Camila Sodi. Foto: Imagen de carácter ilustrativo y no comercial / https://www.instagram.com/p/DOtMHsPjAFn/?img_index=2
Camila Sodi sorprendió al público al revelar, con una honestidad desarmante, que es neurodivergente: vive con autismo y con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). La confesión surgió durante una conversación con Isabel Lascurain, donde la actriz también presentó su nuevo libro El pequeño libro del duelo, una obra que nace de la experiencia personal tras la muerte de su madre, Ernestina Sodi.
Lejos de plantearlo como algo negativo, Camila explicó que ser neurodivergente también le ha regalado herramientas valiosas. “Hay ventajas increíbles”, aseguró, al destacar que el autismo suele verse desde la carencia y no desde la diversidad de habilidades que conlleva. Subrayó que el espectro no es uniforme y que, cuando una persona está en un entorno que la entiende y respeta, sus virtudes pueden florecer.
La actriz señaló que lo verdaderamente complicado aparece cuando el mundo no está diseñado para distintos tipos de mentes. “Quien necesita más apoyo externo enfrenta mayores barreras, porque vivimos en un sistema que excluye”, reflexionó.
Sodi también aprovechó la conversación para cuestionar cómo la sociedad está construida: “El mundo debería estar diseñado por gente sensible, no por gente casi cruel”. Añadió que no es necesario ser neurodivergente para sentirse fuera de lugar, pues incluso las madres, y cualquier persona vulnerable, lidian a diario con expectativas deshumanizantes y un ritmo social dictado por el capitalismo y la productividad.
Al hablar del duelo, fue igual de frontal: “El mundo es apabullante, no es un lugar donde te sientes seguro. Estás llorando y sientes que algo puede salir mal”. Criticó la presión social por “estar bien rápido” y la falta de empatía en procesos que requieren tiempo y acompañamiento.
Sobre su diagnóstico, recordó cómo la exposición mediática desde niña elevaba su ansiedad y la sometía a comentarios y preguntas duras, especialmente por situaciones familiares como la muerte de su madre y los escándalos que rodearon a sus tías. “Necesito ayuda externa, poca, pero la necesito. Era una niña y ya estaba enfrentando cosas que se sentían cercanas al acoso”, expresó.
Para Camila, su mensaje final es claro: urge construir un mundo más amable. No solo para quienes son neurodivergentes o quienes atraviesan un duelo, sino para todos. Un mundo donde la sensibilidad deje de ser excepción y se convierta en la norma.
