El icónico cantante de Los Junior’s recuerda su trayectoria, desde que formó parte de los coros de una iglesia hasta los escenarios que lo consolidaron como una voz emblemática de El Salvador.
El icónico cantante de Los Junior’s recuerda su trayectoria, desde que formó parte de los coros de una iglesia hasta los escenarios que lo consolidaron como una voz emblemática de El Salvador.

El Salvador ha atravesado diversas etapas en las que la música local conquistó corazones y escenarios. Durante las décadas de los 60, 70 y 80, también conocidas como las «Buenas épocas», varias agrupaciones y solistas marcaron la pauta, y pocas voces resonaron tanto como la de Alirio Guerra, cantante de Los Junior’s.
Este 30 de octubre, el intérprete Alirio Guerra celebra 75 años de vida, y en entrevista con El Diario de Hoy hizo un recorrido por su fructífera carrera, llena de éxitos como «Eres luz» y «Mariposa fugaz». Para muchos, su voz define épocas enteras de la música romántica y tropical de El Salvador, pero pocos conocen los inicios de este artista que, desde muy joven, decidió seguir su pasión a pesar de los obstáculos.
Guerra, nacido en Usulután, proviene de una familia donde el canto era un talento natural. “Mi papá cantaba, tenía un trío. Mi mamá también cantaba, pero se dedicó a la casa… toda la familia de mi papá eran músicos, no reconocidos, pero con marimba, acordeón, contrabajo… me imagino que de ahí viene el gen de nosotros”, relató.
De todos sus hermanos, él y su hermana Glenda Gaby fueron los únicos que se dedicaron profesionalmente a la música.

Su primera aproximación al canto se dio mientras estudiaba para ser sacerdote y participaba en el coro de la iglesia junto a amigos como Walter Sabauti; allí compartió escenario con amigos que también aspiraban a la música.
“En el coro, mientras cantaba, sentía que algo dentro de mí despertaba… la música me atrapó, y ya no lo pude soltar. Aunque estaba en la iglesia, mi mente soñaba con los escenarios, con grabar discos, con que mi voz se escuchara más allá de mi pueblo”, relató.
Aquellas actuaciones entre misas y celebraciones le dieron un primer público, hasta que un encuentro con la agrupación Los Inquietos cambió su destino: “Me fueron a llamar al colegio y me dijeron: ‘Andá a cantar, a ver si te dan chance’”, recordó.
Desde entonces, abrazó su sueño de ser cantante.
En su juventud alternó escenarios con grupos, aprendiendo el oficio hasta que llegó a Los Junior’s de Santa Tecla en 1968, donde se consolidó como una de las voces principales junto a Raúl Andino.

Su etapa con la disquera CBS Indica en Costa Rica marcó un antes y un después: “Un solista llegó a grabar y terminó que grabamos nosotros ‘Tú eres luz’. Fue el primer gran éxito y de allí arrancamos con varias canciones originales. Grabamos más de diez LPs, siempre con cinco originales y cinco covers. Esto nos exigía creatividad, porque los derechos de autor se respetaban para las canciones originales”, explicó.
Guerra rememora con cariño los escenarios de su país. “Recorrimos casi todos los pueblos, tocábamos desde las cinco de la tarde hasta la noche, a veces incluso en la guerra. La gente nos respetaba y quería vernos, nos daban prioridad solo por ser músicos”, dijo.
Tras la desintegración de Los Junior’s, Guerra inició su carrera como solista en 1977, con canciones como «Mariposa fugaz» y «Señor abogado». “’Mariposa fugaz’ sonó muy poco al principio, pero después explotó en fiestas y bares”, relató con emotividad.

A lo largo de los años, experimentó con diversos géneros: rock and roll, música romántica y tropical, siempre manteniendo su estilo único y su inconfundible voz.
Además de la música, Guerra ha desarrollado una carrera académica y profesional sólida. Se graduó en Ciencias de la Comunicación, realizó estudios de Mercadeo y cursó una maestría en Educación Superior.
“La música siempre fue mi pasión, pero también entendí que necesitaba otra actividad para sostenerme. Por eso estudié, porque el artista no siempre tiene seguridad económica en El Salvador. El conocimiento es también una forma de preparación para la vida”, explicó.
Su experiencia le permite ofrecer hoy un consejo a los jóvenes músicos: estudiar y tener una fuente de ingresos alterna, pues el ambiente artístico en El Salvador no siempre garantiza estabilidad económica.
Sobre el presente de la música salvadoreña, el cantante es crítico: “El ambiente laboral está muy pobre. Nadie quiere pagar lo que vale un músico, y las radios favorecen a artistas extranjeros. A los jóvenes les digo: estudien, eviten los vicios y no dependan únicamente de la música para vivir. Solo los dueños de grupos y negocios pueden sostenerse a largo plazo”.
Amplio legado
A pesar de la guerra civil, los cambios en la industria y las limitaciones del medio, Alirio Guerra sigue ligado a su tierra y a su público. “La música me ha dado satisfacciones grandes y me sigue abriendo puertas hasta hoy”, señaló, evocando cómo aún en hospitales, ministerios o encuentros casuales, su nombre genera reconocimiento y respeto.
A sus casi 75 años, Alirio prefiere presentaciones selectas y disfruta del canto como un placer. “Hoy canto por gusto, no por obligación. Pero cada vez que subo a un escenario, siento la misma emoción de cuando era joven”, expresó con nostalgia y orgullo. Su voz sigue cargada de historia y es capaz de transportar a quienes la escuchan a las Buenas Épocas de la música salvadoreña.
Con orgullo, mira hacia atrás, recordando las giras, los ensayos, los festivales y los escenarios que lo formaron, consciente de que su voz y legado son parte de la memoria cultural de El Salvador.
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Hoy, Alirio Guerra sigue siendo un referente vivo de la memoria musical salvadoreña. Su historia no solo inspira a músicos, sino también a quienes creen que la perseverancia, la disciplina y la pasión son los ingredientes para construir una vida plena. Su voz, cargada de historia y emoción, continúa emocionando y enseñando que la música es, ante todo, un acto de amor y dedicación.
Anécdotas de grabaciones y giras
Alirio recuerda con cariño y humor los días de grabación en Costa Rica: “Íbamos en el bus con nuestros instrumentos, sin aire acondicionado, pero con mucha ilusión. Recuerdo que un día, en medio de la grabación, se nos rompió un micrófono y tuvimos que improvisar… ¡terminamos cantando más fuerte que nunca y salió un tema que nos dio mucho éxito!”.

Las giras también fueron parte fundamental de su carrera. “Cada ciudad tenía su público. En Guatemala nos esperaban con pancartas; en Honduras, la gente cantaba nuestras canciones mientras nos veían pasar. Esos momentos no se olvidan. La música nos llevaba a lugares y nos conectaba con personas de una manera que ninguna otra cosa podía”, expuso.
Su historia no solo refleja la evolución de la música salvadoreña, sino también la pasión y disciplina de un hombre que hizo de su voz un patrimonio cultural. A través de décadas, Alirio Guerra continúa siendo un referente, un testimonio de que la música no solo entretiene, sino que transforma vidas.
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