Entre ocurrencias, frases inolvidables y personajes entrañables, el humor salvadoreño vivió su época dorada con comediantes que se convirtieron en referentes culturales.
Entre ocurrencias, frases inolvidables y personajes entrañables, el humor salvadoreño vivió su época dorada con comediantes que se convirtieron en referentes culturales.

Hablar del humor salvadoreño es hablar de ingenio, de picardía, de esas carcajadas que se construyen desde lo cotidiano. La comedia en el país, especialmente durante las décadas de 1960 a 1980, vivió lo que muchos denominan la “Época de Oro” del entretenimiento nacional, un periodo en el que la radio y la televisión fueron los principales escenarios de figuras inolvidables.
Lejos de los excesos y de la vulgaridad, estos artistas se ganaron al público con personajes sencillos, cercanos y profundamente salvadoreños. El campesino pícaro, el vecino dicharachero, la señora o el primo simpático: todos tenían un rostro y una voz que, con creatividad, fueron moldeados por comediantes que marcaron generaciones.
El legado de esa época no solo está en los programas radiales y televisivos que hicieron historia, sino en frases, canciones y personajes que hoy forman parte de la cultura popular. De hecho, muchos salvadoreños aún recuerdan con nostalgia expresiones como “¡jajajay Dios!”, “Yo te lo dije, Chele” o el larguísimo nombre recitado por el Primo Chomo.
La huella imborrable de la risa
La “Época de Oro” del humor salvadoreño no solo fue un periodo de entretenimiento: fue también un reflejo de la identidad cultural del país. Estos comediantes lograron que el pueblo se viera representado en sus personajes, que se escuchara en la radio y televisión un lenguaje propio, lleno de expresiones y dichos locales.
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Hoy, sus nombres siguen siendo recordados no solo por quienes los escucharon en vivo, sino también por nuevas generaciones que descubren en ellos la riqueza de un humor que supo ser ingenioso, sano y profundamente salvadoreño.
A continuación, repasamos las semblanzas de los principales protagonistas de esta época dorada de la risa salvadoreña.

Aniceto Porsisoca: el maestro de la improvisación
Al hablar de comedia en El Salvador no se puede dejar de mencionar a Carlos Álvarez Pineda, creador del inmortal Aniceto Porsisoca. Nacido en Santa Ana en 1928, Álvarez Pineda no solo fue comediante, sino también actor, locutor y maestro.
El personaje de Aniceto nació en la radio de manera accidental y espontánea. Cuando un artista no se presentó a un espectáculo, Carlos Álvarez improvisó junto a Paco Medina Funes. Al preguntarle qué nombre usaría, respondió con un juego de palabras: “Me llamaré Aniceto… por si soca”. Así comenzó una historia que se extendería hasta los años 80.
Con su tono campechano, refranes y humor sencillo, Aniceto se volvió un ícono nacional, alcanzando popularidad en radio, televisión y presentaciones en vivo. Su capacidad de improvisación y su cercanía con el público lo colocan como uno de los máximos exponentes del humor salvadoreño.

Chilango: el humor ameno y sin excesos
Óscar Saúl Avelar fue el hombre detrás de Rogaciano “Chilango”, un personaje que conquistó la radio y televisión salvadoreña en los años 60. El nombre artístico surgió de manera curiosa: al enterarse de que existía un comediante mexicano con el mismo apodo, Avelar lo relacionó con Chilanga, un pueblo de Morazán, adoptándolo como propio.
Su humor se caracterizó por ser ameno, popular y cercano al pueblo, pero sin recurrir a lo vulgar. Participó en programas como “Todo queda en familia” y “El brindis del mediodía”, dejando frases que aún se recuerdan, como su célebre “¡Vos sos, vos sos!”.
Chilango, fallecido en agosto de 2025 forma parte de esa generación que cimentó la identidad humorística salvadoreña, convirtiéndose en referente de una comedia blanca que sigue siendo ejemplo para nuevas generaciones.

Pánfilo a Puras Cachas: “¡jajajay Dios!”
Detrás de uno de los personajes más recordados de la comedia salvadoreña estaba Mauricio Hernández Bojórquez, actor, músico, guionista y locutor. Su personaje Pánfilo a Puras Cachas nació en la radio en los años 60, gracias a la iniciativa de la locutora María Teresa Yanes Moreira, quien luego sería su compañera de escena como Doña Terésfora.
Pánfilo es recordado por su característico grito “¡jajajay Dios!” y por la creación de la versión salvadoreña de El Pájaro Picón, canción que se convirtió en himno no oficial de la Selección Nacional de Fútbol.
Su humor blanco, lleno de frases populares y ocurrencias, le ganó el cariño del público, y tras su muerte en 2017, su legado ha sido continuado por sus hijos, manteniendo viva la tradición artística de la familia.

Doña Terésfora: la eterna compañera de Pánfilo
Si Pánfilo fue la chispa, Doña Terésfora fue la contraparte perfecta. Interpretada por María Teresa Yanes Moreira, este personaje se volvió inseparable del de Mauricio Hernández Bojórquez.
La pareja cómica trabajó principalmente en la radio, pero también en comerciales y presentaciones en vivo. Con humor cotidiano, escenas de matrimonio y frases sencillas, lograron convertirse en una de las duplas más queridas de la “época de oro”.
Doña Terésfora, con su estilo natural, demostró que el talento femenino también tenía un espacio fundamental en la comedia salvadoreña.

El Chele Ávila: pionero del humor blanco
Rey “Chele” Ávila fue otro de los grandes nombres de la comedia nacional. Con su participación en programas radiales y televisivos como “Las puntadas de Aniceto” y “Todo queda en familia”, consolidó un estilo de humor blanco, familiar y sano, característico de aquella época.
Su presencia fue clave para dar forma a una generación de comediantes que marcaron a los salvadoreños con risas limpias y personajes entrañables.
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Chicotrén: entre la poesía y la comedia
Pocos saben que detrás del personaje de Chicotrén estaba Eugenio Acosta Rodríguez, un actor, escritor y poeta salvadoreño con una sólida formación en literatura y teatro.
Su paso por el Cenáculo Literario y la Escuela de Bellas Artes le permitió desarrollar un estilo particular, que fusionaba su pasión por la poesía con la comedia radial y televisiva.
Chicotrén brilló en la llamada “Época de Oro de la Radiodifusión Salvadoreña”, compartiendo escena con figuras como Guadalupe Avilés, Dora López, Francisco Ávila y el Primo Chomo. Su versatilidad lo convirtió no solo en un comediante, sino también en un referente cultural y académico, pues llegó a ser catedrático en varias instituciones.

Serapio el Dicharachero: la voz del campesino
El humor salvadoreño no estaría completo sin mencionar a Vicente Rodríguez Pineda, mejor conocido como Serapio el Dicharachero. Originario de Apopa, representaba al campesino salvadoreño con una melena canosa, vestimenta de manta y un repertorio interminable de refranes y ocurrencias.
Serapio trascendió la radio local y llegó incluso a ser invitado a programas internacionales como “Noche de Gigantes”, conducido por Don Francisco. Su estilo, basado en la oralidad popular, hizo de él un personaje entrañable y muy cercano a la gente.
Primo Chomo: el de la cucharada
Roberto Reyes, conocido como El Primo Chomo, fue otro pilar de la comedia salvadoreña. Locutor, actor y animador, alcanzó gran fama con su programa radial “La hora de la cucharada”, transmitido en Radio Fiesta.
Además del Primo Chomo, creó personajes como Polidoro Caspiruleta y Laureano Camándula, que se volvieron parte del repertorio cómico nacional. Su estilo se caracterizaba por la picardía y lo cotidiano, con frases que aún se recuerdan, como “¡Pulido, primo ohhh!” o el larguísimo nombre inventado que recitaba de memoria.
Reyes, quien se formó en la Escuela de Teatro de Bellas Artes, participó también en caravanas artísticas y hasta actuó en la película mexicana “Solo de noche vienes”. Falleció en 2021, pero dejó un legado humorístico que sigue inspirando.
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