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Starbucks renace en el Edificio Bou, ícono centenario que vuelve a brillar en el Centro Histórico

El histórico Edificio Bou, joya del modernismo catalán en San Salvador, renace con la apertura de Starbucks Casa Bou, una intervención que une pasado, arte y sostenibilidad en el corazón del centro histórico.

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En el corazón del centro histórico de San Salvador, un ícono global del café acaba de escribir un nuevo capítulo. El pasado 30 de octubre se inauguró Starbucks Casa Bou, la primera flagship store (es la tienda más representativa) de la marca en América Latina y el Caribe, instalada en el legendario Edificio Antonio Bou, del Centro Histórico de San Salvador.

La apertura marca no solo el 15.º aniversario de Starbucks en el país -fundada en 1971 en Seattle, en el Pike Place Market, por Jerry Baldwin, Zev Siegl y Gordon Bowker, vendiendo café en grano recién tostado-, sino también la recuperación de uno de los inmuebles más emblemáticos de la capital.

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Con una inversión superior a $600,000, la compañía restauró el edificio construido entre 1923 y 1927, respetando su estructura original y adaptándola a los estándares de sostenibilidad del programa «Greener Stores», que pretende diseñar, construir y operar tiendas de manera más sostenible, reduciendo el carbono, el agua y los residuos.

Al ingresar, el visitante descubre techos altos, columnas centenarias y vitrales diseñados por Margarita Llort, que bañan de luz el espacio donde arte, historia y café conviven. En las paredes, los murales de Darwin Flores y Madjer Linares narran la travesía del café salvadoreño “de la semilla a la taza”, mientras los acabados de madera, hierro forjado y cerámica artesanal evocan el espíritu del antiguo San Salvador.

Remodelación del Edificio Bou en el Centro Histórico de San Salvador
En un renovado Edificio Bou, Starbucks abrió su flagship store. Foto: EDH / Lissette Monterrosa
Remodelación del Edificio Bou en el Centro Histórico de San Salvador
La nueva tienda de café combina, historia con arte., y ha respetado la arquitectura original. Foto: EDH / Lissette Monterrosa

La nueva Casa Bou también funcionará como espacio de formación y arte, pues en alianza con Glasswing International, el MARTE y el Ministerio de Cultura, ahí se ofrecerán talleres, además de un rincón literario con libros salvadoreños y universales disponibles para los visitantes.

Pero cómo surgió el emblemático inmueble y quién fue su propietario: Antonio Bou

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Desde España a Centroamérica

Detrás de esta nueva etapa late una historia centenaria y el investigador Carlos Cañas Dinarte rescata la figura de Antonio Bou Espert, un inmigrante catalán que llegó a El Salvador hacia 1891 o 1892, en plena bonanza cafetalera.

“Bou Espert provenía de Sant Pau d’Ordal (capital de Subirats), un pequeño pueblo del Alto Panedés, cerca de Barcelona”, explica el también escritor residente en España. “Como muchos de sus paisanos, vino (a El Salvador) atraído por la oportunidad de prosperar en el comercio, especialmente en el negocio de la ferretería, muy común entre los catalanes de la época”.

Antiguo Edificio Bou en el Centro Histórico
Esta imagen de archivo data de 1997, cuando en el Edificio Bou funcionaba un restaurante McDonald’s. Foto: EDH / Archivo
Antiguo Edificio Bou en el Centro Histórico
La infraestructura ha resistido al paso del tiempo, es una de las arquitecturas con valor histórico del centro capitalino. Fotos: EDH / Archivo

Siguiendo los pasos de Josep Sagrera i Garriga, pionero de ese rubro, Bou se estableció primero en Santa Ana, donde fundó su primera ferretería. En 1901 abrió su propio negocio en San Salvador, conocido como Casa Bou, un “almacén general” que vendía desde clavos hasta rifles Remington, gracias al capital aportado por sus socios españoles Andrés Rodriguez López, don Franco H. Barba, don Faustino Masriera, don Santiago Barrachina y don Vicente Ribes.

En 1912 fundó la sucursal de San Miguel, seguida de otras en Ahuachapán y San Vicente.

Con el tiempo, prosperó y amplió su negocio con apoyo de varios inversionistas catalanes. En 1923, ya convertido en un comerciante exitoso, encargó a Filipo Brutus Targa Dubois, arquitecto italiano radicado en el país, el diseño de un edificio que reflejara su orgullo y su nostalgia por la tierra natal.

Modernismo catalán en San Salvador

El resultado fue una obra de inspiración Art Nouveau, estilo modernista catalán, con un mezzanine de 12 metros, barandales y escaleras de hierro forjado, un elevador decorativo al fondo y una estructura interior libre de columnas, lo que generaba amplios espacios de exhibición.

Antiguo Edificio Bou en el Centro Histórico
Pisos de baldosas hidráulicas que poseía el antiguo edificio. Foto: EDH / Archivo

“Era un edificio adelantado a su tiempo”, señala Cañas Dinarte. “Y aunque el Art Nouveau ya había pasado de moda para 1927, Bou quiso construirlo como un homenaje a su patria catalana”.

El inmueble se inauguró plenamente en 1927, y desde entonces ha sido testigo de un siglo de transformaciones urbanas, guerras y terremotos. Sobrevivió al huracán de 1934, que destruyó sus vitrales originales —hoy restituidos en la restauración reciente—, y mantuvo su vocación comercial bajo distintas denominaciones: Antonio Bou, Antonio Bou e Hijos y, más tarde, Almacenes Bou S.A. de C.V., empresa que aún existe y que en 2026 cumplirá 125 años de fundación.

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En abril de 1931, contribuyó con 20 colones a la recolección nacional de fondos para auxiliar a los damnificados por el terremoto de Managua, Nicaragua.

Para julio de 1934, el Congreso de los Estados Unidos lo tenía registrado como único proveedor nacional de rifles Remington calibre 22 y sus municiones.

Antiguo Edificio Bou en el Centro Histórico
Otro de los detalles del famoso edificio del Centro Histórico de San Salvador. Foto: EDH / Archivo

Hoy, casi un siglo después de su construcción, el Edificio Bou recupera su esplendor. La nueva Casa Bou no borra su historia: la celebra.

Entre vitrales, arte y aroma a café, el visitante puede imaginar el bullicio de los antiguos almacenes, las voces de los empleados de Bou y el eco de una época en que San Salvador soñaba con modernizarse.

Lo que fue el símbolo del progreso comercial de un inmigrante catalán se convierte ahora en un emblema de revitalización urbana y un recordatorio de que el patrimonio histórico puede renacer sin perder su alma.

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