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EE. UU.–Ucrania–Rusia: discusiones en medio de crecientes tensiones internacionales

Tanto en el plano comercial como en el de la seguridad, las tensiones se han intensificado.

¿Podría anunciarse en 2026 un marco de paz creíble entre Ucrania y Rusia? Desde hace más de un mes, emisarios ucranianos, rusos y estadounidenses se reúnen para elaborar un plan que resulte aceptable y duradero para todas las partes. Sin embargo, desde el 24 de febrero de 2022, los combates continúan en un conflicto de alta intensidad que enfrenta a Ucrania con Rusia. Diversas fases se han sucedido, reflejando la ferocidad de una guerra a las puertas de la Unión Europea y poniendo en tela de juicio el equilibrio internacional.

Tanto en el plano comercial como en el de la seguridad, las tensiones se han intensificado. La presión sobre la seguridad europea se ha visto agravada por las dudas sobre el compromiso de la OTAN, que desde su creación en 1949 se consolidó como la principal alianza de defensa de una Europa dedicada a su reconstrucción y fortalecimiento económico, en el marco de una relación de asociación con Estados Unidos. Hoy, la Alianza debe integrar la necesidad de construir una defensa propiamente europea, bajo la presión de una Rusia que parece aspirar a retomar una relación exclusiva y bilateral con Washington.

China emerge desde la década de 2020 como la potencia rival y competidora de Estados Unidos, inscribiéndose en una nueva bipolaridad que reemplaza a la de la Guerra Fría entre EE. UU. y la extinta URSS. Su capacidad de producción militar, su peso en la oferta mundial, su poder tecnológico y la competencia en torno a los semiconductores condicionarán la influencia global en los próximos años. Esta presencia se hace sentir en el Pacífico, pero también en América Latina, región que atraviesa desde agosto pasado una crisis vinculada al llamado «conflicto armado» impulsado por Estados Unidos a través de la operación Southern Spear contra los cárteles de la droga, desde México hasta Colombia y Venezuela.

Mientras el Caribe se transforma en un nuevo teatro de operaciones, Estados Unidos, al divulgar su «nueva Estrategia de Seguridad Nacional», busca recuperar presencia en América Latina. Esta voluntad implica contener la creciente influencia china y combatir la inseguridad alimentada por los tráficos ilícitos —en particular el narcotráfico—, ya sea por protección, abandono institucional, como en Haití, o por infiltración, lo que pone en cuestión la gobernabilidad en un continente donde el 54 % del empleo proviene del sector informal. África enfrenta desafíos similares, lo que refuerza la centralidad de la seguridad nacional y global.

En este contexto, Ucrania se convierte en un eje que pone de relieve las visiones divergentes sobre Rusia y el equilibrio estratégico. Los países nórdicos y los Estados de la frontera oriental de Europa, como Polonia, se sienten directamente amenazados por Moscú. La reorientación estratégica de Estados Unidos hacia China y la tendencia a «santuarizar» su territorio nacional, privilegiando alianzas selectivas —como con Japón, Arabia Saudita, Israel, Argentina, El Salvador, Italia o Egipto—, obligan a buscar una salida al conflicto ruso-ucraniano, iniciado tras la agresión de Moscú en febrero de 2022.

Las discusiones actuales muestran una evolución. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, afirmó en días recientes haber obtenido «una revisión» por parte de Estados Unidos del plan de paz destinado a poner fin al conflicto con Rusia. El documento contempla 20 puntos que prevén la cristalización del frente de guerra en su situación actual, descartando dos exigencias clave de Moscú: la retirada ucraniana del Donbás y el compromiso formal de Kiev de renunciar a una futura adhesión a la OTAN.

Negociado en Miami, Florida, el nuevo marco del plan estadounidense ya no impone a Zelenski la retirada de tropas de territorios aún bajo control ucraniano en la región oriental de Donetsk, objetivo prioritario de Rusia. Las conversaciones incluyen la posible creación de zonas desmilitarizadas, calificadas como «zonas económicas especiales» por los negociadores estadounidenses. Otro punto estratégico es la central nuclear de Zaporiyia —la mayor de Europa, con seis reactores—, ocupada por Rusia desde 2022. El plan propone una administración tripartita entre Ucrania, Rusia y Estados Unidos para garantizar la seguridad, aunque Kiev rechaza la presencia rusa y propone una cogestión exclusivamente con Washington.

Zelenski señaló además que el nuevo documento prevé la celebración de elecciones tras la firma de un acuerdo que ponga fin a las hostilidades. Agregó que cualquier convenio que implique la retirada de tropas ucranianas deberá ser aprobado mediante referéndum, lo que requeriría un alto el fuego de 60 días. El plan ya fue comunicado al Kremlin, cuya primera reacción fue exigir un endurecimiento de las restricciones impuestas al Ejército ucraniano. Para Moscú, las garantías ofrecidas contra una futura adhesión de Kiev a la OTAN resultan insuficientes, al igual que la solidez de una eventual neutralidad de Ucrania en caso de integrarse a la Unión Europea.

Rusia también reclama mayor claridad sobre el destino de los bienes materiales y financieros retenidos por países europeos. El texto reafirma que Ucrania es «un Estado soberano» y establece el compromiso mutuo de Moscú y Kiev con «una no agresión total e incondicional». Asimismo, para «mantener una paz duradera», se contempla la creación de un mecanismo de vigilancia destinado a controlar la línea de contacto.

Garantías de seguridad, política de no agresión rusa hacia Europa, adhesión de Ucrania a la Unión Europea, reconstrucción, libre comercio entre Estados Unidos y Ucrania, fronteras, relaciones comerciales, prisioneros de guerra y cese del fuego: son numerosos los temas que conforman un plan aún en revisión por las partes. Todo ello mientras 2026 marcará el cuarto año de una guerra en un contexto de tensiones globales persistentes, que siguen poniendo en cuestión el sistema de gobernanza mundial surgido tras la victoria de los Aliados en 1945.

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