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Nuevo año, nueva oportunidad para rectificar y mejorar

El futuro no será promisorio si no prevalece un pleno Estado de Derecho y si no hay una justicia independiente


Esta fecha, el final del trepidante año, «anno horribilis», debe motivarnos a contribuir al rescate de lo que colapsó, meterle gana a enderezar los rumbos, ser optimistas en lo que cabe y no bajar la guardia. ¡A Dios rogando y con el mazo dando! Los buenos somos más que los malos y, por tanto, podemos construir en favor de nosotros como personas, para nuestras familias y el país.

Cada año que inicia nos encuentra con el deseo de enmendar debilidades, aprender cosas, superar flaquezas y vencer vicios. La leyenda es que a los pocos días hemos vuelto a las andadas, pero la realidad es que muchos logramos mejorar nuestra condición y movernos en el rumbo correcto. 

Es importante preguntarnos si al llegar al día de San Silvestre somos mejores que hace doce meses. ¿Aprendimos algo nuevo? ¿Hicimos las paces con gente que nos incomodaba? ¿Ayudamos a mejorar el ambiente de familia y a nuestro vecindario?

«La conjunción de astros no es la más benévola». Durante el año arreció la indiscriminada y brutal la de redadas o cacería de inmigrantes en Estados Unidos, el mundo vivió la tensión de la imposición de aranceles de Estados Unidos, aún no se concreta la expulsión del chofer venezolano y sus gorilas ni el cese de la agresión rusa contra Ucrania. En el plano nacional se quitaron los candados a la Constitución para mancillarla al antojo, se entronizó la reelección presidencial a perpetuidad y la Asamblea endeuda cada semana al país –incluso sustrayendo fondos de los ahorros de pensiones de los trabajadores–, al punto que serán nuestros nietos y sus descendientes los que tendrán que pagar estas astronómicas deudas. Por más que nos endulcen el oído con cantos de sirenas populistas, se debe recordar siempre que no hay almuerzos gratis.

Y no se vale tampoco sacrificar nuestras libertades a cambio de mayor seguridad. Las autoridades están obligadas a garantizarnos nuestra seguridad, nuestra libertad y el correcto uso de los fondos públicos.

Pero hay que reconocer esfuerzos en bien del país, como los cambios en educación para garantizar la sana convivencia y respeto en las comunidades estudiantiles, los cambios en los programas de enseñanza adaptándolos a los nuevos tiempos y la reconstrucción de los planteles de formación.

También es de reconocer que el Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento del 4 por ciento para El Salvador y las inversiones, sobre todo inmobiliarias, que están creciendo y reviviendo zonas otrora bajo el control de las maras al norte y oriente de la capital.

Pero, repetimos, esto no será promisorio si no prevalece un pleno Estado de Derecho y si no hay una justicia independiente aquí y en el resto del mundo.

Lo esencial siempre es la seguridad jurídica para TODOS

Ni existen justicias por descubrirse ni hay misterios respecto a políticas e instrumentos que superen la pobreza y adelanten el progreso material y cultural de los pueblos.

Lo que sucede de repugnante dentro de nuestro país, en la región y a nivel internacional, con la imposición, el autoritarismo y la impunidad, está llegando al punto en que debemos luchar por reconstruir el Orden Jurídico, la sensatez en la conducción de la vida pública, la honestidad como guía en lo que se hace y la conciencia moral; de lo contrario, el mundo colapsará en un pantano de violencia, cinismo y desorden.

Lo esencial es siempre la seguridad jurídica, lo que pasa por una sana y pronta aplicación de la ley tanto por jueces como por funcionarios públicos. 

No hay pueblo que mejore su vida en medio de la discordia y el desorden y menos bajo regímenes autoritarios que sólo se enriquecen a sí mismos; sólo la convivencia pacífica, la sensatez, el trabajo y la inteligencia labran el buen futuro.

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