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Lula Mena transforma la memoria costera en arte vivo

La nueva exposición de la artista salvadoreña, “Cuando el tronco florece”, es como una refrescante ola que tras su paso deja expuesta en la palestra piezas llenas de simbolismo que conducen a la introspección.

Lula Mena transforma la memoria costera en arte vivo. Foto: Lissette Monterrosa
Lula Mena transforma la memoria costera en arte vivo. Foto: Lissette Monterrosa

La artista y diseñadora salvadoreña Lula Mena, conocida internacionalmente por su trabajo que fusiona arte, sostenibilidad e inclusión social, vuelve a sorprender al público con una propuesta profundamente emotiva y cargada de simbolismo.

Su nueva exposición, titulada “Cuando el tronco florece”, se encuentra en la zona de la Puerta 9 del El Aeropuerto Internacional de El Salvador, San Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, y estará abierta hasta febrero del 2026.

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Lula Mena transforma la memoria costera en arte vivo. Foto: Lissette Monterrosa
Foto: Lissette Monterrosa

Las piezas son más que una muestra artística: son un puente entre la memoria personal, la naturaleza y los ciclos que definen la vida en la Barra de Santiago, un territorio que ha marcado su historia familiar.

Durante su residencia creativa en esta zona costera, Mena realizó largos recorridos por la playa, recolectando fragmentos que el mar dejaba a su paso: troncos, restos erosionados, materiales olvidados.

Lula Mena transforma la memoria costera en arte vivo. Foto: Lissette Monterrosa
Foto: Lissette Monterrosa

Para muchos, eran simples desechos arrastrados por la marea; para ella, en cambio, eran semillas de posibilidades. Cada pieza encontrada llevaba inscrita la huella del tiempo, de la sal, del desgaste y también de la resistencia. Es el mismo paisaje donde crecieron sus hijos y donde la naturaleza le enseñó, como afirma la artista, “los primeros gestos de pertenencia”.

Con esa sensibilidad que caracteriza su obra, la misma que la ha llevado a llevar productos hechos con comunidades artesanales hasta vitrinas internacionales como las de Smithsonian Museum Stores o West Elm, Lula Mena decidió otorgar una nueva existencia a estos troncos, a los que se refiere como “seres”.

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Lula Mena transforma la memoria costera en arte vivo. Foto: Lissette Monterrosa
Foto: Lissette Monterrosa

Cada uno fue intervenido con un minucioso proceso manual: flores elaboradas en cobre, cuero, escamas de pescado, trozos de neumáticos y textiles recuperados se integran a las vetas de la madera como si brotaran de manera orgánica.

Estas flores no son ornamentos; son actos de renacimiento. Al florecer sobre la superficie erosionada, cuentan historias de transformación, de segundas oportunidades y de la belleza que emerge incluso de lo que parecía destinado al olvido.

Es un tipo de poética visual que se relaciona con la filosofía de la artista, quien desde hace años trabaja a partir de materiales reciclados y procesos sostenibles, generando impacto social en comunidades de mujeres artesanas.

Lula Mena transforma la memoria costera en arte vivo. Foto: Lissette Monterrosa
Foto: Lissette Monterrosa

Pero “Cuando el tronco florece” también es una despedida. Los objetos recuperados funcionan como reliquias de un ciclo que llega a su fin, recordatorios de que todo, la vida, los hogares, los momentos, los territorios que habitamos, atraviesa etapas de cambio. Al intervenirlos, Mena honra ese pasado, lo agradece y lo transforma, convirtiendo un gesto creativo en un acto emocional. Ensamblar cada pieza se convierte así en una forma de cerrar, sanar y permitir que nuevas experiencias encuentren espacio para germinar.

El resultado es una exposición que invita a mirar más allá de la superficie, a reconocer la vida latente en lo que parece inerte y a dialogar con la memoria desde la creación. Lula Mena confirma, una vez más, por qué su trabajo se ha consolidado como un referente del arte salvadoreño contemporáneo porque logra que la naturaleza, el territorio y la emoción florezcan al unísono.

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