Ninguna discusión arrojará luz si se separa del tema verdadero
Proverbio egipcio
Ninguna discusión arrojará luz si se separa del tema verdadero
Proverbio egipcio
III
Hasta donde alguien llegado de lejanos trópicos puede observar, para los egipcios hay una serie de temas particularmente marcantes:
⦁ Primero: el Nilo, pues como señaló el historiador griego Heródoto, “Egipto es el regalo del Nilo.” El Nilo, sin duda, hace posible toda la vida en el país.
⦁ Segundo: su impresionante historia que suma ya más de 4 mil años.
⦁ Tercero: el canal de Suez, sobre todo desde que Gamal Abdel Nasser lo nacionalizó en 1956, después de haber derrocad al Rey Farouk I en 1952. Ese hecho, provocó la intervención militar del Reino Unido, Francia e Israel que fracasó por la presión de los Estados Unidos y de la Unión Soviética.
⦁ Cuarto: la narrativa que desarrolló el presidente Anwar el-Sadat de una victoria moral sobre Israel en la guerra del Yom Kipur en octubre de 1973, porque el ejército egipcio logró brevemente cruzar el canal y ocupar la franja oriental que Israel controlaba, junto con el resto de la península del Sinaí, desde la Guerra de los Seis Días en 1967, y de esa forma, dice el relato, Egipto recuperó su orgullo y su autoestima.
El acto de inauguración del nuevo canal de Suez fue fastuoso, dado el lugar quizá el adjetivo que más convenga sea faraónico y, según el decir de expertos, difícil saber si reales o autoproclamados, habría costado 30 millones de dólares. Después del discurso del presidente, ya en horas crepusculares, todos los invitados navegamos por el canal en embarcaciones especialmente adecuadas para conducirnos al lugar de la cena, que fue seguida por una estupenda representación de la ópera Aída de Guiseppe Verdi, y coronada con impresionantes fuegos artificiales. Aída es la ópera que compuso Verdi para la inauguración del canal en 1869, pero que solo se estrenó en diciembre de 1871 en el teatro de la ópera en El Cairo.
En 1869, para alojar a los invitados especiales, el Jedive Ismail Pasha hizo construir el palacio de Al Gezirah, en el distrito de Zamalek, en la cairota isla de Gezirah. Allí se hospedaron el Emperador de Austria-Hungría, Francisco José I, y la Emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, que había dado todo su apoyo a Ferdinand Marie, vizconde de Lesseps, para la construcción del canal y había logrado el apoyo de su esposo, el Emperador Napoleón III, sobrino de Napoleón I que unos 70 años antes había llegado a Egipto con su ejército, pero también con más de 160 científicos, historiadores, ingenieros, médicos, botanistas, topógrafos y otros eruditos para estudiar y documentar cada detalle de la cultura, historia, clima, fauna, etc. Ese fue el comienzo de la egiptología.
1869 fue un gran año para los emperadores de Francia, pues un año después el Emperador sería prisionero de los alemanes por la derrota de Francia en la batalla de Sedán durante la guerra franco-prusiana, y no mucho después, junto con su esposa, estaría en el exilio en Londres. El Jedive Ismail estaría en el exilio en Nápoles 10 años después, depuesto por el Sultán Abdülhamid II por presión británica y francesa. Al emperador Francisco José I le esperaban años sumamente difíciles, pues hijo Rodolfo, corroído por la sífilis y la depresión, se suicidaría junto a su joven amante Maria Vetsera en el pabellón de caza de Mayerling, el anarquista italiano Luigi Lucheni asesinaría a su esposa, la Emperatriz Elisabeth, la célebre Sisi, a las afueras del Hotel Beau-Rivage en Ginebra, y el nacionalista serbio, Gabrilo Princip, miembro de la Mano Negra, asesinaría en Sarajevo a su sobrino y heredero al trono, Francisco Fernando, y desencadenaría la Primera Guerra Mundial.
¿Y el vizconde Lesseps? Pues de las glorias en las arenas de Suez pasaría al ocaso en la selva tropical en Panamá. Tal vez la historia hubiera sido diferente si su empresa hubiera tenido éxito, pero el paludismo diezmó a sus trabajadores y su terquedad por un canal sin esclusas cuando era evidente que en el istmo de Panamá, al contrario de Suez, había importantes obstáculos como el Cerro de la Culebra, vació sus arcas y quedó en la ruina.
Después de la ceremonia, personas en las calles nos hicieron saber lo orgullosos que se sentían de ser egipcios y del gobierno que tenían. Para ellos, el nuevo gobierno mostraba su preocupación por el bienestar de la población con hechos, y no con recursos retóricos como la Hermandad Musulmana.
Una encuesta realizada por esos días concluyó que 78% de la población egipcia consideraba que el nuevo canal mejoraría sus vidas, y así lo manifestaron las personas con las que tuvimos la oportunidad de hablar. ¿Palabras sinceras o destinadas a extranjeros? Difícil de saber, pero parecía que el presidente había ganado su apuesta con la población, pues su promesa de un millón de nuevos empleos había calado hondo.
Sea como fuere, la ecología fue un tema ausente durante la ceremonia, pero ese no fue el caso en otros ambientes. Según el decir de especialistas, para el mar Mediterráneo la ampliación del canal representa un alto riesgo de agravada contaminación ambiental y de invasión de especies foráneas, especialmente medusas venenosas y peces globo, por el aumento del tráfico marítimo en un espacio muy cerrado, muy salino y con impresionante biodiversidad.
Los biólogos marinos insisten en que el problema de especies invasivas en el Mar Mediterráneo es el peor del mundo. Desde que se unieron los mares en el siglo XIX, 350 especies no nativas se han concentrado en la parte oriental del Mediterráneo, y los expertos añaden que las especies invasivas acaban con las nativas porque son más efectivas para alimentarse y reproducirse, y que una vez entran ya no hay manera de sacarlas.
Terminada la ceremonia, llegamos a la colina de Guiza, al pie de la pirámide de Keops, la última de las siete maravillas del mundo antiguo todavía en pie, pues las otras, el Faro de Alejandría, el Coloso de Rodas, los Jardines Colgantes de Babilonia, la tumba de Mauloso, el Templo de Artemisa y la estatua de Zeus, fueron barridas por el tiempo. Al observar desde allí las pirámides de Kefrén y Micerino y el lomo de la Esfinge, vino a la mente lo que en ese mismo lugar Napoleón I dijo a sus soldados antes de la batalla de las Pirámides en julio de 1798: “desde lo alto de estas pirámides cuarenta siglos os contemplan”.
Abogado y diplomático salvadoreño.
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