Tres artesanos del barrio Concepción, en San Salvador, mantienen viva la luthería creando y reparando instrumentos de cuerda con dedicación, técnica y pasión.
Tres artesanos del barrio Concepción, en San Salvador, mantienen viva la luthería creando y reparando instrumentos de cuerda con dedicación, técnica y pasión.

En medio del barrio Concepción, en San Salvador, existe un lugar donde la madera cobra vida, el tiempo parece avanzar más lento y la música nace desde las manos de tres artesanos. Se trata de la fábrica de Guitarras Manuel Cruz, un taller que desde más de seis décadas mantiene viva la tradición de la luthería en El Salvador. Aunque en sus inicios estuvo ubicada en otro sector de la capital, su esencia se ha conservado intacta: fabricar instrumentos de cuerda con dedicación artesanal, con mucha presición y con un profundo respeto por el oficio.
El pequeño taller, casi escondido entre las calles del antiguo barrio capitalino, parece extraído de un cuento o de alguna película dedicada a la música. Apenas se cruza la puerta, el visitante se encuentra rodeado por guitarras, guitarrones, violines, violas, contrabajos y piezas de madera en diferentes etapas de construcción. Muchas de estas cuelgan desde el techo, generando una imagen peculiar, una especie de bosque sonoro suspendido, en el que cada instrumento espera el momento de ser terminado para cobrar vida.
LEE TAMBIÉN: Vuela la emoción por el anuncio de Ilopango Air Show 2026
Aquí trabajan Juan Manuel Cruz, su hemano Marcos y Gabriel Salguero, tres hombres que conocen a la perfección el arte de la luthería. Son artesanos que dominan desde el uso de la gubia y el formón hasta el delicado proceso de calibrar la tensión de una cuerda. Para ellos, cada instrumento es único, porque cada pieza de madera también lo es. No hay dos vetas iguales, no hay dos sonidos idénticos. Por eso, cada guitarra, violín o contrabajo que sale del taller lleva un sello especial.

Un legado valioso
La fábrica Manuel Cruz, cuyo nombre se debe a su fundador que falleció hace algunos años, es conocida por fabricar todo tipo de instrumentos de cuerda. Guitarras clásicas, españolas, acústicas, guitarrones, violines, violas, chelos y hasta contrabajos han sido creados aquí, uno a uno, sin producción en masa ni procesos industrializados. La misma minuciosidad que aplican en la construcción la aplican en la reparación, pues también reciben instrumentos dañados, antiguos o desgastados por el uso para restaurarlos y devolverles su sonido original.
La selección de la madera es uno de los pasos más importantes en el proceso. En el taller destacan especialmente las piezas de cedro, una de las maderas más apreciadas en la fabricación de instrumentos por su resistencia, durabilidad y capacidad acústica.

“El cedro es noble. Resuena bonito y permite que la guitarra tenga un sonido limpio, profundo”, comentó Manuel, uno de los herederos del taller. Pero también trabajan con otras maderas según el tipo de instrumento que solicite el cliente.
Una vez seleccionada la madera, comienza el proceso de tallado, armado y ensamblaje, que puede tardar varios días dependiendo de la complejidad del instrumento.
En esta fase, los artesanos despliegan toda su destreza utilizando herramientas manuales y eléctricas con una precisión que impresiona. Se necesita un pulso firme, pero también sensibilidad para no cometer errores. Un pequeño descuido, explican, puede cambiar la calidad del sonido o incluso arruinar por completo el instrumento.

La colocación de las piezas —mástil, puente, clavijas, trastes— requiere una atención casi milimétrica.
“Aquí no hay margen de error. Si una pieza queda ligeramente inclinada o la tapa no queda al grosor exacto, el instrumento no va a sonar como debe”, dice Juan Manuel, mientras fabrica una guitarra.
Por eso dedican horas a medir, lijar, ajustar y volver a comprobar, en un ciclo de perfeccionamiento que se repite hasta que el instrumento alcanza el sonido ideal.
La fábrica también es un punto de referencia para músicos profesionales o amateurs que buscan instrumentos hechos a mano, personalizados o con características especiales.
TE INTERESARÁ: El espíritu navideño del Polo Norte se siente en Apastepeque
Algunos llegan con diseños propios; otros, con instrumentos viejos que pertenecieron a algún familiar o que requieren restauración. En todos los casos, el taller Manuel Cruz ofrece una atención detallada y un trabajo que combina conocimiento técnico con respeto por el valor sentimental que muchas piezas tienen.

La fábrica de guitarras Manuel Cruz es la única que existe en el distrito de San Salvador; pero no es la única del país, operan otras en distintas localidades del país.
Los artesanos explican que, aunque hoy existen instrumentos producidos en masa y fabricados con máquinas de precisión, nada reemplaza la calidez y el carácter de un instrumento hecho a mano.
“La diferencia se siente y se escucha”, aseguran. Y los clientes lo confirman.

Una sonora tradición
El taller tiene también un valor cultural. En un mundo donde predomina la rapidez y lo desechable, este lugar demuestra que todavía hay espacio para los oficios que requieren tiempo, paciencia y dedicación. Cada guitarra o violín que sale del taller es una pieza única y un testimonio vivo de una tradición que se resiste a desaparecer.
La Fábrica de Guitarras Manuel Cruz continúa siendo, después de más de tres décadas, un rincón donde la madera se transforma en música. Un espacio donde tres artesanos, con manos firmes y corazones dedicados al oficio, mantienen encendida la llama de la luthería en El Salvador. Un lugar donde cada instrumento, antes de ser tocado, ya tiene una historia que contar.

Luthería, un oficio de muchos detalles
La labor de los artesanos de Manuel Cruz es, en esencia, luthería en su forma más pura. Este oficio, que surgió hace siglos en Europa y se expandió por todo el mundo, combina técnicas de diversas disciplinas como ebanistería, carpintería, escultura y acústica. Construir un instrumento no solo implica unir piezas de madera, sino entender cómo la vibración se desplaza dentro de la caja de resonancia, cómo influyen el grosor de las tapas, la curvatura del mástil o el tipo de barniz.
Dentro de las actividades clave de la luthería se encuentran la construcción, reparación y restauración. La construcción exige seleccionar cuidadosamente las maderas, tallar con precisión las partes principales como la tapa y el fondo, ensamblarlas con exactitud y colocar componentes como el puente y las clavijas, que deben situarse en los ángulos correctos para asegurar la afinación y el sonido. La reparación requiere conocimientos adicionales para corregir daños, fisuras o deformaciones. Y la restauración resulta aún más compleja, ya que implica devolverle la vida a instrumentos antiguos sin alterar su esencia ni modificar su sonido original.

A pesar de su antigüedad, la luthería se mantiene vigente gracias a talleres como este, donde se respetan las técnicas tradicionales sin dejar de incorporar herramientas y conocimientos modernos.
La realidad en tus manos
Fundado en 1936 por Napoleón Viera Altamirano y Mercedes Madriz de Altamirano.
Facebook-f Instagram X-twitter11 Calle Oriente y Avenida Cuscatancingo No 271 San Salvador, El Salvador Tel.: (503) 2231-7777 Fax: (503) 2231-7869 (1 Cuadra al Norte de Alcaldía de San Salvador)
2025 – Todos los derechos reservados