenaje al arte y la fauna salvadoreña.

El trabajo con manta implica un proceso cuidadoso que pocos consumidores conocen. “La manta se tiene que desengomar, lavar y alistar antes de hacer la pieza”, comenta.
La tela, conocida tradicionalmente como algodón crudo, requiere preparación previa porque viene sellada. Aun así, es uno de sus materiales preferidos, no solo por su frescura, sino también por su valor cultural: “Antes le decían el cotón… era la pieza del trabajador”.
En redes sociales se identifica como @jwilliamdiaz en TikTok y @j.williamcouture en Instagram, plataformas donde comparte fotos, videos y detalles de su proceso creativo, y donde gestiona sus pedidos.
Antes de confeccionar la pieza, envía las medidas exactas para que el cliente confirme la talla comparándola con una camisa propia. “De momento todos han confirmado bien”, afirma, satisfecho de haber encontrado un método fiable y cercano.

Su demanda ha crecido de tal manera que ahora debe organizarse con citas y tiempos de espera. Actualmente, debe programar pedidos con semanas de anticipación. Parte de esta demanda proviene del extranjero.
Sobre el futuro, William mantiene los pies en la tierra pero no descarta expandirse. Su sueño está ligado a la sastrería: “Me apasiona la sastrería… las chaquetas, los pantalones”. Sin embargo, asegura que cualquier crecimiento deberá mantener su esencia: accesibilidad y atención personalizada. “Mientras no afecte el hecho de poder atender a todos… estaría bien”, afirma.
“Llevo a San Miguel en el alma y en las manos. Cada pieza que hago es un pedacito de mi tierra”, dice Jorge William Díaz Jiménez con una sonrisa.
Así, entre citas programadas y pedidos internacionales, William sigue fiel a su esencia: convertir el calor de su tierra en prendas que visten historias.
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