El club Eterna Juventud El Salvador que celebró su sexto aniversario el pasado 13 de julio, nació con la visión de cambiar la manera en que los salvadoreños viven la jubilación, demostrando que en la madurez también florecen los sueños y la motivación.
La jubilación, lejos de ser un punto final, puede convertirse en el inicio de una etapa llena de propósito, crecimiento y alegría. Así lo refleja la historia de Isabel Urbina, fundadora del Club Eterna Juventud El Salvador, quien tras más de 34 años de servicio en el sector público, decidió dar un giro a su vida y transformar su experiencia en un emprendimiento social con la visión de cambiar la manera en que los salvadoreños viven y se preparan para esta etapa.
“Jubilarse y retirarse del mundo laboral no debería significar desconectarse de la vida, sino prepararse para vivirla de una forma plena, consciente y renovada”, comparte la fundadora. Esa convicción fue el motor que la llevó a dar forma a un espacio donde los jubilados pueden mantenerse activos, productivos y, sobre todo, motivados para reinventarse.
Isabel Urbina, fundadora y coordinadora del club Eterna Juventud El Salvador.
El 1º de enero de 2018 marcó un antes y un después para Isabel. A los 56 años, tras décadas de trabajo, experimentó por primera vez lo que significaba vivir sin horarios ni oficinas. “Pasé casi un año disfrutando de no tener compromisos laborales, pero pronto entendí que jubilarse no es tan sencillo como parece. No basta con descansar; es necesario prepararse en pilares fundamentales como el financiero, el emocional, el social y el psicológico”, explica.
Esa reflexión la llevó a pensar en algo más grande: un proyecto que ayudara a los trabajadores, desde jóvenes hasta adultos cercanos a la jubilación, a comprender la importancia de prepararse para esa etapa.
Así, hace seis años, nació el Club Eterna Juventud El Salvador. Este emprendimiento social tiene como propósito principal ofrecer a los profesionales retirados un espacio de conexión, aprendizaje y crecimiento, recordándoles que la jubilación no es un final, sino “un nuevo comienzo en la vida”.
Desde su concepción, el club no estuvo dirigido únicamente a jubilados. La fundadora visualizó la importancia de preparar a las personas desde temprana edad. “La edad ideal para comenzar a comprender el significado de la jubilación debería ser desde la niñez o, al menos, desde que ingresamos al mundo laboral a los 18 años”, sostiene.
Por eso, el club abrió sus puertas a diferentes segmentos: “profesionales jubilados que deseen mantenerse activos y productivos”, “personas próximas a jubilarse (mujeres a partir de los 50 y hombres desde los 55)”, y “jóvenes a partir de los 18 años interesados en aprender a planificar su vida futura”.
Este enfoque generacional ha permitido que el club sea un espacio diverso, donde la experiencia de los mayores se combina con la curiosidad y las ganas de aprender de los más jóvenes.
Crecimiento y evolución
Lo que inició como un proyecto apoyado por un pequeño grupo de amigos, se transformó en una comunidad sólida con más de 380 seguidores en su página de Facebook @clubeternajuventud. El secreto ha sido la constancia y la capacidad de adaptación.
Las actividades del Club se han diversificado con el tiempo: excursiones, tardes de café, charlas-desayuno, celebraciones especiales como el Día de la Madre y la Navidad.
Además, durante la pandemia, la fundadora enfrentó uno de los mayores retos: trasladar las actividades presenciales a la virtualidad.
“Me tocó capacitarme aceleradamente en el uso de la tecnología, porque el Club no podía detenerse. Los adultos mayores también necesitábamos conexión, apoyo y esperanza en esos días difíciles”, recuerda.
Gracias a su esfuerzo, el club ofreció charlas semanales sobre manejo del duelo, la soledad, salud física, emprendimiento a cualquier edad, entre otros temas que fortalecieron a sus miembros en medio de la crisis mundial.
Retos y aprendizaje
En retrospectiva y tras la reciente celebración del sexto aniversario, la emoción es evidente. Urbina afirma: “Cumplir seis años no ha sido fácil, pero la perseverancia, la disciplina y, sobre todo, creer en este proyecto son las razones por las que seguimos aquí”.
La celebración, que tuvo fecha le pasado 13 de julio, no fue solo por el tiempo transcurrido, sino por el impacto que el club ha tenido en la vida de sus miembros.
Profesionales de distintas áreas: médicos, abogados, contadores, economistas, psicólogos, agrónomos, y docentes han encontrado un espacio para compartir su experiencia y, al mismo tiempo, aprender de los demás.
Cada aporte, cada charla y cada testimonio fortalece la misión del Club: demostrar que la jubilación no significa aislamiento, sino una oportunidad para descubrir talentos ocultos, explorar nuevas pasiones y aportar al bienestar de la comunidad.
El camino no ha estado exento de desafíos. Además de la pandemia y la necesidad de financiamiento, el mayor reto ha sido mantener viva la motivación.
“Un proyecto social de este tipo demanda perseverancia, disciplina y consistencia. Pero lo más importante es creer que lo que hacemos tiene sentido”, afirma con convicción, Isabel.
El apoyo de profesionales calificados ha sido clave. Desde psicólogos y médicos hasta entrenadores físicos y artistas, muchos han donado su tiempo y conocimiento para enriquecer al Club.
Uno de los recuerdos más especiales para Isabel fue en marzo de 2020, con el fitness coach David Torres quien radica en la ciudad de Miami y es de origen colombiano. “Él no nos conocía, pero luego de contactarle y contarle sobre el proyecto decidió apoyarlo y viajó desde Miami para impartir una charla junto a dos grandes mujeres profesionales médicos sañvadoreñas, una nutrióloga y otra Geriatra. Así integraron un panel fórum para hablarle a los asistentes sobre salud y nutrición”, rememoró.
Programas que transforman vidas
El club ofrece cuatro programas diseñados para atender integralmente a sus miembros:
Programa de Salud: charlas con médicos, psicólogos y especialistas en nutrición para cuidar la mente y el cuerpo.
Programa de Preparación para la Jubilación: capacitaciones en finanzas, proyectos de vida y alternativas para mantenerse activos.
Diversión y Recreación: excursiones, celebraciones, tardes de café y momentos de convivencia que fortalecen lazos de amistad.
Club de Lectura: encuentros virtuales todos los sábados donde los participantes comparten reflexiones sobre libros seleccionados.
El costo de afiliación es simbólico: $5 mensuales o $50 al año. Pero más allá de lo económico, el verdadero valor está en el sentido de pertenencia y en la oportunidad de crecer junto a otros.
Cada actividad deja huella en los asistentes. La fundadora asegura que los testimonios de los miembros son su mayor recompensa. “Cada evento trae enorme satisfacción porque demuestra que estamos tocando vidas. Ver a un adulto mayor sentirse valorado, escuchado y motivado es la razón por la que sigo adelante”.
Los programas no solo fortalecen el bienestar físico, sino que también brindan apoyo emocional y social. Para muchos, el Club ha sido un refugio contra la soledad y un espacio para construir nuevas amistades en esta etapa de la vida.
Una mirada hacia el futuro
El sueño de la fundadora es claro: consolidar el club como un referente en la educación sobre la jubilación en El Salvador y más allá. Quiere demostrar que retirarse no significa detenerse, sino transformarse.
“La jubilación no es el final de nada, sino el comienzo de todo lo que aún podemos descubrir y aportar”, asegura. Entre sus metas está expandir el club hacia centros educativos y empresas, creando círculos de jubilados que compartan su experiencia con jóvenes y trabajadores en activo. De esta forma, se sembrará en nuevas generaciones la semilla de la planificación y el cuidado integral para el futuro.
Hablar del Club Eterna Juventud El Salvador es hablar de resiliencia, de reinvención y de esperanza. Es la prueba de que siempre hay tiempo para empezar de nuevo y que, a cualquier edad, podemos aportar al mundo.
La fundadora lo resume con palabras que resuenan como un eco motivador: “Después de jubilarse, la esperanza de vida es de más de 20 años. Es demasiado tiempo como para desperdiciarlo sin propósitos (…) si nos unimos, descubrimos talentos ocultos y encontramos nuevas formas de aportar a la comunidad (…) esta etapa no es de terminación, sino de transformación.”
El Club no solo es un lugar de encuentro, sino una escuela de vida donde se aprende que los años no nos definen, sino la manera en que los vivimos.