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El libro que mantiene viva la memoria de El Mozote

Casi 30 años después de su primera edición, el libro del Mupi vuelve a colocarse en la conversación pública. Su vigencia, impulsada por el estreno de la película homónima —que no se basa en este libro—, confirma la importancia de esta obra esencial para la memoria histórica de El Salvador.

Libro del Mupi "Luciérnagas en El Mozote"
Acercamientos de la pintura que adorna la portada del libro desde su primer tiraje. Foto / cortesía del Mupi

A veces, los libros se vuelven parte de la vida mucho antes de que uno entienda su dimensión histórica. Es lo que le ocurrió a Alex, hoy de 33 años, cuando en noveno grado —y con apenas 15— leyó «Luciérnagas en El Mozote» por primera vez.

Su maestro les había pedido comprar el libro y hacer un resumen, pero en su centro educativo de Mejicanos muchos estudiantes no podían adquirirlo, pues costaba cerca de 18 dólares.

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El profesor entonces les facilitó un ejemplar para fotocopiar, aunque el padre de Alex hizo «un gran esfuerzo por comprarlo» porque deseaba darle la mejor educación posible.

Lo que él empezó como una tarea obligada, terminó siendo una lectura que lo atrapó profundamente, lo marcó y le valió una buena calificación. «Lo leí completo», recuerda. Y con eso inició una cadena silenciosa y persistente: la del boca a boca, la del libro que pasa de mano en mano y que, contra todo pronóstico, continúa vivo.

Libro "Luciérnagas en El Mozote"
Portada del libro del Mupi «Luciérnagas en El Mozote», la cual ha sido la misma desde que se lanzó por primera vez en 1996. Foto: cortesía Mupi

Esa experiencia estudiantil —aparentemente pequeña, íntima— es también el reflejo del lugar que «Luciérnagas en El Mozote» ha ocupado en la memoria colectiva salvadoreña.

Publicado por primera vez en 1996, en lo que fue la primera acción pública del Museo de la Palabra y la Imagen (Mupi), este libro se ha convertido en uno de los más reproducidos, leídos y buscados del país.

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«Ha sido uno de los libros más editados y leídos. Y vamos a comenzar el próximo año, en enero, con la quinceava edición», afirma Carlos Henríquez Consalvi, «Santiago», redactor y testigo directo de los hechos que componen el corazón del texto.

Un libro que persiste

El director del Mupi recuerda bien los inicios. La presentación del libro, en junio de 1996, se realizó en La Luna, Casa y Arte, solo cuatro años después de la firma de los Acuerdos de Paz. Reunió a figuras claves como Rufina Amaya —la única sobreviviente de la masacre de El Mozote—, al sacerdote Rogelio Ponseele y al jesuita José María Tojeira, además de él.

Rufina Amaya, sobreviviente de la masacre de El Mozote
Rufina Amaya, sobreviviente de la masacre de El Mozote. Foto / cortesía del Mupi

En un contexto aún temeroso, con las heridas abiertas y ante un país que parecía más dispuesto a olvidar que a recordar, no todos confiaban en que este libro trascendería. «Hubo quienes me aseguraron que el libro no se leería», recuerda Consalvi. Pero ocurrió exactamente lo contrario.

La obra, que reúne los testimonios de Rufina Amaya, del periodista estadounidense Mark Danner y del propio Consalvi, logró situarse como referencia central sobre la masacre ocurrida entre el 10 y el 13 de diciembre de 1981.

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Se convirtió en un testimonio imprescindible para comprender la guerra civil salvadoreña y, con el tiempo, empezó a circular ampliamente en escuelas, entre maestros y estudiantes, sin ser una directriz oficial del sistema educativo. Tanto así que incluso el Mupi ha detectado ediciones pirateadas, algo que su director no interpreta con molestia sino como señal de su urgencia social: el libro continúa difundiéndose entre las nuevas generaciones

Hoy el nombre «Luciérnagas en El Mozote» vuelve a estar presente en la conversación pública. El reciente estreno de la película del mismo nombre, del guionista y director Ernesto Melara —fallecido en marzo de este año—, ha provocado que muchas personas relacionen ambos títulos.

Exhumaciones El Mozote (NO USAR EN OTRA NOTA)
Fotografía de Pedro Lasiglia de una de las muchas exhumaciones que se han realizado. Foto / cortesía del Mupi

Pero es necesario una aclaración fundamental: la película no está inspirada en este libro del Mupi, sino en «Las mil y una historias de Radio Venceremos», de José Ignacio López Vigil, como ha confirmado el productor del filme, Elías Axume, presidente y CEO de Premiere Entertainment.

Aún así, la coyuntura cinematográfica abre una puerta para que la obra regrese al centro del debate. No como un material promocional ni como pieza asociada al cine de Melara, sino como un libro completamente independiente cuyo valor histórico persiste por sí mismo.

Retomar su contenido en este momento es una oportunidad para volver a colocar el tema de El Mozote en el mapa, especialmente cuando aún hay heridas abiertas y procesos de justicia en marcha. Precisamente Cristosal anunció el 9 de diciembre de 2025 que el caso ha pasado a fase plenaria, lo que implica la continuación del juicio contra el exministro de Defensa Guillermo García y otros 12 oficiales del Batallón Atlacatl.

El peso del testimonio

Para Santiago, este libro es profundamente personal. No solo coordinó la publicación: vivió los hechos. Fue el primer comunicador en llegar a El Mozote a finales de diciembre de 1981, casi quince días después de la masacre. «Yo en el libro cuento mi experiencia, que como comunicador ha sido la más impactante de mi vida», afirma con tribulación.

Ilustración de la Masacre de El Mozote (NO USAR EN OTRA NOTA)
Fotografía de de Pedro Lasiglia de una de las muchas exhumaciones que se han realizado. Foto / cortesía del Mupi

Los recuerdos de aquella llegada son imágenes que siguen persiguiéndolo, como la primera fotografía que tomó: un vestido blanco colgado de un alambrado, o el triciclo abandonado de un niño que había conocido meses antes, cuando asistió al primer aniversario del asesinato de San Óscar Romero. Esa visión, la de un objeto infantil detenido en un espacio vacío, fue una de las escenas más devastadoras: «Al ver el triciclo y ver que no había vida, fue una de las cosas más impactantes para mí».

Su presencia allí en 1981 no fue sencilla. La Radio Venceremos acababa de perder su transmisor en una emboscada del general Domingo Monterrosa. Tres compañeros habían muerto. Intentando resguardar al equipo, caminaron durante días, cruzando montañas y volcanes hasta llegar a la costa. Exhaustos, con los pies ensangrentados, recibieron una orden: regresar de inmediato a Morazán para investigar lo ocurrido y denunciarlo.

Antes de volver al norte, desenterraron un transmisor de relevo y empezaron la marcha. El 24 de diciembre comenzaron a transmitir el hecho sin mayores detalles. Solo hasta el 27 pudieron entrar a documentar la macabra escena.

Fotografía Masacre de El Mozote (NO USAR PARA OTRA NOTA)
Este vestido blanco colgado en una alambrada fue retratado por una diversidad de periodistas, incluyendo a Santiago. Foto / cortesía del Mupi

Su testimonio complementa otras voces esenciales, como la de la sobreviviente Rufina Amaya, cuya denuncia fue sistemáticamente ignorada por años por autoridades nacionales y por la administración Reagan. No fue sino hasta 1992 que su relato fue finalmente reconocido como el de una sobreviviente de la masacre, un retraso que evidencia la resistencia institucional a aceptar la verdad.

Memoria, verdad y reparación

El valor del libro no reside solo en su contenido testimonial, sino en su capacidad para articular la memoria en un país donde el olvido parece haber sido política de Estado. «Luciérnagas en El Mozote» es un recurso pedagógico, un documento histórico y una pieza de reparación simbólica.

Para estudiantes como Alex, representa el primer encuentro con una verdad que muchas veces no llega desde los textos oficiales. Para los sobrevivientes, es un acto de reconocimiento. Y para el país, es un recordatorio de lo que no puede ni debe repetirse.

Las luciérnagas, en muchos lugares como Japón, simbolizan la memoria y la luz que surge desde la oscuridad, una metáfora persistente del intento de ocultar lo ilegal y del impulso de iluminar lo oculto. Son, además, un homenaje a los muertos, cuya fragilidad y persistencia se evocan en ese destello breve pero imposible de apagar.

Foto de Masacre en El Mozote (NO USAR EN OTRA NOTA)
Imagen de Rufina Amaya sosteniendo el zapato de una víctima, en una de las conmemoraciones del suceso. Foto / cortesía del Mupi

A casi 30 años de su lanzamiento, el libro continúa en circulación en el Mupi, en librerías universitarias y en plataformas internacionales. Su permanencia no es casual ni nostálgica: responde a una necesidad del país. En un presente donde la justicia transicional aún está en desarrollo y donde la discusión pública sobre la guerra fluctu a entre silencios y reaperturas, «Luciérnagas en El Mozote» ofrece una base documental que trasciende la coyuntura.

La película de Ernesto Melara, aunque no está basada en esta obra, ha permitido que el título vuelva a escucharse. Pero el libro —el del Mupi— es una pieza propia, irreductible, profundamente importante. Fue un acto de valentía en 1996 y sigue siéndolo ahora: una luciérnaga persistente, iluminando el camino hacia la verdad.

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