«No vengo de una familia de empresarios, ni estudié administración. Pero sí sabía que amaba el café y que quería compartir esa experiencia con otros».
«No vengo de una familia de empresarios, ni estudié administración. Pero sí sabía que amaba el café y que quería compartir esa experiencia con otros».
Desde pequeña, el aroma del café me ha acompañado. En casa siempre había una olla en el fuego, y el olor era señal de que algo bueno venía: una conversación, una visita, una pausa. Sin saberlo, el café fue formando parte de mi historia, no solo como bebida, sino como símbolo de conexión y pasión.
Durante mucho tiempo soñé con tener algo propio, pero no sabía por dónde empezar. No vengo de una familia de empresarios, ni estudié administración. Pero sí sabía que amaba el café y que quería compartir esa experiencia con otros. Así nació la idea de emprender: sencilla, real y llena de dudas.
Lee también: Las torres de Notre Dame vuelven a ser accesibles al público tras el incendio de 2019
Comencé con lo que tenía a mano: un tostador casero, granos de una finca amiga y muchas ganas. No tenía todo claro, pero decidí empezar. Aprendí rápido que esperar a tener todo «perfecto» solo retrasa el camino. Lo importante es dar el primer paso, aunque sea pequeño.
Con el tiempo, me di cuenta de que la pasión no lo es todo. Sí, es importante, pero hay que sumar constancia, aprendizaje y mucha paciencia. Ser apasionada por el café me ayudó a resistir, pero estudiar, escuchar consejos y equivocarme me ayudaron a crecer.
Los errores llegaron pronto: empaques mal hechos, precios mal calculados, entregas que no salieron como debían. Al principio me frustré, pero entendí que equivocarse no es fracasar. Cada error me enseñó algo y me hizo más fuerte. Hoy los veo como parte natural del proceso.
Una de las cosas más bonitas que descubrí fue la comunidad que se crea alrededor del emprendimiento. Personas que te apoyan, que creen en tu producto, que te dan una mano cuando lo necesitas. Gracias al café conocí a otros emprendedores con los que compartimos ideas, ferias, y hasta consejos sobre la vida misma.
También aprendí que no todo se trata de dinero. Claro que es importante vender, crecer y sostener el negocio, pero lo más valioso ha sido ver cómo mi producto conecta con las personas. Cuando alguien me dice que mi café le recuerda a su infancia o que lo disfruta en momentos especiales, siento que todo vale la pena.
Te puede interesar: Concierto por la paz: música, fraternidad y esperanza se fusionan en el Marte
Hubo días duros, claro. Días de pocas ventas, de cansancio, de querer tirar la toalla. Pero en esos momentos, siempre trato de volver a mi «por qué»: recordar por qué empecé, qué me mueve, qué quiero lograr. Ese recordatorio es lo que me mantiene firme.
Emprender no es fácil, pero sí es posible. No necesitas tener todo resuelto ni ser experta en todo. Solo necesitas empezar con lo que tienes, aprender en el camino y rodearte de buena gente. Las herramientas y la experiencia llegan con el tiempo.
Hoy, mi emprendimiento sigue creciendo, paso a paso, con aroma a café y corazón en cada taza. Y si estás pensando en lanzarte con ese sueño que te ronda la cabeza, te digo: hazlo. Comienza. No por obligación, sino porque ese sueño merece una oportunidad real.
La realidad en tus manos
Fundado en 1936 por Napoleón Viera Altamirano y Mercedes Madriz de Altamirano
Director Editorial
Dr. Óscar Picardo Joao
2025 – Todos los derechos reservados . Media1936